martes, 28 de abril de 2009

El arbol de cristal

Pablo era un niño muy juguetón. Recorría el bosque arriba y abajo, corriendo entre los árboles. Se subía a las ramas, cavaba en la tierra, reia, se lo pasaba muy bien.

Y hablaba. Hablaba con los animales, con los árboles. Hablaba con los insectos y las flores. Y no le importaba que no contestaran con palabras, él sabía que le escuchaban, y escuchaba sus respuestas con el corazón.

Un día, cansado de tanto jugar, se tumbó en el campo de tréboles. Miró hacia arriba, el sol le deslumbró. Cerró los ojos. Y se durmió.

Una voz chillona le despertó.

--Como eres un chico bueno, te concedo un deseo.

Abrió los ojos y sonrió. Era un duende

-- Pero ten cuidado, porque me tiene que parecer bien. Si pides algo malo, o me parece que pides demasiado, me marcharé sin concedertelo.

Pero realmente hoy no necesitaba nada, no quería nada. Así que decidió arriesgarse un poquito.

--Quiero un árbol. Pero quiero un árbol distinto... quiero un árbol del que salgan arcoiris.

El duende se quedó pensativo.

-- Vale, pero con la condicion de que tienes que cuidarlo. Porque es fragil y se romperá con facilidad.

-- Prometido.

Y se fue. Y al fondo apareció un árbol. Era un árbol de cristal. Transparente. El auténtico bosque se veía a traves suyo. Las ramas también eran de cristal, puro, fino, frágil.

Y el sol atravesaba esas ramas, dejaba asomar un pequeño arcoiris.

Pablo se entusiasmó. Fue corriendo hacia el árbol. Riendo, se agarró a una de sus ramas con la intención de subirse a ella...

Y la rama se rompió. Cayó al suelo, se hizo mil añicos. Pablo también cayó, y comenzó a llorar, no por la pequeña herida que se había hecho, sino porque había roto el árbol.

Cuando fue a casa, le contó a su mamá lo que había pasado. Pensaba que ella le regañaría, porque había roto algo hermoso y había roto la promesa al duende. Pero ella le secó las lágrimas.

-- Has roto una rama. Pero al árbol le quedan muchas más. Sigue siendo hermoso, y todavía crea arco iris. Y ahora sabes que es frágil de verdad, y sé que a partir de ahora lo cuidarás mucho, como le prometiste al duende.

Y Pablo demostró que había aprendido la lección, cuidando el árbol, queriéndolo, aunque nunca dejó de jugar con él, ni de admirar sus arco iris.

10 comentarios:

Jenn dijo...

Bonito relato. Cuan maravillosa el la fantasía... Besos.

Anónimo dijo...

Claro que lo recuerdo, ya hace casi 5 años de que lo escribiste y mas o menos el mismo tiempo que él lo escucho por primera vez. Mil gracias nuevamente.

Txispas dijo...

Acabo de leérselo a quiero-quiero y su respuesta ha sido: "¿como sigue mami?" así que al pequeño experto en cuentos le ha encantado y a mí también, qué bonita historia y qué linda moraleja.

Anónimo dijo...

Me ha gustado.
Esperando el siguiente.
Un saludo.

Brujita dijo...

precioso...

besines embrujados

Marta (Tuki) dijo...

Hay una frase del libro y película "Into the wild" ("Hacia rutas salvajes") que se me grabó:

"La fragilidad del cristal no implica debilidad"

Me he quedado con ese niño ;)

TUKI*

Jenn dijo...

Hola!! ¿Qué es de tu vida? Luego se dice de mis ausencias, pero las tuyas también son amplias...
Espero leer pronto algo nuevo tuyo.
Besos ;)

dioni blasco dijo...

ya renovaremos esto o que?

celebrador dijo...

Oye, chulo de verdad

Abejita dijo...

Gracias por mi cuento!! :D

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