Columna de Opinión

¿Debo subrayar la palabra OPINION?

domingo, mayo 28, 2006

¿Libertad + Dignidad = Eutanasia Activa?

Hoy en día hay dos palabras que son usadas para justificar todo comportamiento humano: libertad y dignidad.
Ambas son parte esencial del ser humano. Un hombre es siempre libre: aún cuándo esté encerrado en una cárcel, obligado a actuar de cierto modo o decir ciertas cosas, es imposible controlar lo que piensa y siente.
Lo mismo sucede con la dignidad. El ser humano no dejará de ser digno por muy menesteroso, pobre, viejo o enfermo que se encuentre. Siempre será hombre y siempre será digno.
Sin embargo, uno de los grandes problemas de la sociedad actual es que se habla muchísimo de libertad y dignidad pero no se ha entendido su real concepción.
Libertad y dignidad se citan como justificación para exigir todo tipo de cosas y así poder llamarlas derecho. Pero, la libertad no es hacer todo lo que quiera. La libertad tiene límites y, filosóficamente hablando, es libertad sólo cuando tiende al bien. La dignidad está dada por el hecho de ser seres humanos, por tener inteligencia, voluntad y libertad (alma para algunos) y no por nuestras características particulares, méritos o circunstancias que nos rodean.
El por esto que quienes usan la libertad y dignidad del ser humano para justificar la eutanasia activa o “práctica del buen morir” incurren en un gravísimo error.
El ser humano es libre, pero no para decidir cuándo comienza o termina la vida. Atribuirse esa decisión es arrogarse facultades divinas. Asimismo, el ser humano es digno siempre y en toda circunstancia, no sólo cuando sus condiciones de vida son las “adecuadas”.
Sin tener claros estos conceptos podemos llegar a aberraciones terribles.
Más allá de otras consideraciones relevantes, para poder aprobar la práctica de la eutanasia activa, la ley deberá determinar los límites. No podría dejarse abierto el concepto de “buen morir”. Esto llevaría a que un resfriado anciano millonario, que confiado la bondad y amor de sus hijos y nietos ha firmado una autorización para que se le de un “buen morir”, pueda verse en riesgo de que alguien decida que su vida ya no es de la calidad que se merece, no es digna y deberá procurársele un buen morir producto de su resfrío.
Evidentemente el legislador deberá poner los límites y definir el concepto de buen morir.
Bajo este análisis me aparecen algunas dudas: ¿Es el buen morir lo contrario al buen vivir? ¿Quién determinará parámetros objetivos a partir de los cuales se convierte en “eutanasia legal” (concepto inexistente por ser intrínsecamente contradictorio) el homicidio o suicidio asistido? ¿Quién tendrá la facultad de “medir” el dolor, sufrimiento, en definitiva el “mal vivir” de otro, que lo haga adjudicarse el “derecho a morir”? O peor aún: ¿tienen los deficientes mentales, niños con síndrome de Dawn y discapacitados, un “mal vivir”?
Aún más, considerando que no existe derecho superior al derecho a la vida, no podemos ni siquiera usar los derechos de libertad y dignidad como argumento. No corresponde a ni ningún individuo de la especie humana (por muy legislador que sea), el decidir cuándo o en qué circunstancias se puede poner fin a ésta. Se podría decir que resulta preocupante la soberbia de quienes se sienten con el derecho y, peor aún, la capacidad, de decidir cuándo la vida de una persona es “digna” o cuándo se acaba el “buen vivir” para dar paso al “derecho al buen morir”.
Carol Bown

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

ME ENCANTARON TUS FUNDAMENTOS

OPINO LO MISMO

12:33 p. m.  

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