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Akopán-tepuy, Chimantá
Salto Angel
With a total height of 979 m, it´s the longest waterfall of the world.
Photo: Federico Mayoral
Salto Yuruaní is neither the highest one nor the most watery one. It is interesting for the river below it with its jasper bottom.
The Canaima formation consists of siliceous sandstones and arkoses, conglomerate sandstones, conglomerates and slates. The formation is from 1100 to 1200 m high. The formation is bared in the lowest parts of Gran Sabana (near larger rivers – Caroní in the picture) where it also forms the largest surfaces.
The Guaiquinima formation is placed over the Canaima formation. It consists of fine-grained, masive sandstones and arkoses, obliquely laid and laminated. Greywackes, red, green and green-grey jaspers containing devitrificated and (or) silicificated volcanic ash and small crystals of quartz and feldspar can be found there too. The formation is of about several hunderds metres high.
This formation forms subsoil of tepuis itself. It forms Gran Sabana plateaus and the slopes on the basis of mesiets.
The Auyantepuy formation is the youngest part of the Roraima group. It consists of siliceous sandstone, there is less arkose; geomorphologically it forms steps or walls (cliffs) 300-700 m high and flat mesas.
(Kukenan-tepuy)
TEPUY
Text: Braňislav Šmída, Marek Audy
Se ha estimado que hace mas de 2000 millones de años ,
cuando Africa y Suramerica se encontraban formando el supercontinente
Gondwana, se formó un gran depósito de arena sobre el Escudo de Guayana
que está en la parte norte de Suramérica. Mucho tiempo después y
como consecuencia de movimientos tectónicos generados por la deriva de
los continentes y por la intrusions de material ígneo, esta enorme
extension de sedimentos sufrió fracturas y fallas que las corrientes de
aire y agua erosionaron y separaron esas mesetas de arenisca silícea
que ahora llamamos “Tepuyes”. De estas cumberes se escogió la
estratigrafía del Monte Roraima para identificar su orígen y formación;
por estos sedimentos se conocen ahora como Grupo Roraima (Reid, 1972).
En toda Venezuela se encuentran aproximadamente unas 100 mesetas
de estas, y algunas de ellas tienen dimensiones colosales como el
Ichum-tepui de 2.500 km2, el Chimantá-tepui de 1420 km2 y el Auyantepui
de 900 km2.
Su característica común es que estas montañas de cumbre plana
descollan de la selva que las rodea y las aisla, como si fueran unos
castillos de paredes verticales que algunas veces llegan a los 1000
metros de altura. Por lo que ha sido gracias a los helicópteros, como
se ha podido estudiar bien la flora y fauna endémica que está
evolucionando de manera diferente en esas alturas. En 1884 Everhard Im
Thurn escaló el Monte Roraima (2850m) por primera vez y con su
exploración demostró el extraordinario endemismo que había allí; lo
cuál sirvió como inspiración para que Sir Arthur Conan Doyle publicara
en 1912 su novela “El Mundo Perdido”.
Otro de los tepuyes más conocidos en esta region del Sureste de
Venezuela es la meseta del Auyantepui , desde donde cae el Salto Ángel
979 m, formando la catarata más alta del mundo. Pero las expediciones
hacia estos lugares son todavía escasas debido a las dificultades
logísticas y al elevado costo del transporte aéreo, por lo que
solamente algunos exploradores como Tate, Phelps, Maguire, Steyermark,
Michelangeli y Brewer-Carías han logrado subir a estas montañas para
descubrir en ellas centenares de especies de plantas y animals que no
existen en ningún otro lugar del mundo, como por ejemplo las especies
de plantas “carnivoras” como las Heliamphora sp., las Utricularia sp.,
y las Drosera sp.; los géneros endémicos como Neblinaria,
Chimantaea que solo se desarrollan en las cumbers de esos tepuyes
específicos; y también las extrañas ranas del género Oreophrynella sp.,
y muchisimos insectos y escorpiones extraños. Pero la última cosa que
se ha descubierto en estos tepuyes durante los últimos 30 años, ha sido
unas cavidades y cuevas de tamaños gigantescos, como las que fueron
exploradas en los cerros Autana, Sarisariñama, Aonda, Guaiquinima y
Chimantá, que perforan las durísimas rocas cuarcíticas y que en
su interior guardan formas biológicas y minerales que todavía no
han sido descritas.