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lunes, 2 de mayo de 2011

Dichos y apodos

Detrás de cada dicho o de cada apodo, habría que adivinar alguna historia más o menos antigua que les dio origen; porque lo cierto es que ellos ríen la mar de a gusto cuando escuchan estas coplas. Reconozco no saber el origen ni tan siquiera de la mitad. De los que conozco, ofrezco algunos especialmente simpáticos.
Los de Ayerbe, carnicrabas. Es una historia tan hermosa como antigua, que no humilla a nadie, y menos a los ayerbenses que llevan su apodo muy a mal, aunque la verdad es que supieron poner en horma a los montañeses.
El caso es que hace muchos años, tantos que el “Saso” aún estaba cubierto de viñedo, Ayerbe era un paso obligado para las cabañas de ganado de la montaña que venían a invernar a la tierra baja. No sabemos de dónde vendría aquel año la cabaña de cabrío. Sólo sabemos que sus dueños eran pastores y montañeses. Y al decir montañeses, ya se sobreentiende que eran listos y avispados, como los de Labuerda (que por algo los llaman “Gorriones de canalera”. ¿Serían de allí, o serían de Villanúa, por lo de “gitanos”?), y una miajica pobres “escañacuervos” de Vió) y otra miajica prietos, aunque presumidos.
O a lo mejor eran “canelos” de Serveto o Saravillo. Aún se canta por ahí:
“Saravillo, Sin, Senes y Serveto
tuvieron un pleito
y Saravillo pagó las costas
con nueces bofas y crabas sarnosas.”
Sea como sea, la cabaña llegó a Ayerbe con todo su lujo de pastores con sus batiaguas inmensos y azules, sus repatanes, sus mastines del Pirineo y sus burros cargados de caloyos. Todavía parece que resuena en el aire el concierto ensordecedor y alegre de las esquilas, trucos y talacas bailando en las cañablas y subrayado por los silbidos de los hombres.
Como siempre que bajaban, un par de pastores iban delante para alquilar todos los corrales, corralizas y parideras del lugar para cobijar a sus doce o quince mil reses que habían de pernoctar.
Mientras sus pastores buscaban alojamiento, las cabras pararon a descansar en el Saso aquella tarde de otoño, y nos imaginamos el banquetazo que se dieron en sus viñas, ya listas para la vendimia. Los destrozos debieron ser totales. Ni un rampallo de muestra debió quedar.
El pleito que tuvieron entre los ganaderos propietarios y los ayerbenses tampoco debió ser manco, pues unos a querer cobrar los destrozos y los otros a no querer pagar, era imposible ponerse de acuerdo.
El asunto lo zanjó el juez: había que pagar la uva al pueblo.
El dinero en metálico corría menos que ahora y si los montañeses lo tenían, seguro que lo guardaban sus mujeres en la alacena. En una palabra, los pastores no pagaban. La sentencia del juez, tajante: si no pagan en dinero, pagarán en especie.
Y la especie, naturalmente, fueron las cabras de la cabaña, que, una vez sacrificadas, llenaron las “tablas” del lugar.
Un bando del alcalde aclaraba que todo el que quisiera comer “carne i craba” podía adquirirla gratis.
La historia ya no nos cuenta cuántos días estuvieron comiéndola, pero su apodo, entre picarón y envidioso, nos recuerda que “los de Ayerbe… carnicrabas”.
Los de Siétamo, memojos. También Siétamo tiene su pequeña gran historia. Sin duda que la Casa del Conde de Aranda y sus posesiones tienen mucho que contar, como el famoso pleito de las partidas del Espeso y del Claro.
En Siétamo fue detenido también el famoso Manolín de la partida de las Cinco Villas, cuyo monumento funerario todavía puede verse en el cementerio de Los Mártires desafiando al tiempo y a los cambios de régimen. Creo que se debería escribir la historia de Siétamo.
Pero tenía una sombra, la misma que hizo palidecer a tantos pueblos de nuestra sufrida geografía: la falta de agua. Menuda envidia nos han dado siempre los pueblos de regadío y hasta esos otros que por diversos azares se han podido llamar con el apodo de “enchargaus”, como le pasa a Uncastillo. La historia de las sequías y las rogativas está entresijada con la de nuestros pueblos. De Cachucha creo que era aquella copla que cantaban en una rogativa:
“Virgen de Marcuello
¡qué alta que estás!
Concédenos el agua
a los de Sarsa y Linás”.
Por cierto, que cuando la cantaban se oyó entre el gentío:
-¿y pa los de Ayerbe no ha de haber una rujiadeta u qué?
Al caso. Con una política hidrográfica que culminaría después con Costa, también los de Siétamo quisieron solucionar el problema del agua. La tenían relativamente cerca y todo era cuestión de hacer unas acequias y unas obras, y todos a una, emprendieron la empresa.
Debían estar las obras muy adelantadas cuando tropezaron con una roca enorme que desafiaba todos los proyectos. (Dicen que cuando Dios hizo el mundo, todas las piedras que le sobraron las echó en Aragón). Había que quitar el pedruscón y después de estudiar el método para deshacerse de él, eligieron uno muy expeditivo: a lo bruto.
Compraron una soga en casa Zamora, en la calle de San Martín, gruesa como mi muñeca. Aún se conserva la factura de la cuerda. Ataron la soga a la roca; todo el pueblo hinchó el pecho, se escupió en las manos y a tirar de ella. Si los del lugar eran aragoneses tercos, se conoce que también lo era la peña, que no cedía. Y claro, quien tuvo que ceder fue la cuerda, que se partió, pegándose el pueblo entero un revolcón tan fenomenal como los de Almudévar en la “balsa de la culada”, y el agua no llegó al pueblo.
Aquel año, para las fiestas, y delante de todo el pueblo, un guasón de Velillas empezó a poner en la plaza de la iglesia unas piedras a manera de pasarela y empezó a pasar por ellas con mucho cuidado exclamando: “¡Ay, que me mojo!”.
A los de Siétamo no les hizo demasiada gracia la alusión, pero acabaron tomándolo a juerga ellos mismos. De entonces sacaron aquella canción a los “memojos”:
“Los señores de Sietámo
pusieron el monte en huerta
y pa la Virgen de Nunca
pase el agua por la acequia
iay que me mojo!
Almudévar y Cavero
se pusieron los primeros:
lo tuvieron que dejar
porque se acabó el dinero
iay que me mojo!”

1 comentario:

  1. definitivamente el humor del altoaragon es rebuscadillo, me cuesta cojerle el tranquillo. El Ay que me mojo vale pues para todos aquellos que se meten en tareas imposibles e innecesarias con pocos recursos mentales con lo cual no llegan a termino; algo así como el Madrid en la Champion ???
    Charo

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