Charlotte Brontë, cuarta hija del clérigo anglicano Patrick Brontë y Maria Branwell, escribió cinco novelas desde 1844 hasta el final de sus días, el 31 de marzo de 1855. Una de ellas es una obra inacabada, Emma, manuscritos de la cual vieron la luz pública en el 2003 bajo el título Emma Brown.
Después de publicar las tres hermanas un recopilatorio de poesía de todas ellas bajo seudónimos de género sexual ambiguo, en 1847 probaron a enviar sus manuscritos de novelas a editores. El primer intento de Charlotte de publicar su primera novela The Professor se vio frustrado: a los editores no les gustó. Esta frustración fue incrementada por la aceptación de la publicación de las novelas de sus Emily y Anne: Wuthering Heights (Cumbres Borrascosas) y Agnes Grey, respectivamente. Pero Charlotte no desistió y ese mismo año envió el manuscrito de Jane Eyre, que fue todo un éxito en ventas.
La familia Brontë se vio marcada por frecuentes sacudidas emocionales y pérdidas familiares. Cuando eran niñas, la madre murió de cáncer. En 1824 fue enviada junto a tres de sus hermanas Elizabeth, Maria y Emily, a la escuela clerical Cowan Bridge en Lancashire, al noroeste de Inglaterra. Allí, debido a la falta de higiene y las pésimas condiciones alimentarias, hubo una epidemia de tuberculosis que acabó con la vida de Maria y Elizabeth. Además, su hermano Branwell resultó un gran bebedor y adicto al opio. Todos estos sucesos aparecen de una forma u otra en Jane Eyre, al igual que la marca indeleble de haber nacido en el seno de una familia económicamente poco favorecida.
La protagonista, Jane, de fuerte temperamento y lengua deshinibida se verá invadida por diversas aventuras y contradicciones tanto vitales como morales. Su fealdad, como su orfandad, la marca desde la infancia, pero esto no le imposibilita el desarrollo de una fuerte personalidad, más bien todo lo contrario: Jane, taxativa y sincera persigue sus impulsos hasta las últimas consecuencias. Con una protagonista vivaz, Charlotte nos otorgó una pequeña joya de la literatura del romanticismo. Dotada de toques de realismo, Jane Eyre crispó los ánimos de más de una burguesa de la Inglaterra victoriana, al abordar temas «intocables» como la libertad de la mujer o un ligero cuestionamiento de la existencia de Dios (si bien la protagonista cree casi firmemente). Por tanto, se consideró que era una novela que abordaba temas poco convenientes en la literatura femenina (aunque el hecho de que lo escribió una mujer no se supo desde el principio).
El estilo de Charlotte es menos refinado que la novelista victoriana Jane Austen o que su propia hermana, Anne. Utiliza un lenguaje más rudo, que encaja a la perfección con la personalidad de su protagonista.
Libro de intensidad e interés considerables, Jane Eyre es un libro muy recomendable. Engancha de principio a fin, inmiscuyendo a la protagonista en las más diversas aventuras. Aborda temas como la locura, la muerte, la familia, la independencia personal y, sobretodo, el amor y la pasión. Y es que la pasión es la manera en que Jane entiende la vida. Es una tormenta eléctrica viviente. Y así también es el libro.