Paseo entre ruinas, expolios y demás avatares patrimoniales

Emma Jaraba/@Placeresymas

Nuestra historia no es nada sin nuestro patrimonio y en Guadalajara si hay un libro de referencia para acercarnos al pasado de nuestro patrimonio civil, religioso y también de otros elementos como picotas, rollos, pairones, escudos o fuentes que ya no existe ese es ‘Patrimonio desaparecido de Guadalajara’, del investigador y profesor universitario con raíces alcarreñasJosé Luis García de Paz.

La primera edición se presentó en 2003, de la mano de Aache, pero este año que estamos a punto de acabar se ha vuelto a reeditar. Entonces y ahora, este catálogo del patrimonio desaparecido en esta provincia, tal y como apunta el editor, Antonio Herrera Casado, en el prólogo “llega con el mismo entusiasmo del autor y el mismo objetivo que la inicial aparición de sus páginas: conseguir la concienciación sobre el mal estado, el abandono en muchos casos, y la falta de interés de las autoridades por salvaguardar esta herencia de siglos”. Herrera insiste en que a pesar de todo, el lector se encuentra ante un libro optimista “porque si sus páginas están llenas de historias de atentados, destrucciones, robos y pillajes, la conclusión que saca el lector es que todo esto pertenece al pasado, y que hoy ya sería imposible que tamañas barbaridades volvieran a repetirse”.

Unos días después de poner en las librerías este valioso trabajo de investigación y divulgación, García de Paz me explicaba que después de la primera edición “sigue habiendo problemas, viejos y nuevos, con el patrimonio de Guadalajara”. De las 246 páginas del primer trabajo se ha pasado a 262, ampliando y corrigiendo datos, “se han actualizado todos los ítems, se han eliminado dos- castillo de Embid y monumento funerario de Francisco de Eraso y se han añadido otros, incluyendo una sección sobre patrimonio mueble”. Precisamente en este nuevo apartado se aporta información sobre libros y artículos de orfebrería como la custodia de plata que Fray Pedro de Urraca donó a la iglesia parroquial de Jadraque (Guadalajara) pero que desapareció y actualmente se puede consultar en el Museo Metropolitano de Nueva York; los libros de la biblioteca del Monasterio de los Jerónimos de Lupiana que acabaron en una cuneta o los de la biblioteca de los Duques del Infantado, unos comprados por el Estado para la Biblioteca Nacional y otros desaparecidos, entre otras curiosidades que se incluyen en este nuevo capítulo del libro.

Entre los datos más relevantes a los que se refiere García de Paz al hablar del patrimonio desaparecido de los últimos años destaca el hecho de que “haya dejado caerse la torre del Cuadrón de Auñón y que áun sigan sin atenderse los monasterios de Bonaval y Mondéjar”.

Monasterio de Bonaval el pasado otoño con nuevos derrumbes

De la misma forma asegura que este legado- en forma de edificios, bienes religiosos, civiles, de carácter industrial, libros o artículos de orfebrería- continúa desapareciendo porque no se valora “lo que no se valora, no se conserva: por ejemplo el portegao de Labros”. Además insiste en que “allí donde no hay población, los desaprensivos roban y los monumentos se caen como ejemplos valen Cilluentes, Querencia…”. Por eso, tal y como apunta este gran conocer del patrimonio de Guadalajara, insiste en la introducción de este libro editado por Aache que su deseo es que los lectores “tras leerlo se den cuenta del valor que para nosotros y nuestros hijos tiene aquello que se encuentra a su lado, en su villa de residencia, y a la que quizá no han prestado atención, que no sea para ustedes solo piedras rotas o pinturas sucias”.

Palacio de los Vizcondes de Palazuelos, en la plaza de San Esteban de Guadalajara, en peligro de desaparición definitiva

García de Paz reconoce que en los últimos años Internet se ha convertido en una importante herramienta de ayuda “para conocer lo que se subasta y lo que se muestra en las webs de los museos americanos”, pero también se convierte en indispensable la aportación de sus lectores y su interés por preservar el patrimonio provincial. Precisamente gracias a esta aportación “sabemos que un fragmento del artesonado del Infantado está en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid”.

Poblado de Villaflores en el entorno de la estación del AVE (Guadalajara-Yebes)

La actualización del catálogo del patrimonio desaparecido de Guadalajara que nos ofrece García de Paz, nos recuerda la gran riqueza patrimonial de estas tierras y sus avatares, entre los que personalmente el caso del desmantelamiento del Monasterio de Óvila, en el entorno de Trillo,  es un buen argumento para una novela. Este templo cisterciense, que tras afrontar distintas vicisitudes finalmente, en 1927, pasó a ser propiedad del Estado. Sin embargo pasó a manos privadas mediante su venta, hasta llegar en 1931 a manos del magnate de la prensa americana William Randolph Hearst en  para ser trasladado, piedra a piedra hasta América. Las piedras llegaron a San Francisco, desde el puerto de Valencia pero no se pudo cumplir el proyecto que se proponía Hearst, de modo que algunas piezas se pueden contemplar en un parque y una comunidad de monjes intenta recuperar la sala capitular del viejo monasterio alcarreño. Una increíble historia que guarda el libro de García de Paz, junto a otras curiosidades y detalles de este “guardián del patrimonio” con el que cuenta Guadalajara.

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