domingo, 18 de enero de 2009

GAZAPOS, UNA TEORÍA PARADÓJICA

"Estaba delante mío", "Tenemos detrás nuestra...", "Se lo encontró delante suya", "Delante vuestro se encuentra..."
Es muy común en la lengua hablada utilizar el adjetivo posesivo en lugar del pronombre personal. En vez de "delante de nosotros", se utiliza "delante nuestro" o "delante nuestra".
¿De dónde viene este error que como un fantasma recorre el habla? ¿Es que nuestro afán de poseer recae también sobre los espacios y su situación con respecto al hablante? Vaya, eso sí que es voracidad y avidez.
El otro día un periodista dijo en la radio este otro horror: "El problema ha sido resuelta"
¿Qué hay de común entre estos dos tipos de gazapos, entre el "resuelta" y el "nuestra"?
No descarto las ansias posesivas de los primeros ejemplos, sino que las complemento con una explicación que, si me pongo estupendo (que me pongo), diré paradójica, por aquello de para doxan, o sea, contraria a la común opinión, o, para ser más precisos, la opinión emergente.
Los posesivos admiten género (mío o mía), mientras que las dos primeras personas del singular de los pronombres personales no lo admiten (de mí, de ti).
Como si las palabras tuvieran sexo y no género gramatical, el hablante duda: ¿la mesa está delante nuestro, si los implicados somos varones, o delante nuestra, puesto que es una mesa, y mesa es femenino? Claro, que lo femenino de mesa es el género gramatical y no el sexo. Yo aún no le he visto los encantos femeninos a las mesas, ni a las sillas, ni a las cerillas, ni siquiera a las razones, aunque no descarto en el futuro vivir una tórrida y desenfrenada relación con alguna de ellas.
El género ha sido el falso problema con el que se ha encontrado el periodista radiofónico. Acuciado por hablar correctamente en antena; preocupado por no discriminar ni a las mujeres ni a las mesas; impelido a hablar con ese absurdo "lenguaje no sexista y no discriminatorio", que en realidad lo sexualiza todo; presionado por el hembrismo emergente (hembrismo: delicia que leo en una de las columnas de Quim Monzó en La Vanguardia ) de ministras que dicen (¡y reivindican!) miembra; pues con todo ese batiburrillo en algún lugar de su mente, el bueno del periodista se ha visto en la automática necesidad de dotarle al "problema" (que si acaba en a será femenino, ¿no?), de una concordancia de género. Y así, "problema resuelta".

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