Los cuentos inmorales de Walerian Borowczyk

Publicado: marzo 25, 2010 en Culto, Holy Director

Las películas de Borowczyk tienen algo especial. Nada más echarles un vistazo, uno se da cuenta de que son suyas. Es por su manera de rodar, de encuadrar y de montar. El hombre compone los planos como un fotógrafo obsesionado por los pequeños detalles. Coloca a sus actores como muebles en una tienda de antigüedades. A las mujeres desnudas les corta la cabeza, las piernas, los brazos, para fijarse sobre todo en las partes sexies de su anatomía. Monta las imágenes por contraste asociativo: a un plano general le suele seguir un primer plano de un objeto. Utiliza con frecuencia la cámara al hombro y el desenfoque casual. Está obsesionado con el erotismo de Fin de Siglo, los objetos de anticuario, los catálogos, las repeticiones, los archivos, los marcos y la música clásica. Le encanta la ropa de cama blanca, los bordados, los corsés, las túnicas romanas, los espejos, las duchas y los baños. Autodidacta y metomentodo, él mismo suele encargarse de la dirección artística, los decorados, el montaje y hasta la fotografía de sus películas, además de escribirlas y realizarlas. Entre los colaboradores que le han sido más fieles cabe destacar al encargado de vestuario Piet Bolscher (“Blanche”, “Cuentos inmorales”, “Tres mujeres inmorales”, “L’armoire”, “Dr.Jekyll et les femmes”), que trabajó igualmente con Costa-Gavras y Robbe-Grillet, y los directores de fotografía Guy Durban (“Théatre de Monsieur & Madame Kabal”, “Goto, isla del amor”, “Blanche”, “Cuentos inmorales”), autor también de un magnífico texto sobre Mandiargues publicado en la primera reedición de “Le Musée noir”, y Bernard Daillencourt (“Cuentos inmorales”, “La Bestia”, “Tres mujeres inmorales”), el operador de cámara oficial de David Hamilton en “Bilitis”, “Laura, las sombras del verano” y “Tiernas primas”.

Las sinopsis se publicaron en el fanzine 2000maniacos, en el número 24,  fechado en diciembre de 2001.

‘THÉATRE DE MONSIEUR & MADAME KABAL”. Francia, 1962-1967.

Primer y único largometraje animado de Borowczyk. Enteramente dibujado por él. Un hombrecillo inofensivo y una mujer arpía (el señor y la señora Kabal) protagonizan una serie de sketches domésticos de inspiración surrealista. Automatismo y asociación de ideas al servicio de un humor audiovisual de alta graduación. Al principio y al final de la función, el propio director-dibujante irrumpe en la pantalla. “Me llaman Boro”, le dice a la Sra. Kabal. Un detalle curioso: el metraje está salpimentado con postales de Fin de Siglo e imágenes reales de chicas en bañador.

‘GOTO, L’ÎLE D’AMOUR’. Francia, 1968.

Versión española: “Goto, isla del amor”. Por un lado, es una divertida alegoría política antitotalitaria a lo «Ubu Rey», de Alfred Jarry; por el otro, una fascinante recreación del cine mudo con ramalazo nórdico. En una isla ficticia habitada por seres humanos cuyos nombres comienzan con la letra G, un condenado a muerte es amnistiado por capricho del monarca. Sin querer, este personaje descubre que la Reina (encarnada por Ligia Branice, musa y pareja sentimental de Borowczyk) mantiene relaciones sexuales con su profesor de equitación. Los acontecimientos se precipitan: hay suicidios, asesinatos, ajustes de cuentas y hasta una resurrección surrealista. La escena de los funerales inspiró una muy similar en la película «Institut Benjamenta», de los hermanos Quay.

‘CONTES INMORAUX’. Francia, 1974.

