Un perro chino ‘sin papeles’ en Jerez

31 08 2011

Perro chino?

Ser andaluz significa por antonomasia tener mucho arte, y si ya hablamos de jerezano, el salero se presupone por nacimiento, y es que las historias que nos pasan a los de esta tierra son tan singulares como dispares, normalmente el jerezano hasta que no toca no ve, pero en el siguiente hecho que os relato, ni tocando, ni viendo, “ni na de na”.

Hace un par de meses, una jerezana viajó a China para conocer tal emblemático país lleno de cultura, edificios y paisajes maravillosos, al terminar su estancia allí se encontró un pequeño caniche, algo despeluchado pero encantador para nuestra amiga andaluza, sin dudarlo lo guardó en su bolso, abrió un poco la cremallera para evitar que se asfixiara, y sorprendentemente pasó todos los controles del aeropuerto poniendo rumbo a Madrid. En la Terminal 4 de Madrid tampoco tuvo problemas, ella estaba encantada, tenía ahora un perro de una raza asiática, iba a ser la envidia de todos los amantes de los canes. Ella lo acariciaba, le daba de comer, correteaban juntos, le recogía las bolitas de aluminio que le tiraba repetidamente, sin duda era una mujer feliz. Le compró una cunita espectacular, con ribetes de color celeste y un almohadón muy acolchado, la correa roja extensible con arnés, y decenas de juguetitos, cualquier mimo era poco para ese perrito chino. En el hogar familiar contaban con un gato que en un principio parecía llevarse muy bien, hasta que… llegó un fatídico final, el perrito se comió al felino literalmente. Este era un comportamiento inusual, en un principio se pensó que podía ser a causa de unos celos, una disputa de pareja o incluso por una confusión idiomática, por tanto, llevó al perro al veterinario. En la consulta, la mujer sacó el caniche del transportín y se lo plantó en la camilla al veterinario comentándole lo sucedido, el sanitario atendió perplejo a la explicación y no daba crédito a lo que oía, interrumpiendo la conversación con estupor exclamó: “¡¡Señora, esto no es un perro… es una rata!!”

La historia finaliza trágicamente con la muerte por inyección letal de la ratita china que por un tiempo fue un feliz perrito jerezano, y por estrambótica que parezca esta narración es cierta y verdadera.