martes, 29 de julio de 2008

GRACIAS SEÑOR POR EL APOSTOL JOSE MAIRLOT



NO IMPORTANDO DONDE , CUANDO Y A QUE HORA , SI ALGUIEN NECESITA UNA PALABRA DE ALIENTO , EL PADRE JOSE SIEMPRE ESTARA ALLI .


Mi primer encuentro con este santo hombre fue en el invierno del año 2000, cuando era seminarista de la Arquidiócesis de Concepción, me encontraba enfermo, cuando por la tarde se acercó un hombre, se sentó en mi cama y con un castellano bastante enredado me preguntó como me llamaba y que me pasaba. Conversamos por un largo tiempo, me invito a rezar y me regaló una estampa de su jubileo sacerdotal, de inmediato pude captar en él una sensibilidad especial, reconocer a un hombre de Dios. Constantemente visitaba el seminario, lo recibíamos con mucha alegría y muchos de nosotros aprovechábamos la oportunidad para conversar, confesarnos etc. Siempre escuchábamos una palabra de aliento .Lo que más me impactó fue en la confesión ver la misericordia de Dios reflejada en un hombre tan sencillo y humilde.
Posteriormente lo visité muchas veces en su parroquia en Chacao donde lo acompañaba a las distintas comunidades, su celo apostólico era impresionante, llegábamos todos los días a las 12 de la noche, rezábamos completas y nos íbamos a acostar (claro que varias veces me levanté y lo sorprendí despierto orando, verdaderamente un testimonio de fe y de entrega) para levantarnos a las 5:30 a empezar un nuevo día, yo me preguntaba constantemente de donde le venía la energía (yo un joven 21 años al cabo de una semana me fue imposible seguir su ritmo). Pasaron varios inviernos y veranos en que lo visitaba y el hacia lo mismo ( en concepción).
Recuerdo que en otra oportunidad lo acompañe durante una maratónica jornada que a recorrer la isla comenzamos en Ancud, Castro, Achao, y su querido Queilén donde visitamos muchas familias que lo acogían con un cariño sobrecogedor, de ese viaje recuerdo 2 anécdotas:
Veníamos de regreso desde Queilén por unos caminos horribles (llovía mucho) muy de noche cuando nos hace parar un guardavías, detengo la camioneta y el padre lo saluda y comienzan a conversan, resultó conocer a toda su familia, luego él le pidió que lo confesara así k me baje de la camioneta en medio de la oscuridad y la lluvia y el padre se puso a ¡trabajar!, seguimos el camino de regreso a Castro (donde el padre me había dicho que pasaríamos al hospital), por lo tarde (3 a.m) pensé no despertaré al padre, sin embargo, el despertó justo en el momento que pasábamos por el hospital y me dijo ¡pasemos a visitar a los enfermos no pueden esperar!.
La segunda fue cuando llegamos a Ancud todo el viaje había hecho estragos en mí y me sentía muy mal (resfriado) el padre igual, así es que fuimos a médico, el sacó hora para mí y me acompaño a la consulta, mientras me examinaba el doctor sintió toser al padre y lo examino y resultó que él estaba muy enfermo (pero jamás hizo un gesto o manifestó alguna dolencia) el médico recomendó hospitalizarlo de inmediato en el hospital de Ancud, avisé al obispado y fuimos con Monseñor a visitarlo el por supuesto no estaba en su cama y andaba con la botella de suero en la mano y visitando a los otros enfermos!.

Sin duda doy gracias a Dios por haberme brindado la oportunidad de conocer a este hombre de Dios (que tiene fama de santidad) que con su testimonio de entrega, servicio y fe a dado a conocer el rostro sencillo, misericordioso y amable de Cristo en su amado
Chiloé.

Gracias Señor por tu apóstol José Mairlot.

Eduardo Parra Zambrano
Concepción-Chile

1 comentario:

Unknown dijo...

Que en paz descanse el padrecito Jose Mairlot, no alcancé a conocerlo mucho pero siempre que lo vi estaba con una sonrisa y alegrando las canciones de la misa con su armónica; sin duda un padre excepcional, con una vocación gigante por la gente más pobre y necesitada, sin duda se le va extrañar mucho.