Versión española: “Cuentos inmorales”. Largo compuesto por cuatro historias independientes. “La marée” es una adaptación literal de un relato de Mandiargues: un adolescente (Fabrice Lucchini) obliga a su primita (Lise Danvers) a que le practique una mamada mientras sube la marea. En “Thérèse Philosophe”, una quinceañera beata (Charlotte Alexandra) se masturba con un pepino después de excitarse con los objetos y libros antiguos que encuentra en una habitación donde ha sido encerrada como castigo por llegar tarde a casa. “Erzsébet Báthory” es una detallada descripción de las actividades cotidianas de la condesa húngara del siglo XV que acostumbraba a bañarse con la sangre de jóvenes campesinas. Paloma Picasso, la hija del pintor, encarna al personaje. La última historia se titula “Lucrezia Borgia”. Está ambientada en la Roma de 1498. Recrea un excitante ‘ménage-à-trois’ entre la célebre envenenadora (Florence Bellamy), su padre el Papa Alejandro VI, y su hermano el Cardenal César Borgia. Borowczyk disfruta recreando diferentes épocas históricas con cuatro brochazos decorativos, y se relame de gusto acariciando con el objetivo de la cámara los cuerpos femeninos de actrices y figurantes, en primerísimos planos detalle, forzando el encuadre, improvisando sobre la marcha. Los montajes de las escenas de masturbación y las de las duchas colectivas ponen cardiaco a cualquiera.

‘LA BÊTE’. Francia, 1972-1975.

Versión española: “La Bestia”. En 1972, el productor Anatole Dauman contrató a Borowczyk para que rodase un final impactante para la película de Alain Fleisher “Les rendez-vous en forêt”, protagonizada por Catherine Jourdan, maciza descubierta por Alain Robbe-Grillet en “L’Eden et après”. Fleisher no dejó que nadie manipulase su trabajo, pero Boro aprovechó el encargo para rodar un mediometraje inspirado por una antigua leyenda gabacha (la misma que late, por cierto, debajo del guión de la recién estrenada “El pacto de los lobos”, de Christophe Gans). Con el título de “La véritable histoire de la Bête de Gévaudan”, la pieza estuvo a punto de formar parte de “Cuentos inmorales”. Al final, se utilizó como clímax orgasmatrónico de «La Bestia». La protagonista es una guapa heredera anglosajona (Lisbeth Hummel) que está a punto de casarse con un aristócrata francés. Mientras se soluciona el papeleo religioso, la joven pasa unos días en la mansión del novio, excitándose con los caballos, las lecturas y las malas compañías. Cuando ya no puede más de calentura, se imagina el choque sexual entre una antepasada de su futuro marido (Sirpa Lane) y una Bestia peluda y libidinosa. Borowczyk aprovecha este astuto giro de guión para combinar las imágenes del corto con las del largo. La excitación sube y el monstruo, armado con un pene de 45 centímetros, acaba inundándolo todo de esperma.

‘LA MARGE’. Francia, 1975.

Versión española: “Una mujer de la vida”. La obsesión sexual de un hombre de negocios felizmente casado por una prostituta caprichosa. Extraña adaptación cinematográfica de la novela con la que Mandiargues ganó el Premio Goncourt en 1967. En la película, él es Joe Dallesandro, ‘sex-symbol’ de la Factory de Andy Warhol, y ella es Sylvia Kristel, en pleno subidón de autoestima tras el éxito de “Emmanuelle”. Boro traslada la acción de Barcelona a París, filma a los actores como si fuesen estatuas de carne, y se entretiene enfocando y desenfocando objetos en primerísimo plano. En las escenas de folleteo suenan canciones de 10cc y Pink Floyd. En su momento, no gustó a nadie. A mí siempre me ha parecido una rareza: tiene un tono depresivo que hipnotiza.

‘INTERNO DI UN CONVENTO/INTÉRIEUR D’UN COUVENT’. Francia/Italia, 1977.

Versión española: “Interior de un convento”. Los “Paseos romanos” de Stendhal le sirven de pretexto al director para encerrarse entre los muros de un convento italiano repleto de jovencitas en celo. Nada puede hacer la Madre Superiora para sofocar la rebelión sexual que se avecina. La institución religiosa parece un colegio mayor de los que salen en las historietas de la revista ‘Kiss’. Las novicias bailan semidesnudas en la capilla, se toquetean los pechos en el confesionario y reciben a sus amantes en la sala de bordar. Por las noches, las más audaces mezclan plegarias con masturbaciones, crucifijos con consoladores, estampitas de la Virgen con dibujos de penes erectos. Una monja toca el violín desnuda, y otra, también desnuda, practica yoga delante del reclinatorio. Sin duda, ésta es la película más jugosa y jocosa de toda la filmografía de Borowczyk. La única en cuyo reparto estelar coinciden sus dos fetiches femeninos: Ligia Branice y Marina Pierro. Una lección de manejo de cámara al hombro y un prodigio de montaje asociativo.

