M A G A Z I N E
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El vino más valorado, con 16 puntos, de la Finca Binigual 2005 Tinto.
El vino más valorado, con 16 puntos, de la Finca Binigual 2005 Tinto.

Alfonso Cortina Alcocer. / LUIS DE LAS ALAS
Alfonso Cortina Alcocer. / LUIS DE LAS ALAS

Marimar Torres. / LUIS DE LAS ALAS
Marimar Torres. / LUIS DE LAS ALAS

Segundo vino más valorado. Artigas 2005 Tinto.
Segundo vino más valorado. Artigas 2005 Tinto.

Una de las instalaciones que ofrecen vinoterapia. Hotel Daniya.
Una de las instalaciones que ofrecen vinoterapia. Hotel Daniya.

Coordinación: JUAN M. BELLVER y ALEJANDRA YÁÑEZ. Producción: LUISA CASTIÑEIRA. Ilustraciones: VICTORIA MARTOS


EMPRESARIOS

Entrecanales, entre viñedos

Es una de las grandes fortunas del país y ha creado un gigantesco grupo empresarial, pero además de Acciona, José María Entrecanales de Azcárate ha puesto en pie un proyecto que se ha convertido en su verdadera pasión. Se llama La Casa de las Cuatro Rayas y es una envidiable bodega en la Denominación de Origen de Méntrida, en Toledo. Arrayán es el nombre de su vino y el éxito, como siempre, su objetivo.

Cuando se atraviesa la verja de Finca
La Verdosa, en Santa Cruz de Retamar, saltan los ciervos junto al camino. Los animales convierten en espectacular la llegada a la cuna de los vinos Arrayán –el Petit Verdot, el Merlot, el Cabernet Sauvignon, el Syrah y el Premium–. Pronto se ve la edificación que le da nombre a la bodega, La Casa de las Cuatro Rayas, un edificio rehabilitado al que acompañan dos más modernos. Cerca de la bodega física, 26 hectáreas de vid laten en estas tierras toledanas, en el corazón de la D.O. de Méntrida. Allí nació el sueño de hacer un vino para este empresario que afronta el que puede considerarse su último reto –de momento– y como siempre, para triunfar.

P.Háblenos un poco de su infancia, de cómo empezó a tomar contacto con el vino. ¿Creció rodeado de afición? ¿Recuerda algún vino que se encontrara en su mesa? R.Cuando era niño había guerra y posguerra y la preocupación de las familias españolas no era precisamente los vinos. En nuestra mesa se podía encontrar un vino rosado leonés, que defendía bastante mi madre por ser vino de su tierra.

P. ¿Y cuándo lo probó por primera vez? R. Fui muy precoz en esto de los vinos. No recuerdo exactamente a qué edad, pero en Francia solía ir con mis amigos a un restaurante donde nos servían unos borgoñas que creíamos que eran espectaculares, quizá nos parecieron así en su momento por sus precios espectaculares (ríe).

P. Seguro que los recuerdos del primer vino que cató, que le impactó, son distintos... ¿Podría contarnos cómo fue?
R. Estudiaba en Suiza, cerca del lago Annecy, donde había un restaurante con mucho encanto en el que era muy difícil encontrar sitio. Iba con frecuencia y me hice amigo del maître, con quien, por cierto, mantuve contacto muchos años después de regresar a España. Se servían solamente vinos franceses y el primer vino que me dio a catar fue un Petrus. Verdaderamente me impresionó.

P. ¿Cuándo comenzó a comprar vinos? ¿Cuáles eran? ¿Compra ahora otros distintos?
R. Si mal no recuerdo, comencé a comprar mis propios vinos cuando me casé, principalmente riojas de marcas diversas. Ahora sólo consumo los vinos que directa e indirectamente produzco.

P. ¿Ha tenido usted siempre una cava o armario acondicionado para almacenarlos?
R. Las casas en las que he vivido hasta la fecha han tenido sótanos, los cuales me han servido de cava.

P. Si bajáramos a ella..., ¿qué nos podríamos encontrar? ¿Cuáles son sus joyas? ¿A cuál no renunciaría de los que guarda?
R. Tengo en su mayoría los vinos que produzco y algún Petrus y Vega Sicilia. Mi joya y el vino al que no renunciaría es, sin duda, mi gran pasión, el Arrayán.

P. Ahora que se habla tanto de la inversión en vinos, ¿es usted uno de los que apuesta por ellos?¿Los colecciona?
R. La verdad es que no soy coleccionista , ni invierto en otras marcas que no sea la mía.

P. Como hombre de negocios, ¿qué papel cree que tiene el vino en las comidas de trabajo? ¿Se fijan los comensales en la elección?
R. En las comidas de trabajo creo que el vino tiene poca importancia, a veces se suele elegir un buen vino que puede ser motivo de conversación cinco minutos, sobre sus características generales principalmente, nada más.

P. Y, a modo de regalo para socios y colaboradores e incluso amigos, ¿es importante el vino que se elige?
R. Para regalo a socios, colaboradores y amigos, sin duda, se debe elegir un gran vino.

P. Si hiciera la gran operación comercial de su vida, ¿qué botella abriría? ¿Y si tuviera que celebrar un momento especial de su vida?
R. En ambos casos, el Arrayán Premium 2002 como símbolo de mi primera cosecha, aunque ya está agotado en el mercado.

P. Cuando usted va a un restaurante, ¿le gusta elegir personalmente el vino que se va a beber o prefiere escuchar las recomendaciones del sumiller?
R. Me gusta ver primero los que tienen en carta y si hay alguno que me parezca sorprendente lo elijo yo; si no, me dejo aconsejar por el sumiller.

P. Cuando pide una botella, ¿está relacionada con el maridaje con el plato, con cómo se siente en esa ocasión o quizá con sus gustos y apetencias?
R. Normalmente me dejo llevar por mis gustos, por lo que me apetece en el momento.

P. Díganos sobre sus gustos vinícolas. ¿Qué características son las que más aprecia?
R. Me gustan potentes, con mucho cuerpo y mucha fruta.

P. ¿Y cómo son los vinos que le gustan? ¿Cuál es su gran capricho vinícola (con el que no fallaría un compañero de mesa)?
R. Me gustan los vinos expresivos e intensos, es obvio que mi capricho vinícola es mi gran proyecto personal, Arrayán.

P. Si alguien tuviera que regalarle una botella, ¿cómo acertaría?
R. No hay regla matemática para acertar conmigo cuando me regalan vino, me gusta probar cosas diferentes.

