El himen, esa pérdida

31 de enero de 2006.- La virginidad es algo muy valioso. Viene siendo así desde los tiempos en que los primeros homínidos se levantaron sobre sus miembros traseros, aumentaron su capacidad craneal y decidieron dejar de compartir pareja y formar una familia.

Por eso la definición ginecológica que asegura que el himen es una simple membrana, un pellejo que recubre la entrada de la vagina, puede parecernos no sólo una ordinariez, sino una grave inexactitud. El himen, como diría el poeta, es un velo de seda que se ciñe sobre esa petunia rosada y profunda, de pétalos aterciopelados y embriagador aroma, a la que llamamos vagina.

El himen roto, supuestamente quebrado durante la penetración, símbolo de la virginidad perdida, ahora se puede reconstruir. Como se remiendan los codos de un jersey usado, se cambia la teja rota para tapar la gotera o se pega el parche en la rueda de una bicicleta pinchada. En '7 días, 7 noches', el programa que presenta Teresa Viejo en Antena 3 (lunes, 24.00 horas), ofrecieron un curioso reportaje sobre la himenoplastia.

La himenoplastia no es lo que ustedes creen que yo estoy a punto de lograr: aburrirles mortalmente con historias sobre la famosa telilla virginal. No. La himenoplastia es nada más y nada menos que la reconstrucción quirúrgica del himen. La vuelta al virgo perdido. Teresa Viejo presenta como candidatas principales a mujeres gitanas, árabes y prostitutas de lujo. ¿Fraude científico o cirugía sexual de diseño?

"Es la mayor prueba de amor que puedo ofrecerle a mi pareja", dijo con voz de robot una mujer que, en tinieblas, fue entrevistada por la presentadora. Luego pusieron unas imágenes de la operación, casquería en estado puro, y tuve que dejarlo.

Treinta minutos en el quirófano, anestesia local y un mes de recuperación. Pierdes 2.000 euros, pero ganas un himen. "Vuelves a ser virgen", dijo la doctora María José Barba, especialista en himenoplastia. Yo no me lo acabo de creer. ¿Se imaginan ustedes a Nuria Bermúdez, después de pasar por la clínica de la doctora Barba, vendiendo su nueva condición en 'Salsa Rosa'? A mí se me hace un mundo.

En estos tiempos globalizados, en los que no eres nadie si no comes tortilla de patatas deconstruida, siempre es una buena noticia que se apueste por la reconstrucción, el reciclaje, la recuperación. Pero cuidado con el concepto virginidad, en primer lugar porque no siempre es un pene quien abre el tarro de las esencias. Un mal trote hípico o un tampón toscamente introducido pueden dejar tan preciada peliculilla hecha añicos. Y no sólo eso. Piensen por un momento en la posibilidad de que la virginidad fuese un concepto moral, una actitud mental, y no una barrera física. Con esto no quiero decir que reconstruir hímenes sea una pérdida de tiempo, pero tal y como está el mundo tal vez sería bueno que los fondos que se dedican a investigación y desarrollo se invirtiesen en otro tipo de reconstrucciones. Hay gente que daría todo lo que tiene por reconstruir su credibilidad. Otros matarían por recobrar su autoestima. A mí, por ejemplo, me encantaría restaurar unos viejos discos de vinilo. O recobrar la fe en el Atlético de Madrid.