‘LES HÉROÏNES DU MAL/TROIS FEMMES INMORALES’. Francia, 1978.

Versión española: “Tres mujeres inmorales”. Femineidad, sexo y venganza a través de la historia. Una nueva vuelta de tuerca a la fórmula inaugurada en 1974 con “Cuentos inmorales”. La protagonista del primer ’sketch’, ambientado en el Renacimiento Italiano, es Margherita (Marina Pierro), la ’fornarina’, modelo y amante del pintor Rafael. Después de divertirse mucho posando y follando en el estudio del artista, seduce a un banquero para robarle las joyas. Al final, reparte pastelitos envenenados y regresa con su novio campesino. La segunda mujercita inmoral se llama Marcelline (Gaëlle Legrand). Es una pizpireta Lolita de Fin de Siglo. Se pasa las horas muertas jugando con un conejito blanco en el jardín de su casa, recalentándose las tetitas al sol. Una mala tarde, azuzados por una sirvienta envidiosa, los padres de la niña cocinan a la mascota peluda y se la comen. Para vengarse, Marcelline entrega su virginidad a un matarife negro. Luego, con un cuchillo de carnicero, les corta el pescuezo a mamá y papá. El argumento se basa en el relato «Le sang de l’agneau», de Mandiargues, incluido en el libro «Le Musée noir». Marie (Pascale Christophe), una burguesa parisina de finales de los 70, sufre un secuestro con violación en la tercera y última parte de la película. Su perro, un doberman negro, la rescata y, de paso, asesina al pesado de su marido. Lo mejor: el ambiente sensual del primer episodio y la atmósfera ’hamiltoniana’ del segundo, rota con una salvaje pincelada gore.

‘DR.JEKYLL ET LES FEMMES/LE CAS ÉTRANGE DU DR.JEKYLL ET MISS OSBOURNE’. Francia, 1981.

La versión cinematográfica más enloquecida y rabiosa de la novela corta de Stevenson. Udo Kier interpreta al Dr.Henry Jekyll. Marina Pierro es su novia Fanny Osborne. Para celebrar el compromiso matrimonial entre ambos, se organiza una cena en casa del primero. La velada se convierte en una orgía de sangre y sexo a medida que un misterioso personaje, Mr.Hyde (Gérald Zacberg), va ensartando uno por uno a todos los invitados con su monstruoso miembro de color rojo. Patrick Magee interpreta a un general psicótico y Howard Vernon es un científico chapado a la antigua. Cuando el espectador ya se ha acostumbrado a la música electrónica, los espacios cerrados, los diálogos de besugo, los flashes de luz azul y los estallidos de violencia irracional que salpican el metraje, Borowczyk acelera el ritmo en el tramo final y transforma las últimas secuencias en un maremagnum de imágenes alucinógenas. Henry Jekyll y Fanny Osborne se sumergen en una bañera llena de droga, pierden el control y se devoran el uno al otro.

‘CÉRÉMONIE D’AMOUR’. Francia, 1987.

Adaptación cinematográfica de uno de los últimos y más sofisticados textos de Mandiargues: la novela “Tout disparaîtra”. Un joven anticuario (Mathieu Carrière) conoce a una misteriosa mujer (Marina Pierro) en el Metro de París. Juntos visitan la iglesia de Saint-Germain-des-Prés antes de encerrarse en un ‘boudoir’ lleno de mariposas vivas. Allí, la mujer se transforma en un súcubo sexual y el hombre se entrega a sus más bajas pasiones. El lenguaje literario lo impregna todo. Las imágenes parecen sacadas de una ensoñación simbólica. Boro despliega su arsenal estilístico con la meticulosidad de un viejo profesor, sin concesiones a la galería. Esta es, probablemente, su película más personal.

comentarios
  1. Rhex dice:

    tienes alguna de esas Warpola?

  2. cinepanorama dice:

    Sí, tengo las más pesadas, la de Cuentos Inmorales, La Bestia e Interior de un convento que para mí es la mejor, la más erótica y la más perversa. Nos vemos esta noche.

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