martes, 25 de enero de 2011

A ti, hija mía.

Hija mía, duerme. 

La noche cae silenciosamente y con pereza.
Deja de llorar. Tu madre está aquí y nunca te abandonará.
Tu pequeño cuerpecito recién nacido se mueve lentamente 
mientras se te escapan pequeñas lágrimas de tus ojos,
ahora verdes cristalinos a causa de ellas.

Hija mía, duerme.

Te prometo que nunca me separaré de ti.
¿Acaso tienes miedo a que cuando te despierte te veas sola?
Mamá nunca te haría eso.  
Cálmate y deja de llorar.

Hija mía, duerme.

Te arropo y te beso la frente.
¿Estás más tranquila mi amor?
Descansa para que mañana podamos jugar.
Me miras, sonríes y cierras los ojos.
¿Ya te diste cuenta que Mamá nunca se irá?

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