P. Cambiemos de tema. ¿Cuándo y por qué se decide a crear un vino? ¿Cómo se mete en esta aventura?
R. Estando un día en mi finca, vi una zona ideal para plantar viñas, algo que me ha gustado desde siempre. Seguir su evolución y lograr producir un vino que me gustase era algo que quería hacer. Además, creo que una viña le da más color a la tierra.

P. ¿Por qué elige Méntrida [una denominación desconocida y poco valorada cuando comenzó] para la elaboración de sus propios vinos y no una D.O. más glamourosa?
R. Mi finca está en la zona de Méntrida, por lo que nos acogimos a esta denominación de origen. Creo que ha sido positivo ya que gracias a Arrayán la denominación tiene más prestigio que antes.

P. Y el nombre La Casa de las Cuatro Rayas, ¿cómo surge?
R. Es una antigua construcción, ahora reformada y convertida en bodega de crianza. Desde el siglo XVIII se llama La Casa de las Cuatro Rayas, debido a que tiene cuatro rayas de piedra caliza en las fachadas exteriores.

P. ¿Por qué la gama de vinos se llama Arrayán? ¿Tiene algún significado especial?
R. Sí, el barco que me vendieron se llama Arrayán debido a que tenía su origen en el bosque de los arrayanes en Chile. El significado que tiene para mí es muy sencillo, ha sido parte de mi vida y, por la misma razón, mis vinos llevan ese nombre.

P. ¿Por qué eligió al enólogo Miguel Ángel de Gregorio?
R. Miguel Ángel tiene una gran personalidad y yo tenía claro que quería hacer un vino importante en cuanto a calidad, con personalidad propia, clara y definida. Sin duda él podía aportar esta fuerza y peculiaridad en un entorno y con una bodega que le ofreciera todo lo necesario para conseguirlo.

P. No podemos evitar preguntarnos por qué no optó por la garnacha –uva tradicional de la zona– y la desechó para terminar eligiendo variedades francesas. ¿Por qué se tomó esta decisión?
R. Porque en mis primeros pasos en el mundo del vino me lo aconsejó mi amigo el marqués de Griñón (Carlos Falcó, que posee una bodega con su título como nombre).

P. ¿Es Arrayán un sueño vinícola hecho realidad o todavía no? ¿Son éstos sus cinco vinos soñados?
R. Todavía no, porque si se hace realidad quiere decir que se acabó el sueño... y éste tiene que continuar. Tengo cinco vinos y sigo soñando con más.

P. ¿Ha aplicado a la bodega su experiencia empresarial o es este negocio más personal y visceral?
R. Es más personal y visceral, pero a todo negocio hay que aplicarle la experiencia que se tenga.

P. Tras mil batallas en el Grupo Acciona, ¿son distintas, mejores, peores o más frustrantes las vinícolas, donde la tierra y la naturaleza están tan relacionadas con el éxito?
R. Son batallas totalmente distintas, con la característica de que en una batalla vinícola nuestra gestión se puede ver influida por la naturaleza.

P. ¿Quién le ha diseñado la bodega? ¿Qué se buscaba con el diseño de la misma?
R. La idea fue mía. Quise un diseño funcional y práctico integrado en el entorno. Lo más importante para mí ha sido tener un gran vino y todo el enfoque del proyecto ha ido en esa dirección, más que en tener una construcción con arquitectos y diseñadores reconocidos.

P. En el momento que vive usted actualmente, ¿qué representan este proyecto y el vino en su vida?
R. Ahora que estoy jubilado es una ocupación que me ilusiona y distrae mucho.

P. ¿Qué le dicen sus médicos del tema? ¿Le permiten tomarlo?
R. Moderadamente. Como a todos.

P. ¿Participa en otros proyectos vinícolas? ¿Cuáles y por qué?
R. Acciona tiene importantes negocios vinícolas, en ésos soy presidente de honor y ya no intervengo en su gestión.

P. ¿Participan sus hijos de esta pasión vinícola? ¿Están implicados en este proyecto?
R. No. Ninguno.

P. Para terminar, de los cinco vinos que usted hace, ¿cuál es su favorito y por qué?
R. El Arrayán Premium. Es el vino más complejo y elaborado. Es el buque insignia de la bodega.

Una bodega estresa más que los negocios

Hace seis años, en 2001, Alfonso Cortina Alcocer comenzó a mirar al cielo. Entonces aún ocupaba la presidencia de Repsol, pero sus desvelos por la lluvia o el granizo tenían que ver con los viñas que tenía plantadas en su finca de Ciudad Real. Hoy su bodega Vallegarcía está entre las más futuristas de España y, aunque la comercialización no es fácil, sus vinos se venden bastante bien. «Hay mucha competencia», se lamenta.

El nombre de Alfonso Cortina Alcocer (Madrid, ?944) ha sido sinónimo, hasta ahora en España, de empresario triunfador. Sin embargo, desde hace unos años, está ligado también al mundo del vino a través de su bodega Vallegarcía, que lleva el nombre de la finca que posee en el municipio de Retuerta de Bullaque, provincia de Ciudad Real. Cortina llegó a esta zona de los Montes de Toledo en ?993, siguiendo la estela de su hermano Alberto, que había adquirido unos terrenos vecinos algunos años antes. El principal reclamo de la comarca es la caza, que atrae a tiradores de toda Europa a esta área privilegiada situada entre Las Ventas con Peña Aguilera y el Parque Nacional de Cabañeros. Pero nuestro hombre no es un forofo cazador, así que, cuando en ?999 se planteó darle cierta utilidad mercantil y social a sus tierras, siguió el ejemplo y el consejo de su amigo Carlos Falcó y plantó viñedo. Gran aficionado al vino y al buen comer (es miembro de la Academia Española de Gastronomía), a Alfonso no le costó lo más mínimo lanzarse a plantar viña en las 29 hectáreas más adecuadas de una finca que, con cerca de 2.000, no es en absoluto de las más grandes de la zona. Pronto le picó el gusanillo de ver cómo sería el vino de Vallegarcía y, en 200?, decidió etiquetarlo con su propia marca, obteniendo con viñas de dos años 90 puntos en la guía de Parker.

