Por qué surgen las revoluciones

Rubén Martín / Público, 18 noviembre 2010

El sábado se cumplen 100 años de la fecha en la que Francisco I. Madero convocó a alzarse en armas en contra del gobierno de Porfirio Díaz. Como ya se sabe, la convocatoria del ex candidato presidencial que denunciaba fraude del gobierno porfirista, no fue seguida de inmediato en el país, a tal grado que Madero pasó un periodo de depresión creyendo que su llamado a rebelarse contra el gobierno había sido ignorado.

Pero no fue así y al paso de las siguientes semanas los alzamientos se sucedieron a lo largo y ancho del país en varias regiones.

La historia oficial, la historia de cobre, tiene el gran defecto de hacer creer que así de fáciles y sencillas son las revoluciones. Hace creer que basta que haya un dirigente político iluminado o un caudillo valiente para convocar a las masas a rebelarse y derrumbar el poder constituido.

No ocurren así los cambios sociales. Éstos ocurren cuando se acumula y converge la energía social de miles de sujetos que se organizan, regularmente en su espacio social más inmediato, comunidades, pueblos, barrios, y que se alzan a partir de la acumulación de agravios y arbitrariedades que tienen qué ver con la explotación del trabajo y la dificultad para hacer reproducir la vida propia y la de la familia.

Pero si bien para que ocurra el estallido de una rebelión es indispensable la acumulación de agravios, además es necesario que se produzca una “indignación moral políticamente efectiva”, nos dice Barrington Moore en su obra capital, La injusticia: las bases sociales de la obediencia y la revuelta. Y añade: “Para que esto suceda, la gente debe darse cuenta de su situación como una consecuencia de la injusticia humana: una situación que no necesitan ni pueden ni deben sufrir”.

En resumen, “las insurrecciones surgen de la conjunción de agravios y oportunidades”, indica John Tutino en el extraordinario libro De la insurrección a la revolución en México. Las bases sociales de la violencia agraria 1750/1940, editorial Era, 1990.

Y de la experiencia de las personas, de los sujetos. Y eso fue lo que ocurrió en 1910. La revolución no es producto del llamado a las armas de Madero, sino la conjunción de la movilización de cientos de miles de mexicanos que venían padeciendo agravios e injusticia y que vieron en un momento particular de la historia del país, la oportunidad de rebelarse y mover el orden social.

¿Qué agravios y qué cuadro social había hace cien años? Había una clase gobernante que se propuso modernizar al país apostando al capital extranjero, que abrió las puertas a la inversión extranjera, ofreciendo a cambio un país de recursos naturales baratos y una clase trabajadora controlada y fuerza de trabajo barata. A esto se añadía un sistema político que negaba los mínimos derechos sociales a la mayoría: los campesinos estaban sujetos a una creciente carga de trabajo, despojos de tierras y represión física del gobierno y de guardias privados los hacendados. Había una población trabajadora sin sindicatos, sin mayores derechos laborales cuya jornada de trabajo superaba las catorce horas.

Había, además, precios crecientes de los alimentos y de los satisfactores básicos.

En resumen, había una amenaza a la seguridad de la subsistencia y una acumulación de agravios en las clases bajas. Eso fue el detonante de la revolución, no el llamado de Madero. No en balde los líderes sociales con más arraigo fueron Emiliano Zapata y Francisco Villa. El primero por representar sin usurpar, los intereses de las comunidades campesinas de Morelos y el segundo por crear con su División del Norte una maquinaria de guerra pero también de creación de nuevas relaciones sociales por donde pasaba.

Si estos apuntes se acercan un poco a la realidad, no deja de sorprender las enormes similitudes que hay ahora con el México porfirista de hace cien años.

Los derechos y conquistas de las clases populares en el país van en franco retroceso, las cargas de trabajo han aumentado extraordinariamente para todos los trabajadores y las unidades domésticas que viven de vender su fuerza de trabajo. Hay despojos, cada vez violentos, por todo el país, así como agravios que se van acumulando peligrosamente.

No hace falta un moderno Madero que convoque a algo. La insurrección ya está en curso, solo hay que ser capaz de mirarla con ojos distintos a la mirada liberal.

Un comentario en “Por qué surgen las revoluciones

  1. El conocimiento correcto es la herramienta que puede liberar una humanidad, nación, comunidad, un grupo, una persona, de cualquier tipo de esclavitud sea espiritual, material o mental. EL conocimiento es la luz, el amor que libera al hombre de la oscuridad, que es la ignorancia, el miedo. El miedo, hunde al hombre en la ignorancia, la ignorancia esclaviza al hombre en el miedo. Utilizando la inteligencia, discerniendo, estudiando y comprendiendo, se llega a la verdad, que es luz, y ¡La verdad nos hará libres!

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