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Las cerezas son todo un icono. Además de una fruta rica en vitaminas, antioxidantes y minerales, también son uno de los cultivos más antiguos conocidos por la humanidad, y se han convertido en parte de nuestra cultura. Imágenes, sabores, colores e iconos llevan siglos creando un lado ‘pop’ de las cerezas.

La imagen de las cerezas es tan habitual ante nuestros ojos que incluso tiene una versión icónica, las dos cerezas unidas por sus rabitos, recién cogidas del árbol. Aunque se trata de la imagen que primero nos viene a la mente cuando pensamos en estas frutas, nunca veremos así las ricas picotas del Jerte (que pierden el pedúnculo al ser recolectadas). Además, la cereza es una de las pocas frutas que está representada como emoticono en el estándar de representación Unicode, lo que da una idea de la implantación en nuestra mirada colectiva de su aspecto.

La primera versión del icono de las cerezas apareció en las máquinas tragaperras, que lo convirtieron en un icono muy reconocible. Pero su origen está alejado de las apuestas y la ludopatía. En principio, las tragaperras no premiaban con dinero, sino con caramelos y chicles de sabores, decorados con los mismos símbolos que giraban en las ruedas. Así, tres cerezas significaban un buen premio en dulces con sabor cereza.

Por cierto, el gusto a cereza, con su característica combinación de dulce y ácido, fue pronto introducido por la industria de la alimentación. Las gominolas de cereza existen desde la década de 1910, y han llegado a nuestros días casi intactas en su receta. Lo cierto que que su sabor no se parece mucho al de las verdaderas frutas, pero ha contribuido a fijarlas como icono pop.

El extracto de cereza es sencillo de producir a gran escala, y tiene la ventaja de que enmascara bien otros sabores. Por eso se ha convertido en un estándar para varias medicinas, ayudando a mitigar el sabor de los principios activos, que no suele ser agradable. Los jarabes para la tos, en concreto, están asociados al sabor de la cereza, casi desde su inicio. No es la cereza más sabrosa, hay que reconocerlo, pero pero mitiga el áspero sabor del medicamento.

Aunque, sin duda, una de las encarnaciones más conocidas del sabor cereza son los bombones rellenos de licor de guindas, que apuestan por la combinación de fruta y chocolate negro, siempre ganadoras. A menudo, emplean también el clásico icono de las cerezas en sus envoltorios, par darse a conocer.

Y si característico es el sabor de la cereza, más aún lo es su pigmentación. Tanto que se ha instalado en el lenguaje. El color rojo cereza o simplemente “cereza” es bien conocido por diseñadores e ilustradores, y cuenta con su propia codificación en todos los sistemas cromáticos empleados hoy en día. Por ejemplo, está asociado al código 703 C de la gama Pantone. Y no hay que olvidar el rojo picota. ¿Recordáis un anuncio de un detergente que se promocionaba diciendo que conseguía sacar la mancha de picota?

La industria de la moda y la cosmética emplean el color cereza habitualmente en sus diseños. Existen tintes para el pelo color cereza, vestidos color cereza o pintalabios de color (y sabor) cereza. Y no solo esto, el sector también emplea el icono de las cerezas en sus creaciones, como os explicamos en una entrada anterior.

Estos son solo algunos ejemplos de como una fruta pequeña y redonda se ha convertido en uno de los iconos más reconocibles de la cultura humana, a lo largo y ancho del mundo.