Actualizado martes 15/01/2008 17:04 (CET)

LEÓN.- ¿Dónde está y dónde se come la mejor carne de buey del mundo? Pues, a juicio de la prestigiosa revista estadounidense Times, no muy lejos. Al menos, una de las mejores. Concretamente en la pequeña localidad leonesa de Jiménez de Jamuz, donde el restaurador José Gordón Ferrero ha convertido su bodega El Capricho en un verdadero santuario donde venerar a este exquisito animal, que este cocinero suele buscar en aldeas de la vecina Galicia, con animales que han trabajado duro toda la vida en el campo y que llegan hasta Jiménez para tener un último retiro dorado y ya tranquilo antes de pasar a mejor gloria.

Esta famosa revista publicaba en diciembre una doble página en la que narra las peripecias de la periodista gastronómica Lydia Ioi en su búsqueda por todo el mundo de la mejor carne de vaca, en un reportaje que incluye su recorrido por algunos de los santuarios de estos animales que gozan de fama mundial: desde las limusinas y charolesas de Francia hasta la 'chianina' Toscana (de donde salen las famosas fiorentinas), pasando por los asados de Tejas, las parrillas del norte de España, lugares de moda de Copenhague o Manhattan y que no deja de lado el wagyu japonés, el famoso buey de Kobe que pasa por ser la mejor carne del mundo (o, al menos, la más cara).

En el amplio reportaje, la periodista destaca como el consumo de carne de vaca no ha disminuido a pesar del mal de las vacas locas y relata su largo viaje por todo el mundo en busca de las mejores de estas carnes que le condujo en España primero a San Sebastián, donde visitó algunos de los asadores más famosos donde las chuletas son tratadas a la parrilla con verdadero arte, y que le llevó a recalar posteriormente en Jiménez de Jamuz, donde degustó una carne de buey excepcional que llegaba cruda a la mesa y que ella misma se preparaba en un plato de barro caliente.

Pero el del Time no ha sido el único artículo sobre las carnes de buey de El Capricho. La revista Men’s Vogue se pronuncia casi en los mismos parámetros laudatorios y destaca que la carne de esta bodega es «incomprable y primordial».

El Capricho, que a comienzos de año dedica unas jornadas gastronómicas a la carne de buey, sirve unas piezas que son una verdadera suculencia proteínica, con una textura única y un postgusto muy persistente como consecuencia de su alto contenido en una delicada grasa entreverada.