Además del British Museum, Hyde Park y el London Eye hay un par de sitios que yo siempre recomiendo visitar en Londres. Uno es Selfridges, los grandes almacenes que acaban de cumplir 100 años y ofrecen una de las mejores experiencias para comprar artículos de lujo en Londres. La otra, Primark, posiblemente, el lugar más barato para comprar ropa en toda la ciudad.
La visita a ambas tiendas, situadas en Oxfrod Street, merece la pena aunque sólo sea para mirar. No tienen pérdida. Sólo hay que seguir las espectaculares bolsas amarillas de Selfridges, que se ven a kilómetros, o las marrones de papel reciclado de Primark que abundan a miles en la calle londinense y que se combinan en la mano con todo tipo de bolsas de otras tiendas, desde Zara, hasta Hermès, pasando por Gap. Porque a Primark acaba yendo todo el mundo y resulta difícil salir sin comprar nada. ¿Cómo resistirse a esos 5 pares de calcentines por 2 libras?
Yo tardé meses en entrar en la tienda. Sólo me decidí cuando el primer directivo de una empresa de distribución me dijo que si no iba me estaba perdiendo el modelo de negocio que iba a triunfar en España en los próximos años. El tiempo le ha dado la razón. Hace dos años Primark no estaba en España. Ahora tiene 13 tiendas (todas en centros comerciales) y su última apertura ha sido Barcelona. Los resultados, presentados la semana, pasada hablan por sí solos: Primark facturó en las 16 primeras semanas del año un 21% más. La empresa no detalla las ventas a superficie comparable (que excluyen el efecto de las nuevas aperturas), pero los analistas estiman que son un 7%. Incríble en estos tiempos que corren.
La tienda de Londres es única. Ocupa dos plantas gigantescas de un tremendo edificio. Siempre está llena, tanto de turistas como de ingleses. Conozco a mucha gente que no va porque sobre la empresa pesa la sombra de utilizar procedimientos poco éticos para elaborar sus productos en países del Tercer Mundo. Pero, como he dicho antes, no hace falta comprar.
El local, que se abrió hace dos años, fue una revolución en el panorama comercial de la ciudad. Está concebido más como un supermercado que como una tienda de moda. A la entrada, los clientes cogen cestas similares a las de cualquier súper, pero realizadas en un tejido flexible. Al parecer, se llegó a plantear la opción de poner carritos de la compra, pero ocupaban mucho espacio y la idea tuvo que descartarse. Viendo como van de llenas las cestas de los clientes, uno entiende que a los gestores de Primark se les ocurriera la opción de los carros.
Otro hecho que llama la atención es que en lugar de tener una caja o dos para que los clientes paguen, la tienda ofrece varios lugares donde se pueden contabilizar hasta quince cajas consecutivas para pagar. El preceso va rápido, pero aún así, las colas son monumentales.
Vayas a la hora que vayas, la tienda está siempre repleta de producto, lo que muestra que su cadena de suministro y su metodología en abastecer la tienda son dignas de estudio.
Y por último, nadie escapa al magnetismo de los precios, la verdadera ventaja competitiva de Primark. Realmente, el producto que se vende es muy barato. El precio medio de lo que se puede encontrar en la tienda es de 4 libras. No pretendas encontrar armanis, pero la calidad es mejor de lo que uno espera.
Toda esta metodología se ha trasladado a España con un éxito más que notable. De hecho, los consumidores españoles han sido los primeros en probar el concepto en Europa Continental, ya que hasta hace poco sólo Reino Unido e Irlanda tenían tiendas de la marca. Ahora, Primark se dispone a abrir en Bélgica, Alemania, Portugal y Holanda. La compañía ha sabido aprovechar la crisis y está realizando toda su expansión en un momento complicado, con el consumo familiar en mínimos y muchas incertidumbres en el panorama económico.
La cuestión es si el resto de países se comportarán como España y si, una vez superada la crisis, Primark seguirá vendiendo a este ritmo.
La visita a ambas tiendas, situadas en Oxfrod Street, merece la pena aunque sólo sea para mirar. No tienen pérdida. Sólo hay que seguir las espectaculares bolsas amarillas de Selfridges, que se ven a kilómetros, o las marrones de papel reciclado de Primark que abundan a miles en la calle londinense y que se combinan en la mano con todo tipo de bolsas de otras tiendas, desde Zara, hasta Hermès, pasando por Gap. Porque a Primark acaba yendo todo el mundo y resulta difícil salir sin comprar nada. ¿Cómo resistirse a esos 5 pares de calcentines por 2 libras?
Yo tardé meses en entrar en la tienda. Sólo me decidí cuando el primer directivo de una empresa de distribución me dijo que si no iba me estaba perdiendo el modelo de negocio que iba a triunfar en España en los próximos años. El tiempo le ha dado la razón. Hace dos años Primark no estaba en España. Ahora tiene 13 tiendas (todas en centros comerciales) y su última apertura ha sido Barcelona. Los resultados, presentados la semana, pasada hablan por sí solos: Primark facturó en las 16 primeras semanas del año un 21% más. La empresa no detalla las ventas a superficie comparable (que excluyen el efecto de las nuevas aperturas), pero los analistas estiman que son un 7%. Incríble en estos tiempos que corren.
La tienda de Londres es única. Ocupa dos plantas gigantescas de un tremendo edificio. Siempre está llena, tanto de turistas como de ingleses. Conozco a mucha gente que no va porque sobre la empresa pesa la sombra de utilizar procedimientos poco éticos para elaborar sus productos en países del Tercer Mundo. Pero, como he dicho antes, no hace falta comprar.
El local, que se abrió hace dos años, fue una revolución en el panorama comercial de la ciudad. Está concebido más como un supermercado que como una tienda de moda. A la entrada, los clientes cogen cestas similares a las de cualquier súper, pero realizadas en un tejido flexible. Al parecer, se llegó a plantear la opción de poner carritos de la compra, pero ocupaban mucho espacio y la idea tuvo que descartarse. Viendo como van de llenas las cestas de los clientes, uno entiende que a los gestores de Primark se les ocurriera la opción de los carros.
Otro hecho que llama la atención es que en lugar de tener una caja o dos para que los clientes paguen, la tienda ofrece varios lugares donde se pueden contabilizar hasta quince cajas consecutivas para pagar. El preceso va rápido, pero aún así, las colas son monumentales.
Vayas a la hora que vayas, la tienda está siempre repleta de producto, lo que muestra que su cadena de suministro y su metodología en abastecer la tienda son dignas de estudio.
Y por último, nadie escapa al magnetismo de los precios, la verdadera ventaja competitiva de Primark. Realmente, el producto que se vende es muy barato. El precio medio de lo que se puede encontrar en la tienda es de 4 libras. No pretendas encontrar armanis, pero la calidad es mejor de lo que uno espera.
Toda esta metodología se ha trasladado a España con un éxito más que notable. De hecho, los consumidores españoles han sido los primeros en probar el concepto en Europa Continental, ya que hasta hace poco sólo Reino Unido e Irlanda tenían tiendas de la marca. Ahora, Primark se dispone a abrir en Bélgica, Alemania, Portugal y Holanda. La compañía ha sabido aprovechar la crisis y está realizando toda su expansión en un momento complicado, con el consumo familiar en mínimos y muchas incertidumbres en el panorama económico.
La cuestión es si el resto de países se comportarán como España y si, una vez superada la crisis, Primark seguirá vendiendo a este ritmo.
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