sábado, 24 de octubre de 2009

LOS "ESCUCHANTES" DE PEPA FERNÁNDEZ

El miércoles 9 de septiembre se publicó, en la sección "Cartas al Director" del diario EL PAÍS, una carta titulada “Oyente/ escuchante”. En ella se abordaba el asunto del uso, adecuado o no, del término escuchante que suele salir a la palestra en el programa radiofónico “No es un día cualquiera”, dirigido y presentado por Pepa Fernández en Radio Nacional.

Este debate, si se puede llamar así, no es nuevo en lo relacionado con el medio de comunicación radiofónico, pues ya se planteó cuando se generalizó el uso de los receptores de válvulas, allá por los años 40, que permitían incorporar un altavoz. Hasta entonces la radio se escuchaba a través de los receptores de galena y mediante auriculares. Esto significa que, en sus orígenes, la radio tenía que ser escuchada por necesidad, ya que había que ponerse auriculares para ello. Así, se denominaba radioescuchas a los aficionados que, disponiendo de una radio de galena, sintonizaban una emisora. Pregúntenselo a cualquiera de nuestros abuelos.

A partir de mediados de los años cuarenta, se empiezan a comercializar masivamente en España los receptores con altavoz. La radio pasa entonces a ser también oída, aparte de escuchada, porque permite la movilidad al no estar sujeta la persona al auricular. Esto hace que se puedan realizar otras tareas dentro del hogar con la radio puesta y compartir la programación con más personas. En consecuencia, el profesional de radio empieza a emplear el uso de la palabra compuesta radioyente para referirse a quienes antes eran, necesariamente, sus radioescuchas. Tiempo después y, por economía en el lenguaje, se deshace esta palabra compuesta, para dejarla simplemente en oyente. La frase habitual de un locutor en los años 30-40 podría ser: “Un cordial saludo a todos nuestros amables radioescuchas que sintonizan esta estación de radio”. Y ésta la frase de un locutor a partir de los años 50: “Saludos a todos nuestros queridos oyentes que sintonizan esta emisora“.

Como vemos, esta controversia se basa en establecer si quienes sintonizan una emisora de radio la están oyendo o escuchando. Pues bien, hay para todos los gustos: si estás en el coche, seguro que estás en situación de escuchante; si estas en la ducha o en la cocina con la radio puesta, estás –seguro- oyendo más que otra cosa, pues la atención continuada se pierde. Los auriculares también se han recuperado gracias a los móviles, con radio, mp3, etc., pues con ellos se escucha la radio por razones obvias. En conclusión, serán de nuevo los profesionales de la radio quienes impongan, desde los micrófonos, cuál es el vocablo más apropiado para referirse a su audiencia, y esto es lo que intenta Pepa Fernández en buena lid.


Jorge Álvarez

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sábado, 21 de julio de 2007

UNA CALLE DE ALICANTE

CALLE EN HOMENAJE AL ILUSTRE RADIOFONISTA RAÚL ÁLVAREZ ANTÓN

En el barrio de San Blas de la ciudad de Alicante se encuentra una calle dedicada al radiofonista Raúl Álvarez Antón.
Raúl Álvarez fue locutor de Radio Alicante desde principios de los años cuarenta hasta su jubilación. No obstante, siguío colaborando con la emisora hasta que, a mediados de los noventa, una larga enfermedad le retiró definitivamente, falleciendo hace ya tres años .


Álvarez Antón, como buen radiofonista, era muy versátil, pues hizo casi de todo en su labor de locutor en Radio Alicante.

Su faceta de actor le permitió hacer grandes intervenciones en programas dramáticos y en espacios publicitarios. Asimismo, fue pareja radiofónica de la excelente locutora Mª Fernanda Pérez Farach. Uno de sus grandes programas en los años cincuenta fue "Pregón de Toros", espacio taurino que recogió de su amigo y actual biógrafo Tirso Marín, autor del libro "Historias de Radio y Alicante".
Raúl Álvarez fue también un maestro en narración de retransmisiones, ya que relataba como nadie por los micrófonos de Radio Alicante todas las importantes fiestas de la ciudad, tal como las famosas Hogueras de San Juan.
En su última etapa radiofónica intervino como crítico taurino y corresponsal del programa taurino de la SER dirigido por Manolo Molés, donde se solía escuchar "...desde Alicante nos informa Raúl Álvarez Antón".