Para alguien que, por aquel entonces, ocupaba la presidencia de Repsol, un minúsculo viñedo en su finca de fin de semana no debiera haber significado casi nada. Pero Alfonso es un perfeccionista metódico en todo lo que hace, así que llamó para su proyecto vinícola a los mejores: el viverista más reputado de Francia; el mundialmente famoso experto australiano en viticultura Richard Smart y un enólogo madrileño que ya apuntaba (y hoy está considerado entre los más prestigosos del país) llamado Ignacio de Miguel. En las primeras cosechas, a falta de bodega propia, las uvas de viognier, syrah, cabernet sauvignon y merlot eran enviadas a las instalaciones cercanas de Dehesa del Carrizal, propiedad de Marcial Gómez Sequeira (entonces presidente de Sanitas) y donde trabajaba como director técnico De Miguel.

Cuando no hubo la menor duda de que los vinos de Vallegarcía merecían la pena, Cortina se decidió a construir su propia bodega. Y, como era de esperar, lo hizo a lo grande. El edificio de Vallegarcía, pocos kilómetros al sur de la residencia familiar, no es espectacular por su tamaño, sino por su diseño arquitectónico, que recuerda a bodegas de fama internacional como Opus One o Catena Zapata, y por su tecnología de vanguardia, que la sitúa entre las más futuristas de España. En un mediodía soleado de noviembre, recibió a Magazine en su despacho de la bodega, presidido por grabados de Palazuelo (el arte es su otra pasión) y por un gran caballo chino de madera del siglo XVI que es el anagrama de su bodega y el símbolo de su vocación enófila.

P. Cada vez hay más empresarios de éxito que se meten a bodegueros. ¿El mundo empresarial conduce al mundo del vino?
R. No creo. Desde luego, en mi caso no. Yo empecé a beber vino y a fijarme en las etiquetas y a comprar cajas y almacenarlas cuando tenía veintitantos años. Tampoco se puede decir que heredara la pasión de mi padre, que aunque era diplomático y guardaba algunas botellas buenas (generalmente, mal conservadas), nunca sintió pasión por el tema. Yo he bebido vino de siempre y, cuando no, cerveza. Por supuesto, con moderación. No he tomado un cubata en mi vida. Ni siquiera he probado la Coca-Cola...

P. Y el vino en los negocios, ¿cómo cuadra? ¿A través de él ha encontrado alguna vez complicidades empresariales?
R. Tanto como eso no. Pero el vino es un elemento fundamental en una cena o en un almuerzo. Y en una cena o en un almuerzo se hacen negocios...

P. ¿Ayuda a culminar una fusión?
R. Pues grandes operaciones se han hecho alrededor de un mantel, desde luego.

P. Usted que sabe de inversiones un rato, ¿por qué cree que tanta gente se ha puesto últimamente a invertir en bodegas?
R. Es un negocio con un atractivo que no tienen otros. Y da cierto prestigio, pero sólo cuando haces las cosas bien. Cuando haces las cosas mal, pierdes el prestigio y el dinero.

P. ¿Cualquiera con dinero puede meterse a bodeguero?
R. Si tienes sentido común y amor por el vino, sí. Si lo haces sólo por presumir, terminas como tantos que hay por ahí, que tienen un viñedo y hacen unas mamarrachadas...

P. ¿Muchos amigos le han pedido consejo para hacerse vinateros?
R. No, no he tenido escuela.

P. ¿Y esto exige mucha vocación?
R. Es un trabajo muy complicado. Dependes de la madre naturaleza... la climatología es un factor exógeno, que no lo controla nadie.

P. O sea, que aquí no se pueden hacer cálculos de rentabilidad...
R. Es que aunque tengas un año maravilloso, si en septiembre te viene un pedrisco... Éste, por ejemplo, hemos tenido suerte: ha caído un granizo en el pueblo tremendo. Si se desplaza tres kilómetros hasta nuestra finca, nos arruina la cosecha. Y eso supone una pérdida considerable, tanto de dinero como de entusiasmo. Este año ha llovido en septiembre y tuvimos que parar la vendimia, esperar a que se secara la uva... Es un estrés que no tienes en la actividad industrial, donde sacas un producto, te equivocas o no te equivocas, pero es algo recurrente... hasta que agotas el producto. Y lo renuevas por otro. Si es un tema extractivo, como puede ser el pétroleo, el aluminio o el oro, pues tienes otros condicionantes técnicos o políticos, pero no de calidad... Luego la comercialización es muy difícil. Hay mucha competencia.

P. Cuando empezó en esto, ¿pensaba que iba a ser difícil vender el vino?
R. Por ahora, lo vendemos bastante bien; sobre todo el blanco viognier... Pero reconozco que el mercado vinícola tiene unas reglas y unas variables a veces extrañas. Por ejemplo, en Francia, cuando sale un año excepcional como el 2000, el 90 o el 82... la añada se cotiza mucho más y, de esa forma, recuperas la inversión de otros años más flojos, en los que tuviste que bajar el precio. Pero aquí no se paga la calidad de la cosecha. En España el precio es igual todos los años, lo cual es absurdo. En Francia, en 2004 y 2005 el precio del vino subió hasta cinco veces. Aquí si haces eso, te lo tragas.

P. Como coleccionista antes que bodeguero, del precio del vino sabrá usted mucho... ¿Cuántas botellas tiene en su cava privada?
R. No podría decirte. Tengo varias casas y en todas guardo algunas botellas que me gustan. Pero es en Madrid y aquí, en Vallegarcía, donde está el grueso de mi colección. En Madrid, como vivo en un piso, tengo unas 2.000 botellas en el trastero; mientras que en Retuerta de Bullaque, he habilitado un sótano bastante grande y guardo mucho más... pero no he contado el número.

P. ¿Cómo compra?
R. Mucho en primeur (el sistema francés de venta en primicia), bastante directamente a bodegas de amigos como Lafite-Rothschild o Vega Sicilia, en las que tengo cupos anuales... Y algunas veces en subastas, aunque tengo prevención después de alguna mala experiencia. Ya sólo pujo por un lote que me aseguren que ha estado bien conservado.

P. ¿Se considera un loco del vino?
R. En cierto modo. Yo compro mucho vino, quizá más del que puedo beber. Pero tampoco eso me va a llevar a la ruina. Y lo que más me gusta de descorchar una botella es el hecho de compartirla... También he invertido en una bodega, pero no es un proyecto disparatado, sino una forma de dar utilidad a una finca y crear empleo en una zona que estaba bastante deprimida.

