Es la gran pregunta, el objetivo final del trabajo con el Eneagrama.

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Muchos se quedan fascinados con su ego cuando descubren que tiene una estructura y unos patrones tan “de libro” que encajan en uno de los 9 tipos del Eneagrama y permiten entender sus motivaciones y prever su manera de reaccionar. Pero ésa no es la meta, sólo el punto de partida.

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Conocer nuestro eneatipo nos ayuda a relacionarnos mejor, ser más productivos, manejar el estrés  y las emociones, comunicarnos de forma asertiva…

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Y cuanto mejor conocemos la máquina aumentan nuestras posibilidades de cuidarla y utilizarla con consciencia, pero ¿hacia dónde le decimos que nos lleve? ¿A la independencia? ¿ a la tranquilidad? ¿a la perfección? ¿a agradar a los demás? ¿al éxito? ¿a la originalidad? ¿a la racionalidad? ¿a la seguridad? ¿al disfrute?

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Éstas son metas del ego y al perseguirlas sólo conseguimos perder consciencia para fabricar un sucedáneo que calma por momentos su malestar.

Pero si después de explorar tu tipo, lo relajas hasta el punto de poder percibir lo que hay por debajo, lo que tu inconsciencia te impide expresar, tendrás a tu alcance todas esas cualidades y muchas más y manifestarás en el momento presente toda la grandeza de tu ser real.

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¿Te atreves a descubrirlo y encarnarlo?