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Las Redes Sociales como elementos de atracción de la ira gastronómica | ElSumiller.com Noviembre 2014

Oskar García Sumiller Nov-14

Me gusta seguir pensando que salir a comer o cenar e incluso almorzar, picar, merendar, etc… más todos los equivalentes que queramos utilizar, son actos de necesidad vital, evidentemente pues debemos alimentarnos para subsistir, pero que también, siguen siendo actividades y momentos de ocio, divertimentos, salidas de esparcimiento, asueto… Y claro, viéndolo así se me hace difícil entender (muy difícil) como alguien puede salir de casa con la voluntad e intención de pasárselo bien y disfrutar de su tiempo libre y amigos, familia, pareja, etc… y también absolutamente predispuesto para focalizar su ira en aquel establecimiento hostelero donde tenga la ‘desgracia’ de recaer.

Y no, no estoy anticipando una posible mala atención recibida o un trato descortés hacia esa persona o personas que habían salido a disfrutar y que de repente, han sido empujados al vacío desde su pedestal de felicidad gastronómica transitoria. No, nada de eso. En absoluto seré yo quien ponga en duda que no se ha recibido la atención y servicios adecuados o esperados en tal o cual establecimiento, pero sí que ejerceré de abogado del diablo para afirmar que en muchísimas ocasiones, salimos de casa predispuestos a un determinado desenlace y con un carácter que desde luego, no hace justicia con la experiencia que vamos a vivir (si, esa de ocio y diversión de la que hablábamos). ¿O es que acaso no os ha pasado más de una vez incorporaros a una comida/cena con la cabeza puesta en otra cosa y con un humor de muy pocos amigos? Seguro que sí, y de aquellos barros estos lodos.

Bien, como digo es algo que a todos nos ha pasado, y lo que en otras circunstancias pasaría por ser un fallo puntual o un error sin importancia, resulta que si un@ no tiene el día, se convierte en pena capital y error imperdonable. Insisto: No los justifico, solo los relativizo. Y lo hago porque aquí entra un tercer elemento en discordia que hace unos años no existía: Las Redes Sociales y su capacidad para atraer las iras primarias y circunstanciales. Lo que antes se limitaba a un tema que se podía tratar entre dos personas (tú y el responsable del establecimiento) ahora se extrapola cual combate de boxeo y primer round en el canal social de turno: “Menudo timo, una vergüenza, no vengáis jamás aquí”+ foto de regalo. Ale, y ya está, y nos quedamos tan panchos y satisfechos. ¡Pero ojo! Con este croché de derecha directo al pómulo, no solo noqueamos al establecimiento hostelero, sino que además, le damos al mundo un importantísimo mensaje: “No filtro, suelto lo primero que me viene a la mollera sin pasar por montaje, así, a la gornú.” Por favor, como decimos en estos lares: “vergonya cavallers, vergonya”.

Para finalizar me pregunto: ¿Cuántas de esas personas que sueltan eso en caliente en un canal social en base a su cabreo y quizás a su pre-estado anímico se han parado a dialogar antes de hacerlo con el responsable del establecimiento o directamente, han hecho uso de su derecho a poner una hoja de reclamaciones por recibir un servicio no acorde a lo esperado? Amig@s, que el 2.0 y lo virtual no os haga olvidar jamás que detrás de todo lo digital, hay también personas que sienten, sufren y padecen, y que sobre todo, merecen nuestro respeto 😉

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Imagen de www.huffingtonpost.es/ 

Buenas prácticas en Redes Sociales: Tu opinión nos importa | ElSumiller.com Septiembre 2014 |

ESSept14

Recuperados ya de un mes de agosto de ocio y asueto, nos volvemos a centrar en la actividad en redes sociales de los establecimientos hosteleros y de cómo algunos detalles pueden pesar mucho más de lo que parece en una experiencia gastronómica. Cierto es que como hemos venido comentando en la línea de artículos iniciada en esta sección, las redes sociales han cambiado las reglas de juego en nuestro modo de vida y también, lógicamente, en el comportamiento que tenemos en un establecimiento hostelero.

Es por ello que no nos cansaremos de repetir que un restaurante debe de estar preparado para saber convivir y administrar las prácticas que los clientes ejercen a través del 2.0 porque las cosas han cambiado, y mucho. Esto, lejos de representar un problema, debe ser entendido como una grandísima oportunidad para los establecimientos, que van a recibir un feedback inmediato de sus clientes y van a poder tener la capacidad de reaccionar ante una posible crítica no positiva, pero sobre todo, pueden saber con certeza cuales son los aspectos que deben de mejorar en su negocio. Y no, no es ningún estudio de mercado que han tenido que pagar el que se lo está diciendo, son los propios clientes los que muestran su opinión.

Y la recogida de opiniones… ¿Se puede optimizar? Si, y en la imagen que acompaña el artículo os muestro tres ejemplos de cómo se puede hacer partícipe al cliente para que se implique con la experiencia vivida en el restaurante. Por una lado, tenemos el Restaurante Alfonso Mira de Aspe que en sus último (y excelente) encuentro gastronómico, acompañaron el menú servido con un tarjetón donde nos mostraban el #hashtag oficial para las jornadas (algo acertadísimo porque orientaban al cliente a la hora de enfocar sus tuits bajo la misma etiqueta) y que además aprovechaban para recabar opiniones y ejercer fidelización del cliente.