P. ¿Cómo se implica en el proceso de elaboración del vino?
R. A mí me gusta mucho el tema de las instalaciones de bodega porque yo, antes de estudiar Económicas, me hice ingeniero industrial. Pero no me meto en las decisiones de viticultura o enología. Para eso están los expertos. En mi vida profesional siempre he creído que centralizar es un fracaso; sobre todo, con gente que sabe mucho más que tú. El secreto para dirigir una empresa vinícola o de otro tipo es saber delegar, tener sentido común e intuir por dónde va a venir la rentabilidad.

P. Esta expresión que los medios de comunicación se han inventado de los vinos de la beautiful people, ¿qué le parece?
R. Lo primero: la beautiful people no existe. ¡Somos gente normal! Normales porque no somos multimillonarios, sino gente que tenemos una afición desmedida por algo en lo que creemos. Y quizás nuestro rasgo de diferenciación de otras actividades sea ése, un amor desmedido al vino. Pero lo de la jet es una tontuna... De verdad, hay que padecer mucho. Echa la vista atrás y piensa que esto, hace ocho años, era una raña [que es como llaman en los Montes de Toledo a las zonas llanas] donde nunca se había hecho vino. Y conseguir en ese tiempo tener una marca reconocida y prestigiosa en el mercado, no es cosa de glamour.

P. Su hermano Alberto, ¿qué le dice de su vino?
R. Le encanta. Mi hermano sabe un huevo de esto porque tiene una bodega maravillosa. El único blanco español que toma es el mío. Y si no le gustara, no lo bebería. Menudo es...

La española que triunfa en California

Desde que era niña, Marimar Torres lleva en la sangre la pasión por la vid. Miembro de una saga catalana con gran tradición vinícola, hace tres décadas decidió probar suerte en la costa Oeste de EEUU. Primero dobló las ventas de los vinos familiares en aquel mercado. Hoy es propietaria de dos viñedos en el condado de Sonoma (California) y se muestra firme defensora de la agricultura biodinámica.

En el pueblo de Sebastopol, Russian River Valley (California), todos la conocen por Marimar. Marimar, a secas. Y los que saben su apellido, Torres, suelen ignorar que se trata de un nombre mítico del vino español, de una familia que lleva cultivando la viña en el Penedés desde el siglo XVIII y que fundó su bodega nada menos que en ?870, protagonizando un auténtico boom comercial en la España de los 70 con la incorporación de uvas foráneas y la explotación de una imagen de marca conocida hoy en todo el mundo.

Marimar es la pequeña de los tres hijos del difunto patriarca don Miguel, el gran impulsor de la marca. A sus dos hermanos mayores, José María y Miguel, les iniciaron pronto en el negocio familiar; pero para ella, sus progenitores tenían destinado el papel que la época reservaba a las mujeres: buscar el novio adecuado y casarse bien. «Pero yo me escapaba a las viñas con Miguel», recuerda. «No me conformaba con el rol que querían imponerme. En aquellos tiempos, pocas mujeres estudiaban y yo convencí a mis padres de que, yendo a estudiar a Barcelona, encontraría un buen marido. Así que me salí con la mía: me matriculé en Peritaje Mercantil y, a los 28 años, me fui a vivir a mi propio apartamento. Aquello fue un escándalo…».

Firme en sus convicciones desde muy joven, Marimar Torres (Barcelona, ?945) ha nadado casi toda la vida a contracorriente. Y ha afrontado retos personales y profesionales que alguien de su linaje podía haberse ahorrado perfectamente. «Mi padre era un carácter, un león, una fuerza vital... En ?973, vine con él a una convención vinícola a San Francisco y le convencí para que me dejara quedarme unos meses», prosigue. «Yo quería ser independiente y, en España, la verdad, no encajaba». Se instaló en California a mediados de los 70 con la excusa de impulsar la distribución de los vinos de Torres en aquel mercado; por supuesto lo logró, y dobló la venta en apenas ?0 años.

Se casó con un periodista vinícola norteamericano, Robert Finnegan (otro disgusto familiar), y luego se divorció a los cuatro años (nuevo escándalo). Cuando los Torres esperaban que volviera al redil, decidió quedarse en Sausalito, la pequeña localidad del norte de la bahía de San Francisco y criar a su hija Cristina ella sola («lo que aquí se llama un single parent project», apunta), mientras seguía trabajando para la firma bodeguera. «Claro, que yo sólo me ocupaba del marketing. Ni siquiera dirigía la importadora porque mi padre era muy machista», añade.

Libros de cocina. Más retos. En ?986, cuando nadie en todo el orbe apostaba por la gastronomía de la piel de toro, ella se empeñó en publicar en Estados Unidos y Gran Bretaña Spanish Table. «Un libro para anglosajones; no quise traducirlo al castellano», señala. Seis años después, aprovechando el tirón de las Olimpiadas de Barcelona, pondría a la venta otro, La cocina catalana, éste sí editado en dos idiomas. Para entonces, ya había convencido a don Miguel para invertir 800.000 dólares del año 8? en un viñedo en el Russian River Valley. «Busqué propiedades en Napa, que es un valle más conocido y más comercial, pero todo era muy caro. Entonces visité el Russian River, en el condado de Sonoma, y tuve un flechazo. Compré una antigua plantación de manzanas de 25 hectáreas y, entre el 86 y el 88, planté las primeras vides de chardonnay y de pinot noir, dos castas borgoñonas que son mis favoritas. Los expertos lugareños me decían que aquello era muy frío, que el clima no le iría bien a las uvas de Borgoña, que son tan delicadas, pero yo no hice caso».

Genio y figura. Hoy la pinot noir es la uva de moda entre los esnobs en California, sobre todo tras el éxito de la oscarizada película Entre copas, de Alexander Payne, y se agota con facilidad en el mercado yanqui. «A nuestra casa de Sitges venían profesores de enología y de viticultura de Borgoña y se hablaba francés. Yo me fui a pasar temporadas allí a aprender, porque en España no podía. Recuerdo que un día le pedí a mi hermano Miguel acompañarle a catar a la bodega y él se opuso firmemente porque me dijo que, si yo iba, los trabajadores iban a estar cohibidos. Así era el mundo del vino en España hace unas décadas. Ahora han cambiado mucho las cosas. Mi sobrina Mireia, por ejemplo, es enóloga», explica.

A pesar de vivir a miles de kilómetros de distancia, Marimar sigue muy unida a los suyos; sobre todo a su hermano Miguel, que lidera actualmente la empresa familiar y bajo cuyo mando Torres se ha convertido en una firma líder en el sector de los vinos y los brandies, con más de ?.300 hectáreas de viñedo propio, una plantilla de 800 empleados y presencia en ?30 países.

