jueves, 8 de abril de 2010

Hora catorze, Radio Barcelona, Susana Ruiz


En la franja situada entre las 14h y las 14h30 se sintonizan los más puros informativos del día: Hora catorze, en Radio Barcelona y Catorze-quinze i Cent metres, en RAC1. Ambas emisoras proyectan formatos diferentes: compartimentado en información general y deportiva, más breve y directo el de la emisora del grupo Godó; más transparente y lineal el de la Cadena SER, sobre el que trata esta entrada de blog.

Como Hora catorze forma parte de su hermano mayor homónimo, no necesita informarnos de las noticias de cuota que quedarán para José Antonio Marcos a las dos y media: declaraciones de tal político, asuntos de compromiso… Y es que aquél es un noticiario local en el mejor sentido posible: el de su margen de maniobra; en él aparecen los delitos locales, las averías de RENFE, la crónica judicial, pero sin la sobrecarga política que es el impuesto a pagar por muchas informaciones. En este programa se perciben las huellas de cierta utopía periodística: la de poder seleccionar: la primera noticia puede ser la que toque, según el día. Hora catorze no tiene la rigidez esquelética de los informativos usuales (política, varios, deportes). Siempre deseo saber qué noticia va a ser la de su portada, porque seguro que me hará centrar mi atención el algún asunto que la merece, y en el que no hubiera pensado si no es escuchando esta emisora. A veces, he apreciado en HC una originalidad similar a la de El periódico de Catalunya, que también ha tenido que buscar su razón de ser en ofrecernos cierto discurso algo alejado del establishment, dignificando con su tratamiento algunas realidades más locales. Percibo más vida en Hora catorze que en Hora catorce: hay más nombres propios de importancia humana que mediática en sus noticias y me sitúo mejor en el mundo en la mitad de tiempo. Además, el ritmo en que se escalonan las noticias es el adecuado para el momento del día en que se emite, en que ninguna información está aún cerrada.

Además de su acertadísima planificación, el programa de la emisora del carrer Casp dispone del mejor as en la manga, el más discreto e imprescindible: su presentadora, Susana Ruiz. No creo que se pueda hacer mejor. Si alguien tuviera que darme alguna mala noticia, por favor, que fuera ella. Susana Ruiz nos trata maravillosamente: con ella, informarse no cuesta esfuerzo, pues las modulaciones de su voz nos deslizan su cometido. Su tono es siempre el más empático: suele ser conversacional, aunque a veces nos habla al oído, o puede hacerlo desde un panel informativo, pero siempre por nuestro bien. Susana Ruiz nos hace creer que somos su único oyente. Si se le pone atención y se la frecuenta, se llega a más con ella, pues vamos descubriendo que su transparencia oculta códigos que solo nosotros, que seguimos siendo su único oyente, podemos descifrar. Se la puede notar irónica, decepcionada, divertida, a veces crítica, con solo pronunciar las dos o tres últimas palabras de cada frase, las cuales parece finalizar fuera de guión, pues siempre deja notar que el tiempo le pertenece y que su programa no saldría igual sin ella, ya que en algunas afortunadas ocasiones algo de ella misma se nos va filtrando. Sus interacciones con otros redactores insinúan levemente sus emociones. Nadie como Susana Ruiz hace llegar más subjetividad a través de un género –el informativo- aséptico a priori. Sus locuciones se llenan de un tono desdramatizador que se ríe del ring de boxeo en que se han convertido los medios. Pero no hay que entusiasmarse: todo lo citado no parece solo una proyección del encanto personal de Susana Ruiz; ella no es es una chica agradable que cuenta noticias, sino que es la mejor en su disciplina y por eso la lleva a la práctica tan inmejorablemente.

Susana Ruiz no monopoliza Hora catorze; los otros redactores, que también se perciben jóvenes y eficaces, transpiran el mismo entusiasmo.

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