Esta, de Antonio Muñoz Molina.
Nada más llegar a su cargo en lo que entonces
todavía se llamaba Caja Madrid(después intervinieron esos genios de los
nombres vacuos para darle a la cosa un sonido más evanescente y guay),
Rodrigo Rato, ese mago de las finanzas, tomó una decisión valiente y
necesaria para salvar a la entidad en peligro: suprimir la Revista de Libros, que
debía de ser una de las cargas económicas que la estaban hundiendo. El
remedio, sin embargo, no funcionó. Aún después de cerrar una revista que
llevaba quince años ejerciendo la crítica cultural con una amplitud y
una seriedad muy raras en España, la bellamente rebautizada Bankia ha
necesitado, por ahora, veintitantos mil millones de dinero público para
no hundirse del todo, y Rodrigo Rato fue al paro, uniendo así su destino
al de los cinco millones de españoles que se han quedado por ahora sin
trabajo. Pero sus sucesores continúan con las medidas tajantes, aunque
imprescindibles. Ahora, cerrar bibliotecas. ¿Cuánto costaba al año la Revista de Libros? ¿Cuánto
cuesta una cualquiera de las bibliotecas públicas de la antigua Caja
Madrid ahora a punto de cerrarse? ¿Cuántas bibliotecas y cuántas
revistas de libros y cuántas aulas y cuántas camas de hospital se
podrían pagar con los sueldos o las dietas que han venido cobrando desde
hace años los parásitos y enchufados políticos y sindicales de las
cajas de ahorros? Ahora me escriben de una de esas bibliotecas, que está
en Alcalá de Henares. Copio aquí la carta, con rabia y tristeza:
Amigo escritor, amiga escritora:
Sin duda conoces las dificultades que está atravesando Bankia,
unas dificultades que tienen una vertiente cultural porque comprometen
la continuidad de su Obra Social. Pero seguramente no sepas, porque es
un hecho al que apenas se ha dado difusión, que bastante antes de que
salieran a la luz estos problemas Bankia ya tenía decidido prescindir de
su red de bibliotecas. No por problemas económicos, sino porque los
nuevos gestores de la Obra Social las habían declarado obsoletas.
Aquí, en Alcalá de Henares, esto nos afecta muy directamente. La
biblioteca de más arraigo, la que tiene más usuarios y presta un
servicio más apreciado por los ciudadanos, pertenece a Cajamadrid y se
va a cerrar antes del verano.
La biblioteca de la calle Libreros es una institución. Un lugar
acogedor, silencioso y eficaz, en el que han estudiado varias
generaciones de alcalaínos. Con el mejor horario, con las mejores
bibliotecarias, con un excelente sistema de préstamo. Con el mejor
ambiente para que todos puedan estudiar, también los que en su casa no
tienen sitio o silencio. Donde los parados pueden consultar internet
gratis, los jubilados pueden consultar la prensa, los niños hacer los
deberes y leer a Mortadelo o a Tintín. Y donde hasta los indigentes
pueden pasar la tarde calientes leyendo, sin verse excluidos porque no
pueden consumir.
Todo esto va a desaparecer sin que parezca que importe mucho: al
fin y al cabo Alcalá va a seguir siendo un paradigma de la cultura de
escaparate, con su Premio Cervantes transmitido por la televisión. Por
eso te escribimos. Para pedirte tu ayuda, por pequeña que sea, para que
la biblioteca no muera en silencio.
Atentamente,
El grupo de usuarios de la biblioteca de la Calle Libreros.
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