«Miguel es un líder nato, le encanta innovar y mandar, como a mí. De pequeños, siempre me enredaba en aventuras infantiles... Desde que me vine a California, he contado con su apoyo incondicional en todos mis proyectos. Suele venir una vez al año, para ver cómo va todo y dar alguna idea. Estamos muy unidos, nos llamamos todos los domingos religiosamente», comenta.

En la actualidad, el Marimar Torres Estate cuenta con dos viñedos, el Don Miguel Vineyard, en Russian River, y el Doña Margarita, adquirido en 2002 en la cercana localidad de Occidental (condado de Sonoma Coast). Siempre con uvas propias, Marimar lleva realizadas ?8 cosechas de blanco y ?4 de tinto. Y hoy su catálogo de vinos ofrece tres chardonnays y nada menos que cinco pinot noirs, su gran debilidad. «Lo que amo de la pinot noir es la fruta, la pureza, la sensualidad, la elegancia. No puedes vinificarla como un cabernet porque es mucho más delicada. Los líderes de opinión del vino americano, Robert Parker y la revista Wine Spectator, ponen notas más altas a los pinot noirs muy potentes y muchos bodegueros siguen esa tendencia. Pero yo no pienso hacerlo porque tapa la esencia de la uva», sentencia. Otra vez, Marimar a contracorriente.

La bodega de Sebastopol tiene anexa una vivienda de fin de semana, construida en ?949 y remodelada en ?984, decorada con muebles de masías catalanas y presidida por retratos de la familia o de visitantes ilustres (los Reyes de España y el Príncipe de Asturias han sido huéspedes en varias ocasiones). La finca, que cuenta con nueve trabajadores, está rodeada de huertos de plantas aromáticas y bosques por los que Chico, el springer spaniel de Marimar, persigue codornices, tejones y pavos salvajes (estos últimos, por lo visto, una verdadera plaga, ya que destrozan las viñas). Las vistas, desde la piscina, son impresionantes, pero lo que más destaca en este paisaje idílico, como de Falcon Crest en miniatura, son tres enormes montículos de color marrón oscuro y olor penetrante. «Es el compost, un abono que se obtiene de la descomposición de los residuos orgánicos y debe mezclarse con tierra y airearse durante un tiempo antes de echarlo al campo. Desde el año 2000, nos hemos pasado a la agricultura biodinámica», aclara.

La biodinámica es una tendencia al alza entre los viticultores más innovadores, sobre todo en pequeños minifundios. Va un paso más allá de la agricultura ecológica y tiene que ver con las energías cósmicas. «La biodinámica contempla la viña no como una colección de cepas, sino como un organismo viviente», puntualiza. «Cuidar el suelo y la salud de los trabajadores es una cuestión de fe. Si piensas en el futuro y en las próximas generaciones, la viticultura orgánica es la única vía. Además, los vinos tienen más personalidad. Me metí en esto un poco por casualidad, por sugerencia de los vecinos de nuestro viñedo en Sonoma Coast. Occidental tiene un pasado hippie importante, de granjas alternativas y gente muy preocupada por el entorno.

Cuando compré la propiedad, me recibieron con cautela. Estaba plantando una viña en unos terrenos que llevaban mucho tiempo salvajes y no pudieron ocultar su desconfianza. Así que restauré el arroyo local, llamado Salmon Creek, di una donación de la Fundación Marimar y Cristina Torres Family para ayudar al colegio, hablé con algunos vecinos y me comprometí a que Doña Margarita Vineyard (en honor a mi madre, que siempre me apoyó) fuera, desde el principio, ?00 % ecológico. Lo que más me costó fue convencer a mis empleados, porque da el doble de trabajo. Pero ahora estamos muy contentos con los resultados y explotamos todas nuestras viñas con este sistema, en el cual el compost resulta fundamental».

¿Proyectos de futuro? «Plantar cepas españolas. Hemos probado con la blanca parellada durante ?0 años, pero no salía un vino interesante. Ahora lo estamos intentando con la tempranillo y la albariño». ¿Y cómo se ve España desde allá, tras más de tres décadas de doble nacionalidad? «Cuando llegué, en el 73, San Francisco me pareció una ciudad muy amistosa, un puerto cosmopolita de clima mediterráneo, liberal, artístico, me recordaba un poco a Barcelona… A España sigo ligada por mi familia y los negocios. Voy cuatro veces al año para consejos de administración pero no tengo nostalgia. Cuando vienen a verme compatriotas, siempre me hablan de los problemas del país y se quejan mucho, pero desde aquí se ve España de forma maravillosa».



     
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    Por JUANCHO ASENJO y PEP PEIRÓ
    Fieles a nuestra cita anual se cumple la sexta edición de la cata de novedades del Especial vinos. Esta vez, los protagonistas fueron los enólogos. Antes pasaron por estas páginas: famosos, los más generosos; sumilleres, también bondadosos; el exigente equipo de cata de elmundovino.com y los aficionados, sin duda, los menos clementes. La cata fue triple ciega (las botellas cubiertas de negro, donde no se conocían ni la marca, ni la zona, ni la variedad), en un marco especial como es el madrileño restaurante Aldaba, con la inestimable colaboración de su sumiller, el Premio Nacional de Gastronomía Luis García de la Navarra.

    Sobre la mesa se pusieron cerca de una treintena de vinos. A la hora de elegirlos, buscamos representar la mayor parte de las zonas vinícolas españolas, con un límite de precio de 30 euros. Los vinos se puntuaron de 0 a 20 y no se utilizaron fichas de cata independientes, sino el consenso entre los participantes. Fueron seis tandas con el criterio geográfico y la afinidad de variedades como leit motiv. Cada degustador puso su nota, la razonó y se utilizó la media para obtener la calificación final. El sorprendente triunfador fue Finca Binigual (Binissalem), llegado de las Islas Baleares, escoltado por dos prioratos: uno de última generación (Artigas) y el otro de una gran bodega recién aterrizada (Salmos, de Torres). Les siguieron un exótico plurivarietal navarro-aragonés (La Lombana), un nuevo blanco de Valdeorras (Pezas da Portela) y dos garnachas de Calatayud: una mineral de viñas viejísimas de rendimientos bajos (Alto las Pizarras) y otra de corte moderno (Garnacha de Fuego), junto a la última sensación de Rueda (Ossian, de Javier Zaccagnini), todavía joven y con cosas por decir.