La gran dedicación informativa sobre Alicante de Raúl Álvarez unida a su pasión por la ciudad, permitió que, a principios de los años ochenta, el Ayuntamiento presidido por el entonces alcalde socialista José Luis Lassaletta, le dedicara la calle que hoy lleva su nombre, pero de la forma en la que él deseaba, quería, es decir, aludiendo a la profesión de la que se sentía orgulloso... RADIOFONISTA.
Deseamos que los ayuntamientos de España tomen buen ejemplo de Alicante y se animen a poner calles a ilustres radiofonistas locales, dado que ya hay abundancia de nombres de escritores y políticos. La radio es mas cercana y popular, pues... ¿quién no es radioyente?


martes, 22 de mayo de 2007

TRABAJAR EN LA RADIO

En España, la radiodifusión es un sector que continúa en expansión. Se calcula que tras las nuevas concesiones de 2007, habrá en nuestro país más de cuatro mil emisoras de radio entre públicas y privadas. Si, además, incluimos la gran cantidad de emisoras que operan sin licencia, nos situamos en torno a unas seis mil emisoras de radio en toda España.

Como vemos, la empresa de radio sigue creciendo, sin embargo, el trabajo que ofertan las emisoras disminuye y se devalúa. Las plantillas se reducen y los pocos puestos que se crean son, en general, precarios. En este sentido, se ha instaurado, además, el fenómeno de los becarios, representando un recurso fácil para encubrir una relación laboral por parte de las empresas. Ante esta situación, trabajar en la radio se hace muy poco recomendable.


El profesional de radio no es otra cosa que un trabajador por cuenta ajena, esto es, un asalariado. No se puede comparar en nada con otras profesiones de carácter liberal, ya que para ejercer la profesión radiofónica se necesita una empresa, y para ser empresa de radio se necesita tener una licencia, una concesión administrativa que se otorga mediante concurso público.

Las Comunidades Autónomas tienen, desde hace años,
competencias en materia de radiodifusión y, por tanto, son las que conceden las licencias para poder emitir. Asimismo, establecen una serie de normas de obligado cumplimiento para no perder dicha licencia. Estas normas son, fundamentalmente, de carácter técnico y económico. Sin embargo, esta legislación, no dice nada sobre la obligación de la empresa concesionaria de mantener la calidad y estabilidad de los puestos de trabajo. Si la radiodifusión es un servicio público que, por ley, exige garantías de calidad técnica en la prestación del servicio, ¿por qué no, entonces, garantías en la calidad laboral de los tabajadores?

En realidad, las cuestiones laborales en la radio están sujetas al marco de la negociación colectiva entre empresa y trabajadores, al igual que en cualquier otro sector laboral. La diferencia es que el resto de sectores no tienen la consideración de servicio público.

Al ser la radio una concesión administrativa, debería tener una legislación específica en materia laboral, y, si no, más vale que deje de ser considerada tal servicio público. La hipocresía en este sentido es manifiesta. La Administración vela por el mantenimiento y continuidad técnica del servicio público de radiodifusión, llegando incluso a sancionar a los operadores que incumplen la normativa, en cambio, no se preocupa de la calidad del servicio humano, cuando, realmente, son los trabajadores los creadores de los contenidos que llegan al público, en definitiva, a los ciudadanos. Por esta razón una emisora puede continuar renovando cada diez años su licencia, aunque lo que ofrezca en antena sea de lo peor.


Ante esta mala situación de la profesión radiofónica, quien tiene que intentar poner remedio son los propios trabajadores, evidentemente, porque en ello está su futuro. El problema es que, mientras en otros sectores existe un colectivo profesional de tipo corporativo con representación en los comités de empresa, en la Radio no hay nada de esto.
El hecho de que existan asociaciones de periodistas no sirve para nada si no tienen carácter sindical, pues no pueden presentarse a las elecciones en las empresas de radio. Además, no todos los trabajadores de la radio son periodistas (redactores), existen otros muchos compañeros como técnicos de sonido, locutores, realizadores, productores, disc-jockeys, etcétera, que no están representados. Por tanto, no hay forma de defender unos intereses de tipo corporativo como hacen el resto de sindicatos profesionales, de ahí su razón de ser, sin quitar valor, por supuesto, a los sindicatos de clase que defienden intereses de carácter más global.

Hasta aquí, esta breve reflexión sobre el panorama profesional en la radio. Si trabajas en la radio o has trabajado, te invito a que cuentes tu experiencia sobre este asunto.

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