Makondo Libros

julio 1, 2008

La resistencia – Ernesto Sábato

Filed under: Literatura — makondolibros @ 3:08 pm

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Pasta del libroSábato, Ernesto. La resistencia. Editorial Seix Barral. 149 págs. Año 2000.

Por J.J. Sarabia 

“…las personas buscan amarse a través de un monitor” (pág. 22).

“Estamos perdidos si no revertimos con energía, con amor, esta tendencia que nos constituye en adoradores de la televisión, los chicos idiotizados que ya no juegan en los parques. Si hay Dios, que no lo permita” (pág. 34).

La Resistencia  nos sigue sonando, quizá, a los ‘Franceses Libres’ que en 1942 se organizaron en grupos para hacer oposición a las fuerzas alemanas de ocupación durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, desde 2006, a mí me suena a Ernesto Sábato.

Es un pequeño libro, un mensaje reflexivo organizado en cinco cartas y un epílogo; es un consejo a grito de trompeta para quienes nos movemos en la miseria de la modernidad.

“Tampoco podemos vivir comunitariamente cuando todos los vínculos  se basan en la competencia” (pág. 111).

Antes de comenzar cada carta, Sábato introduce epígrafes, voces de intelectuales que nos invitan a participar de una resistencia y a cuestionar nuestro actuar diario en medio de diferentes cambios que nos cobijan hoy. Uno de ellos, el que más nos convoca, es uno de Dostoievski: “Cada uno de nosotros es culpable ante todos, por todos y por todo”. Porque a la final los que deseamos cambiar al mundo no llamamos a unos pocos ni nos conformamos con medio mundo de héroes, sino que convocamos a la humanidad entera para que deje su firma sobre la victoria.

“Lo decisivo es no creer que todo seguirá igual y que este modo de vivir da para rato” (pág. 139).

Y para llegar allá, al mundo deseado, el autor pone de relieve nuestros pasatiempos más comunes y preocupante: nuestra adoración a los hombres de la televisión que se creen dioses; nuestro rito a la soledad; la adoración a nada más que nuestro ser; la competencia encima de la humanidad; la muerte al diálogo; y otros tantos rasgos conductuales que al más consciente lo hace llorar, o por lo menos volverlo melancólico.

“…el otro ser humano no nos llega, no lo vemos. Está más a nuestro alcance un desconocido con el que hablamos a través de la computadora” (pág. 21).

Cada primero de enero comienza un nuevo año con el cual nos proponemos abrir los ojos. Cada día debería ser un primero de enero, como hoy, cuando tienes una insípida reseña ante tus manos y puedes salir corriendo a buscar este libro.

“Yo he pasado riesgos de muerte durante años. ¿Sin miedo? No, he tenido miedo hasta la temeridad pero no he podido retroceder” (pág. 126).

De pronto, como esos de prontos que suelen ser más sueños que realidades, venceríamos como los franceses que en 1943 liberaron Córcega. Su información obstaculizó el desplazamiento de tropas alemanas con la destrucción de sus ferrocarriles.

Volemos hoy los males de la modernidad con los actos sublimes de un humilde guerrero.

“Hay quienes en nada creen, pero también hay multitudes de seres humanos que trabajan y siguen en la espera, como centinelas” (pág. 145).    

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