    Naturalmente, hubo alguna calificación desconcertante. Sobre todo, en marcas de las que se podría esperar algo más. Pero, ya se sabe, cada cosecha es un mundo y cada botella, una pequeña caja de sorpresas.

    Alrededor de la mesa se sentaron cinco prestigiosos enólogos: Agustín Santolaya, investigador y filósofo con gustos clásicos; Eduardo García (hijo del gran Mariano García), representante de la nueva generación que busca la identidad de cada terruño; Miguel Ángel de Gregorio, inquieto y polemista nato, que elabora vinos modernos aunque en el fondo ama lo tradicional; Ignacio de Miguel, un todoterreno que piensa más en el cliente que en su propia gloria, y José María Vicente, impenitente apasionado que viaja por Europa con la misión de aprender y mejorar.

    Fueron más de cuatro horas y media. Como no podía ser menos, los enólogos desgranaban virtudes y defectos con un lenguaje técnico, algo críptico para un profano. Duros y minuciosos, dieron una lección de cordialidad, pasión y capacidad de análisis. El veredicto fue favorable si tenemos en cuenta el nivel de exigencia de estos profesionales. He aquí los resultados.

    (1) FINCA BINIGUAL 2005 TINTO | VINÍCOLA BINIGUAL | BINISSALEM-MALLORCA | 14 euros.
    Una equilibrada y serena nariz –con apuntes minerales y balsámicos– fue el rasgo más destacado. El paladar seduce por su firme estructura, por su armonía y por una carga de fruta y tanino que se prolonga en el final del trago y que representa un gran potencial de evolución.

    (2) ARTIGAS 2005 TINTO | BODEGAS MÁS ALTA | PRIORAT | 24 euros.
    Dominó su poderío en el paladar: buen esqueleto, abundancia de tanino noble, presencia de maderas de calidad. En nariz, se apreciaron finas notas balsámicas y ciertos rasgos de madurez (confitura de fruta negra). En general, gustó más la boca. “Un vino moderno, a contracorriente”, afirmó alguien.

    (3) GUELBENZU 05 TINTO | BODEGAS GUELBENZU | V.T. LOMBANA | 18 euros.
    Sedujo de este tinto su “descaro” frutal en nariz, así como un golpe exótico y floral, matizado por notas especiadas y minerales. Elegante y concentrado en boca, con un tanino muy poderoso pero que no asusta. El principal reproche es que no haya estado en barrica unos meses más.

    (4) PEZAS DA PORTELA 2005 BLANCO | BODEGAS VALDESIL | VALDEORRAS | 18 euros.
    “Fresco”, “directo”, “sin artificio”: he aquí algunos de los piropos cosechados por este blanco singular, en el que la uva godello expresa algunas de sus mejores virtudes. Nariz muy frutal. Paladar limpio y fresco, sólido y bien armado. Final elegante y muy aromático.

    (5) ALTO LAS PIZARRAS DEL JALÓN GARNACHA VIÑAS VIEJAS 2005 TINTO | BODEGAS Y VIÑEDOS DEL JALÓN | CALATAYUD | 20 euros.
    Un vino original: presenta en nariz una interesante serie de aromas balsámicos, fruta negra y una madera algo autoritaria. Opulento en el paladar y corpóreo, tiene un levísimo punto ardiente en el final del trago.

     
     
     AHORRO
     
    Gangas en el súper para el menú diario
    ¿Quién dijo que una buena botella tiene que ser cara? Los vinos que se pueden encontrar en el supermercado, con su precio ajustado, son los más demandados pese a no disfrutar de una gran fama. He aquí algunas pautas para comprar bien y pequeñas propuestas para acompañar con dignidad el menú
    Por JUANJO ASENJO
    La felicidad no la da el dinero; puede sonar a tópico, pero en el mundo del vino es una realidad. Fuera corsés e ideas preconcebidas, porque pagar poco no significa beber mal. Si está en la tesitura de apretarse aún más el cinturón, tampoco tiene por qué renunciar a la calidad. Los bolsillos vacíos con la subida de los precios de las hipotecas y de los productos de primera necesidad convierten este segmento en algo cada vez más atractivo, pese a que el vino barato sea una noción vilipendiada y rechazada por muchos degustadores de paladar fino, entre los que nos encontramos los críticos. Son los más demandados pero los menos reconocidos, ya que el público los compra en silencio, sin compartir su experiencia. Se venden en los supermercados, los hipermercados o en las grandes superficies como cualquier otro alimento.

    En un país tan marquista como el nuestro, el nombre de la denominación o el del productor tienen más peso que el precio o la añada. Hasta no hace tanto tiempo, las bodegas eran reacias a vender en las grandes superficies por la presión de sus distribuidores o porque consideraban que les restaba prestigio pero, como decía Bob Dylan, “los tiempos están cambiando”. Existe la vida más allá de Rioja y de Ribera del Duero aunque, con seguridad, no sería tan placentera.

    ¿Qué busca el cliente? El cliente habitual que compra en estos establecimientos busca una regularidad en el producto que adquiere; un vino para consumir rápido que no le provoque complicaciones y que sea de trago fácil; un precio que se adapte a sus posibilidades y no le preocupa tanto la añada como el sabor al que se ha acostumbrado; que estén preparados para un consumo más o menos inmediato y que sean vinos para cada día sin tener intención de guardarlos.

    La elección no es fácil, porque a marcas bien conocidas que están en la mente de todos se suman una mayoría de etiquetas muy poco habituales que parten de un precio cercano a un euro –terreno habitual de los vinos de mesa envasados en brick–.

    Ventajas y desventajas de comprar en hipermercados o supermercados. Los supermercados e hipermercados tienen la ventaja de proponer tentadoras ofertas de vinos de diferentes procedencias. Su mayor atractivo reside en las promociones puntuales, que se basan en fuertes campañas publicitarias y se comercializan a unos costes muy ventajosos. Antaño, la gama era bastante limitada y variaba poco, pero en los últimos años la oferta ha crecido y se está diversificando, con una apreciable mejora en cuanto a número de marcas y amplitud de denominaciones; incluso, con cierta timidez, aparecen vinos foráneos de primer precio. Son genéricos de regiones de amplia producción, donde no se tiene noticia del nombre del productor. El de mayor éxito es el Lambrusco Rosado, una tipología que no existe en Italia y sólo se elabora para la exportación.

