este lenguaje tan nuestro de las cosas olvidadas,
en el cielo de tu frente aparecen esos pájaros,
y nunca nos hemos dicho: lo leí con la urgencia
de necesitar tus besos. Y sin embargo con guiños…
Nos contamos que vivimos virando, –tú sí, yo no–
esas palabras perdidas en el rumor de poniente;
que se quedan engarzadas conformando unos versos
trepadores en la tarde, como pájaros lejanos
disminuyen su tamaño sin lágrimas ni nostalgia.
Y al quedar en mis rodillas, mi continente, mi musa,
hoy mi nave enamorada más desnuda se contempla,
con lluvia de la distancia que descubre mis jirones,
las pisadas socorridas, la ciudad de mis cadenas,
la claridad de tu sombra que renuncia y que convive.
Se quede el último olvido como testigo de esencia
de la ternura clemente que vence en todos los actos
para agradecer entrega; allí perderé este poema,
está al lado de la brisa, junto a tu rostro que besa,
besado quedo en la mar y sin terminar por ti.
José Pómez
http://www.pomez.net