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DÉJATE TOCAR

POR EL AMOR DEL SEÑOR

Ibarra. Una experiencia llena de paz vivió la familia de la Unidad Educativa San Francisco en la convivencia espiritual realizada en la Casa Doménico Leonati.

Con el lema “Déjate tocar por el amor del Señor” se vivieron dos días en los que la alegría de la alabanza, manifestada en cada uno de los cánticos entonados por el hermano Marcelo Reyes, se combinó con los momentos de reflexión de los 52 asistentes. La reflexión fortaleció con los mensajes de fe y amor de la hermana Mónica Calderón.

Las hermanas Nancy Jiménez y María Belén Medina se encargaron de la logística de la actividad y demostraron una buena capacidad de organización en la que primó el respeto y la colabora- ción de quienes formaron parte de este evento especial.

El coordinador institucional, padre Juan Jima, precisó que existen varios caminos para dejarnos tocar por el amor del Señor, un amor que se manifiesta de distintas maneras y a través de varios caminos.

“En el Evangelio encontramos casos muy bonitos, como decía Mónica, nosotros tenemos que buscarle al Señor y Él nos toca; es tan respetuoso que no invade nuestro interior, sino que deja que nos abramos primero”.

Dejarnos tocar por el amor del Señor es abrir el corazón, abrirnos al Espíritu Santo para que Jesús pueda hacer algo. Si nosotros no nos abrimos, no va a suceder nada.

Es necesario saber que Dios puede transformar mi vida. Saber que Dios puede entrar y está por encima de mi pecado y es el único que me puede salvar. Si yo me dejo tocar del amor del Señor me está transformando, me está reviviendo, me está resucitando, explicó el padre Juan.

El sufrimiento a veces es tan duro que no abrimos los ojos para darnos cuenta que Dios está caminando con nosotros.

27 mujeres y 25 hombres formaron parte de la convivencia espiritual en la que también hubo espacio para que cada uno se sienta confortado con palabras positivas manifestadas por sus compañeros, entendiendo además que cuando hay un encuentro con Jesús ya no hay miedo, hay valor y ganas de luchar, porque Dios ha iluminado la vida.

El padre Juan Jima entregó regalos especiales a cada uno de los asistentes, afirmó que se trata de un regalo que representa amor y la misión que cada uno debe cumplir como parte de la vida.

De esta manera también se representan los tres regalos de Jesús: Su sangre para limpiarnos del pecado y salvarnos, el Espíritu Santo para guiarnos y protegernos y la Virgen María para inter- ceder por nosotros ante nuestro Padre. Será nuestra decisión abrirlos, recibirlos y usarlos.

Fue un encuentro que nos deja fortalecidos y pensando en el camino hacia la transformación. “Sería ingenuo decir que la vida va a cambiar… la convivencia sirve para el que la vivió, el Señor dará luz para que se pueda actuar como Él, pero sin descuidarlo sino buscarlo, no solo cuando estamos en crisis o cuando necesitamos algo, sino buscarle siempre porque es el dueño de mi vida y eso es lo que se vivió en la convivencia; es ese amor misericordioso, ese déjate tocar por el amor del Señor y nadie nos lo va a quitar. Tenemos elementos para buscarlo y en Él poner mi confianza”, destacó el Coordinador Institucional.

La hermana Mónica, entre sus mensajes destacó pasajes bíblicos como “Sed misericordioso como vuestro Padre es Misericordioso”. Su misericordia es tan grande que dio a su único hijo para salvarnos, su amor perdona todas las faltas y pecados de las personas, nos llama, nos invita con los brazos abiertos, él siempre está dispuesto, nosotros debemos escucharle, acercarnos.

“Es nuestro guardián, nos cuida, protege, y vela por nosotros todo el tiempo”. “Jesús mostró misericordia y sanó a los enfermos físicos (ciegos, leprosos) espirituales (afligidos, prostitutas, marginados)”.

La convivencia fue un espacio de reflexión personal para analizar nuestra vida, conocer la vida de otros y ver cómo el amor de Dios toca a las personas alivianando sus cargas (penas y sufri- mientos) cuando se deja de pedir y se acepta su voluntad.

Una oportunidad para sanarnos, porque necesitamos ser curados y solo las personas humildes piden ser sanados porque, como decía la Madre Teresa de Calcuta: “Grande es tener fe en las cosas pequeñas que apenas podemos ver”.

Sentir la Bendición del Sacramento fue un momento de fe y oración para entender que el amor de Dios es fiel y se renueva cada mañana, por lo que es necesario disfrutar cada día porque cada mañana siempre habrá un motivo para agradecer y despertar con la alegría de Jesús.

Atentamente

Carla Aguas Vanesa Poveda

 

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