    La rotación es infinitamente mayor entre los vinos de primer precio y se venden mejor los que aparecen en el catálogo que los no publicitados; por eso, la garantía de buen estado de conservación de estas botellas es superior. Así, les afectan menos las condiciones de exposición, que no son las idóneas dados los cambios de temperatura del almacén frente a la tienda, tanto por los excesos de calor como de luz, que tanto perjudican al vino. Es la ventaja del precio frente al inconveniente de la conservación o de la oferta limitada. Otra desventaja es que no suele haber personal especializado que tenga la más mínima noción. El cuidado que se le presta hoy a los vinos baratos es superior al de antes: desde la propia presentación a la calidad final del producto en un mercado tremendamente competitivo. Se permite al cliente joven que se inicia en el vino y goza de pocos posibles beber y disfrutar a un precio razonable. Si ciertos vinos costaran menos dinero, atraerían a nuevos clientes que no han perdido el gusto, pero sí les ha menguado la capacidad adquisitiva.

    La elección del cliente queda limitada porque este segmento está copado por los grupos más fuertes del sector –algunos con un pasado y un presente de venta a granel– y también por las cooperativas, ya que el abaratamiento del precio viene dado por el número de botellas producidas y éstas son las únicas capaces de generar una cantidad suficiente para abastecer a una cadena que compra un gran volumen. La presentación de las botellas supera con creces lo que se podía prever. Las hay vestidas con colorido y dignidad, más de la que se podía suponer en esta franja de precios, pero no las encontrará troncocónicas. Los tapones son de silicona, de aglomerado o de corcho.

    Se pueden encontrar algunas gangas dignas de mención o auténticos chollos a un precio de risa, además de mucha morralla. Otra de sus virtudes es que son perfectos para acompañar el menú de cada día sin arruinarse y un problema añadido es un grado alcohólico tan alto(?3,5% la mayoría).

    Algunas recomendaciones para encontrar las mejores gangas. Conviene huir de las etiquetas descoloridas, señal de que el marchamo ha estado expuesto al sol o que la luz era inapropiada. Hay que desconfiar de las largas filas de botellas puestas en pie sobre las estanterías, a menos que se tenga la certeza de una adecuada rotación de las existencias. Se debe buscar primero entre los de procedencias menos prestigiosas o de nuevo cuño, ya que suelen proporcionar mayores satisfacciones que los de zonas de prestigio. Por muy poco dinero, no es fácil encontrar un vino de una calidad más que digna de Rioja o Ribera del Duero; es mejor rastrear entre denominaciones menos mediáticas pero con un interés creciente.

    ¿Cómo son estos vinos y de dónde procenden? Tradicionalmente, las regiones vinícolas que han copado este segmento tan importante del mercado han sido Rioja, Navarra, Penedés, Castilla-La Mancha o Ribera del Duero (antes con los jóvenes y hoy con los de media crianza). A ellos se han incorporado hoy Aragón, el Mediterráneo o Rueda. Mientras, se echan en falta paraísos del vino económico de calidad como Calatayud o Manchuela, sin olvidar los inconmensurables finos y manzanillas jerezanos y cordobeses, auténticos chollos no suficientemente valorados, que resultan compañía perfecta del jamón, la tortilla de patata, las gambas o unas aceitunas... y te pueden transportar directamente al paraíso.

    ¿Hay que fiarse? Salir de una denominación puede suponer una bajada de precios gracias a sus leyes más laxas y a la posibilidad de recoger uva de territorios más amplios y a rendimientos superiores, pero se saltan las fronteras geográficas, un corsé cada vez menos fiable.

    Hay supermercados que mantienen una regularidad ejemplar en la oferta de todas sus sucursales. Tal es el caso de Mercadona o Hipercor, donde el surtido es muy parecido en centros de Barcelona, Alicante, Almendralejo, Madrid o Sevilla. Sólo se diferencian en el aumento de etiquetas locales, algo que es de agradecer. En otros, por el contrario, cambia a una velocidad de vértigo; son botellas que si las ha visto hoy y le han interesado, no debe dejarlas para mañana, porque no las encontrará o, también, podrá hallarlas en una sucursal y no en otras.

    Las marcas blancas (aquellas embotelladas especialmente para la cadena por bodegas con suficiente producción) son habituales y no tienen por qué ser de menor calidad. Hay casas prestigiosas donde en nada difieren respecto a la etiqueta normal, aunque sí varía su precio. Son vinos jóvenes y afrutados, pero también los hay con medias crianzas o reservas. Se ven conocidos y reputados –habituales en estos centros– y otros que no conoce nadie. La dignidad de muchos de ellos es encomiable, casi ninguno te engaña en el precio, bastante aquilatado en general, por eso son de fiar.

    Acerca de nuestra selección. Es extraño encontrar recomendaciones en la prensa especializada acerca de qué se debe comprar en estas tiendas. Para realizar la selección, nos hemos acercado a siete diferentes supermercados dentro de la Comunidad de Madrid, con amplia representación en todo el territorio nacional: Mercadona, Hipercor, Eroski, Carrefour, Caprabo, Alcampo y Lidl. La idea era no sobrepasar los cinco o seis euros, cifra que los españoles reconocen como la cantidad máxima que están dispuestos a gastar en un vino de diario. La mayoría cuestan menos y sólo Marqués de Cáceres Vendimia Seleccionada Crianza lo supera; pero es el más vendido en el circuito Horeca (hostelería, restaurantes y cafeterías) y nos pareció representativo. Los vinos seleccionados cumplen con creces las expectativas que cualquier avezado catador podría esperar y vienen de casi toda la Península. Se demuestra que un aficionado no ha de arruinarse por beber de forma más que digna. Los chollos todavía existen, sólo necesitan que el consumidor los encuentre. Que ustedes los disfruten.

     
     
     ASTROLOGÍA
     
    Una botella para cada signo del zodiaco
    ¿Determina el horóscopo la personalidad de cada uno? Y si es así, ¿pueden influir los astros en nuestros gustos enológicos? Hemos realizado esta selección atribuyendo a cada signo el vino que por sus características más le conviene. Busque el suyo y compruebe si se siente reflejado. Es sólo un juego
    Por JOAN MERLOT y CORINA ROMÁN
    ARIES
    Del 21 de marzo al 20 de abril Personalidad Afirmación, ímpetu, fuerza. Nace con el sol, es valiente y algo intolerante Estilo de vino Un tinto recio sin denominación de origen, libre y con carácter, preferentemente de Castilla-La Mancha o Castilla y León Nuestra elección Finca Valdelagua 04. Bodegas y Viñedos Casa del Valle (V.T. Castilla). 15 euros aproximadamente.

