El Lirio

Se trata de un poema de juventud, de inspiración claramente modernista y con gran variedad métrica y estrófica, obra de Luis Hernández Alfonso, publicado en mayo de 1925 en un folletito de 8 páginas en la Imprenta Vaquero, en el 9 de la madrileña calle de Arriaza. La familia conserva celosamente varios ejemplares del mismo en impecable estado. El valor de tan curiosa publicación se ve acrecentado por el acertado retrato del autor, obra de A. Hernández, a quien también se debe un retrato al óleo de Luis Hernández Rico. Es también una de las pocas obras de la considerable producción poética del autor que llegó a publicarse. Su dedicatoria reza: «A mi Padre, que me enseñó a pensar. A María de los Dolores Rodríguez Cárdenas, que me enseñó a querer».

En la sección «Libros recibidos» del diario madrileño «La Libertad» del 6 de junio de 1925 se da cuenta de la recepción de un ejemplar de El Lirio.

EL LIRIO

Hay en tierras muy lejanas

un palacio misterioso,

con millares de ventanas

y unas flores tan galanas,

que hasta el sol está envidioso

cuando surge en las mañanas.

Y aseguran quienes fueron

a tan plácidas regiones,

que no vieron

más espléndidas mansiones,

ni más célicos jardines

de claveles, de rosales, de azucenas y jazmines.

Hay un lago que parece

de cristal,

cuando el sol desaparece

y la luz se desvanece

en el mágico misterio del crepúsculo otoñal.

Junto al lago,

donde brota el jaramago

y a la sombra de un ciprés,

hay un lirio solitario

de color extraordinario

de tan bello como es.

Su corola tan brillante

como el más puro diamante

del Brasil,

no temía los rigores

del invierno, y sus olores

derramábanse en enero y en abril.

Pero afirman los viajeros

que al morir la primavera,

cuando el sol suelta los rayos de su ardiente cabellera,

mensajeros

de un estío abrasador,

su corola peregrina

un momento el lirio inclina,

como virgen que se muere sin el beso del amor.

Luego torna a levantarse

sin que tema ya abrasarse,

y lanzando un desafío

a las furias del estío,

sus aromas da a la brisa,

generoso y liberal,

como plácida sonrisa

que mitiga los rigores de la cólera estival.

II

Nadie sabe la historia – del palacio encantado,

todos sienten deseos – de romper el sagrado

de la historia del lirio que en el valle brotó,

yo la sé, porque un dia – de amargura y de pena,

una voz misteriosa, – musical y serena

en mi pecho doliente – sus cadencias lanzó.

Yo la sé, y en las noches – del invierno maldito,

como solo y cansado – rememora el proscrito

de su patria adorada – la canción infantil,

recordando el acento – de la voz bienhechora,

mi esperanza aterida – su ilusión rememora

y saturan mi alma – los aromas de abril.

III

La niña esperaba,

bordando en sus sedas, los días contaba

y ansiosa decía: -Ya pronto vendrá,

vendrá sí, muy pronto gentil caballero

con más hermosura que nieves enero

y al pie de mi reja su amor cantará.

Cosía, cosía,

y en castos amores

la virgen ardía.

Cortaba en las tardes sus ramos de flores

y luego sus hojas con ansia arrancaba

por ver si vendría lo que ella esperaba.

IV

Por fin una tarde de espléndido mayo,

llegó el caballero de invicto laurel.

Vestía de acero, y el último rayo

del sol, le alumbraba quebrándose en él.

Dejó la princesa sus bellas labores,

cogió de su carmen las más blancas flores,

brindando al viajero reposo y amor.

Y el hombre arrogante,

fingiéndose amante,

bebió de sus labios el dulce licor.

Llegó del verano la garra de fuego

y en vano la niña pensó que su ruego

torciera la ruta del bravo galán.

La pobre princesa que tanto le amaba,

que el bien y la dicha, la pobre ignoraba,

si vienen corriendo, corriendo se van.

V

Se fue repitiendo su endecha galana,

se fue una mañana.

No llores -le dijo-, que yo volveré.

Tu boca formada de rojos corales,

que cura mi pecho de heridas mortales,

de nuevo con ansia febril besaré.

Lloró la princesa con gran desconsuelo,

sus ojos de cielo,

el llanto empañó.

Volvió a sus labores

de dulces colores,

y el mal caballero,

tomando el sendero,

al trote del bravo corcel se alejó.

Del sol en su yelmo los rayos caían,

brillaban las crines del bravo corcel,

los rayos solares las armas bruñían,

dorando su brillo, quebrándose en él.

VI

Llegó el invierno triste con su cortejo helado

de nieves y ventiscas, de triste soledad,

la tierra acongojada sentía ya el pesado

caudal de su existencia sobre su ancianidad.

Los árboles frondosos quedáronse desnudos,

las flores se quedaron sin pétalos ni olor,

y en el silencio odioso de los jardines mudos

la pobre princesita rimaba su dolor.

VII

Tornó la primavera,

brotó la flor primera

de nácar y coral,

y en busca de las flores

tornaron los cantores

de lenguas de cristal.

Se abrieron los capullos,

sonaron los murmullos

del agua al discurrir,

y el falso caballero

ya no volvió al sendero

por que acertó a venir.

VIII

Llegaron del estío la sed y los calores,

del sol a los destellos quemáronse las flores

y sólo un bello lirio sus furias resistió,

y la gentil princesa lloró con amargura.

Llevóse su ventura

el falso caballero que amores le juró.

Sintió la pobre niña la garra de la muerte,

si grande su desgracia, su amor era más fuerte,

y dijo moribunda: -¡Juró y él volverá!

Y aunque mi muerte venga -decía en su delirio-

le esperará mi lirio,

su delicioso aroma consuelo le dará.

IX

Murió la princesita y fue su muerte un sueño,

un sueño tan profundo que nunca despertó,

y su alma en el pegaso sublime del ensueño

en el azul tranquilo del cielo se quedó.

X

Por eso junto al lago, bajo el ciprés añoso,

eternamente el lirio su dulce aroma da;

por eso siempre triunfa su cáliz misterioso

que espera al caballero que nunca volverá.

Madrid, mayo 1925.

«El Lirio» está disponible para su descarga en Bubok.

~ por rennichi59 en lunes 14 agosto 2006.

4 respuestas to “El Lirio”

  1. precioso poema

    Me gusta

  2. Me alegra mucho que te guste, Juan. Gracias por tu aprecio. En breve también iremos poniendo la obra poética completa de Luis Hernández Alfonso conocida hasta la fecha, y en gran parte inédita. Un saludo muy cordial.

    Me gusta

  3. MI NOMBRE ES LIRIO ALEJANDRA BASTOS, SOY UNA DAMA QUE AL LEER ESTE POEMA QUEDÉ MARAVILLADA!!! FELICIDADES Y QUE GRAN CREACIÓN!!!

    Me gusta

Deja un comentario