Por otra parte, el Restaurante La Mary de C/ Castaños adjunta al final de cada comida un tarjetón con un QR que nos dirige directamente a una encuesta digital donde a través de 3 iconos podemos valorar aspectos concretos, con la consiguiente ventaja de poder tratar de forma global los datos recibidos. Gran acierto lo del QR ya que nos permite leer directamente el código sin tener que escribir manualmente ninguna dirección.

Finalmente, el Bar L’Era de Bolulla, al finalizar una reciente jornada de maridaje con cervezas artesanas, le entregó a todos los clientes una tarjeta donde les solicitaba que mostraran su opinión sobre lo vivido y los remitía directamente a la plataforma TripAdvisor. El único pero que puede ponerse a esta práctica es que a la que está generando visitas y visibilidad con los reviews es a la propia plataforma de opiniones, pero en cualquier caso, me parece muy valiente por su parte y puede dar una idea de la seguridad y fe en lo que hacen con la que trabajan. Mi enhorabuena a todos porque son muy buenas prácticas para mejorar y buscar la excelencia. Nos leemos en octubre 😉

Podéis ver el artículo en su formato original pinchando AQUÍ.

Tu opinión nos importa

Las mesas de la incertidumbre o de cómo desentenderse de una cena hasta el infinito | ElSumiller.com Agosto 2014 |

El Sumiller Agosto 2014

Nos hemos tomado este julio y agostos mas distendidamente y el mes pasado hablábamos sobre la poca seriedad que tenemos a la hora de respetar las reservas que hacemos en restaurantes, dejando mal a las personas que se ofrecen voluntariamente a organizar/gestionar este tipo de actos sociales y haciendo paganinis de nuestras indecisiones a los hosteleros, que deben de hacer acopio de provisiones para previsiones que luego no se cumplen. Pues bien, si al final y con mucho esfuerzo hemos conseguido sentar a tod@s los convocados entorno a una mesa, este mes me gustaría analizar con vosotr@s alguna que otra situación de la que seguramente habréis sido partícipes alguna que otra vez.

A mi modo de ver, pueden darse muchísimas circunstancias que seguramente van a generar distintos finales para la comida/cena y es probable que el anfitrión o la persona que se molesta en sondear varios restaurantes, conocer su oferta, cotejar precios, iniciar contactos, reservar, llamar para actualizar las reservas, etc… sea la que, paradójicamente, acabe mas mal parada porque “se le culpará de todo”. Veamos:

En primer lugar (vamos a ser positivos) puede darse la circunstancia de que la comida/cena sea un éxito rotundo y que la persona que se tomó la molestia de organizarla sea felicitad@ merecidamente por su arrojo, iniciativa y su buen hacer. ¡Qué bien! ¿No? Si, aunque creo que esto pasa las menos veces y además, juraría que va con ‘trampa’ incluida ya que dicha persona quedará irremediablemente etiquetada como ‘organizadora de eventos’ y cada vez que el grupo de amigos o conocidos se quiera reunir, le encargarán la misión de que sea él/ella la que lo haga ya que la última vez ‘salió fenomenal’.

En segundo lugar, puede pasar lo mismo del párrafo anterior, pero que el final de la cena resulte todo un fiasco por los mas variopintos motivos como que la calidad no fuera la esperada, que el menú no se correspondiera con lo pactado, que los tempos se dilaten hasta el infinito, que el personal de sala no atienda correctamente la mesa,  etc… en fin, cosas que pueden ocurrir en un restaurante. En este caso no hace falta que busquemos culpables ya que el organizador pagará el pato y cariacontecido pasará una de las peores veladas de su vida, sin consuelo posible. Si, lo sé, soy plenamente consciente de que estoy generalizando porque gente comprensiva hay en todos sitios, pero hay muchas papeletas de que un número importante de personas, esas mismas personas que se lavan las manos y desaparecen a la hora de tomar decisiones, señalen con dedo acusador al ‘primo’ que se le ocurrió dar un paso adelante y organizar el evento.

En fin, que casos hay muchos pero hablando de lavarse las manos, mi preferido es el caso de la comida/cena de amigos donde simplemente se ha reservado el número de personas sin concretar el menú y cuando estos se sientan a la mesa, se empiezan a oír preguntas y frases inconfundibles del tipo: -¿Qué os apetece? –Pues no sé, lo que queráis –No, de verdad, lo que digáis los demás –A nosotros nos gusta todo -¿Pero entonces que pedimos? –Nos da igual, lo que sea… Me pongo malo solo de pensarlo. Al final, alguien tiene que tomar la iniciativa y es probable que no acierte con todos los gustos en su decisión, y luego, lógicamente, se llevará los palos. Fatal, pero como dice mi amigo Javi Jiménez, hay una solución: Mientras el resto de comensales pasan de todo, sujetas firmemente la carta y con voz seria y enérgica dices: “Bueno, ¿A todos os gusta el brócoli hervido verdad?” Garantizado: Te prestarán atención 😉

Podéis leer el artículo en su formato original pinchando AQUÍ.

Imagen: Christine Von Diepenbroek 

Christine von Diepenbroek