    TAURO
    Del 21 de abril al 20 de mayo Personalidad Posesivo, tenaz, perseverante. Un superviviente. Tauro está protegido por Venus, que le empuja al placer y a vivir intensamente Estilo de vino Un tinto de autor. La apuesta de un enólogo famoso por una comarca humilde Nuestra elección Finca Coronado 05. Agrovinícola de Almodóvar (V.T. Castilla). 16 euros.

    GÉMINIS
    Del 21 de mayo al 20 de junio Personalidad Ágil, adaptable, inquieto, camaleónico, curioso. Mercurio le empuja a la renovación y al viaje constante Estilo de vino Un blanco ligero y aromático que ganará complejidad con los años. Quizá un albariño escogido o un riesling Nuestra elección Nora da Neve 05. Bodega Viña Nora (D.O. Rías Baixas). 19 euros

    CÁNCER
    Del 21 de junio al 22 de julio Personalidad Contemplativo, soñador, afectivo, familiar, estable. Sentimental y con una rica vida interior. Estilo de vino Un tinto amable de bodega innovadora y precio contenido. Mejor si es de Rioja o Ribera del Duero Nuestra elección Cantos de Valpiedra 05. Finca Valpiedra. (D.O.C. Rioja). 12 euros.

    LEO
    Del 23 de julio al 22 de agosto Personalidad Idealista, leal, generoso, exigente. Leo canaliza toda su energía en la realización de grandes empresas Estilo de vino Un tinto (o incluso un blanco) que represente un desafío, un proyecto de bodega ambiciosa en tierra indómita Nuestra elección Plural 04. Bodega Osborne Malpica (V.T. Castilla). 12,50 euros.

    VIRGO
    Del 23 de agosto al 21 de septiempre Personalidad Práctico, realista, reservado, pudoroso, sobrio, detallista, honesto, metódico, amante de la disciplina y de los principios Estilo de vino Un tinto reserva de una casa histórica pero no desfasada. Rioja, claro Nuestra elección Marqués de Murrieta Reserva 02. Marqués de Murrieta (D.O.C. Rioja). 17 euros.

    LIBRA
    Del 22 de septiembre al 22 de octubre Personalidad Tolerante, pacifista, ecuánime. Parece indeciso porque su preocupación es elegir lo mejor Estilo de vino Ni blanco ni tinto. Un rosado salomónico. Eso sí, de marca conocida, nada de experimentos Nuestra elección Marqués de Riscal Rosado 06. Herederos del Marqués de Riscal (D.O.C. Rioja). 5,28 euros.

    ESCORPIO
    Del 23 de octubre al 21 de noviembre Personalidad Audaz, inconformista, combativo, productivo, sensual. Busca el placer a través del poder Estilo de vino Nada más seductor y festivo que las burbujas. Cava o champán, usted verá el presupuesto Nuestra elección Veuve Clicquot Rosé. Veuve Clicquot Ponsardin (A.O.C. Champagne). 75,50 euros.

    SAGITARIO
    Del 22 de noviembre al 22 de diciembre Personalidad Partidario de la ley y el orden. Recto, abierto, entusiasta, emprendedor, líder, amante del prestigio y la honorabilidad. Estilo de vino Un tinto “top” de marca reconocida y denominación incuestionable. Rioja, Ribera, Penedés... Nuestra elección Gaudium 02. Marqués de Cáceres (D.O.C Rioja). 45 euros.

    CAPRICORNIO
    Del 23 de diciembre al 21 de enero Personalidad Perseverante, mira siempre hacia el futuro. Preocupado por el éxito, ambicioso, pero a la vez austero y sacrificado Estilo de vino Un tinto moderno de empresario triunfador y zona no demasiado evidente Nuestra elección Pago de Larrainzar 05. Bodega Pago de Larrainzar. (D.O. Navarra). 25 euros.

    ACUARIO Del 22 de enero al 21 de febrero Personalidad Curioso, tolerante, bohemio y fantasioso. Acuario tiene un ansia permanente de libertad y es proclive a las nuevas experiencias Estilo de vino Blanco o tinto, pero muy original. Diferente, pero no raro; exclusivo, pero no caro Nuestra elección Guitián sobre Lías 06. Bodegas La Tapada (D.O. Valdeorras). 12 euros.

    PISCIS Del 22 de febrero al 20 de marzo Personalidad Espiritual, de fuertes convicciones, algo susceptible e incluso mutable, le cuesta entender el mundo, pero se reconforta en su propia identidad Estilo de vino Un vino de meditación, complejo, para saborear a solas, quizá dulce Nuestra elección Garvey Gran Orden PX. Bodegas Garvey (D.O. Jerez). 64 euros.

     
     
     TURISMO
     
    La vinoterapia, una revolucionaria cura natural
    Las bondades de la vid y su fruto han sido reconocidas desde la Antigüedad, pero sólo recientemente algunos balnearios empiezan a incorporarlas en su oferta. Baños en vino, masajes y envolturas en vid o extractos de uva pueden servir para mejorar la circulación, reducir los signos del envejecimiento y combatir el estrés y la fatiga. Desde 25 euros uno puede dejarse curar con vino
    Por LUISA CASTIÑEIRA
    Los tratamientos naturales están de moda. Y el último producto en sumarse han sido la uva y, cómo no, su rico y alcohólico néctar, el vino. Vinoterapia es el nombre de un novedoso tratamiento basado en las propiedades de tan rico elixir y entre cuyas virtudes –además de las universal y felizmente conocidas– se halla su capacidad para neutralizar la oxidación.

    Ya en la Antigüedad las civilizaciones mediterráneas lo utilizaban. Las ramas de vid se han usado para tratar ciertas enfermedades de la piel. Además, sus hojas poseen propiedades astringentes y hemostáticas, mientras que su fruto es refrescante, diurético y tonificante. Incluso, con el tiempo, diversos estudios desvelaron que las regiones en las que este néctar se consumía con regularidad, el envejecimiento causado por los radicales libres tenía menor incidencia. Todo ello se debe a los ponifenoles que contiene la uva, un componente cuyo poder supera, incluso, al de las vitaminas C y E. Comprobados los beneficios oxigenantes, circulatorios, drenantes y regenerantes de la vinoterapia, no extraña que cada vez sean más los spas que incluyen tan novedoso tratamiento.

     
     
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