bandoleros del Guadarrama

bandoleros del Guadarrama

El Tuerto Pirón.

Iglesia de Santo Domingo de Pirón ( Segovia). El Tuerto fue bautizado aquí.


        Si siguen este blog desde el inicio, como debe ser, ya estarán familiarizados con este nombre. Se trata del apodo que recibió el más famoso bandolero serrano. Las acciones llevadas a cabo por Fernando Delgado Sanz, nacido el 30 de mayo de 1846, en el pueblo segoviano de Santo Domingo de Pirón al pie de la sierra, le han hecho merecedor del calificativo de celebridad bandolera. Ya en su tiempo sus correrías tuvieron una importante repercusión, apareciendo bastantes informaciones sobre él en la prensa. Incluso su definitiva detención en 1882, llevó consigo como premio, el reconocimiento expreso por parte de las autoridades y, consecuentemente, el ascenso para el oficial de la Guardia Civil que lo llevó a cabo.

         Su leyenda, permaneció y todavía perdura en los pueblos serranos a uno y otro lado de la cordillera, aunque poco a poco diluyéndose con el paso de los años, al igual que sucede con muchas otras historias relacionadas con un mundo tradicional cada vez más lejano. Su recuerdo, en cambio, en la ciudad de Madrid es nulo, pese a que los periódicos de la capital siguieran en su momento con interés los detalles de su persecución e incluso a que fuera un asiduo transeúnte por la capital de España. Al menos eso deducimos de las informaciones que nos hablan de dos detenciones al menos en la ciudad, la primera en 1879 y la segunda en 1882. Dicen que su actividad bandolera duró más de 15 años aunque es difícil de documentar esto. Pero sí conocemos informaciones que nos hablan de sus robos en el final de la década de 1870 y principios de la de los 80.


          Seguir las andanzas del Tuerto es hacer un viaje en toda regla por diversas comarcas serranas. Desde el piedemonte, casi adentrándose en las llanuras, hasta las zonas más altas y escondidas de la sierra, son muchos los lugares donde el bandido y su banda actuaron. En las zonas más intrincadas y solitarias de la sierra el Tuerto encontró cobijo y por supuesto se sirvió de los viejos caminos para moverse, como pez en el agua, por las montañas del Guadarrama. El Tuerto debió de tener espíritu de excursionista. Afición que sin duda hubo de dejar aparcada desde 1882, año en que fue definitivamente detenido. A partir de entonces, lo más parecido que encontró a la naturaleza fueron los patios de las cárceles. En una de ellas murió en 1914 según diversas fuentes .


Ruinas en Adrada de Pirón. Este lugar, un antiguo edificio importante, se dice, fue objetivo  del Tuerto Pirón 


         El Tuerto Pirón cumple por otra parte con todos los requisitos para ser considerado todo un bandolero. Con mayúsculas. Larga carrera delictiva, fama (mala) entre sus contemporáneos y un notable recuerdo que aguanta el paso del tiempo en las zonas donde actuó. Y sobre todo, lo más importante, lo que diferencia a un bandolero de ley con un vulgar ladrón, se le atribuyen algunos, pocos realmente, actos de generosidad sin que falte el buen trato dispensado a los niños con los que se topaba. Al menos dos leyendas nos hablan de esto.


         Y por supuesto todavía hay quien dice que robaba a los ricos para dárselo a los pobres. Incluso un especialista en la materia como Pastor Petit, le atribuía en una curiosa clasificación con tintes psicológicos, los rasgos del sentido común y la ausencia de crueldad, en contraposición con otros bandidos famosos.


A uno y otro lado de Peñalara el Tuerto acechaba.

         Hablando de historiadores del bandolerismo resulta curioso observar que uno de ellos, Bernaldo de Quirós (también gran conocedor del Guadarrama y pionero del excursionismo serrano), no reparara más en este personaje, pese a que su recuerdo, en los años en que el escribía en publicaciones como la revista Peñalara, todavía debía de estar vivo. Quizás, deduzco de alguno de sus escritos, sus relaciones con el común de las gentes serranas, exceptuando los que conocía como guías o posaderos, no debieron de ser del todo fluidas. Y es que en las tabernas de los pueblos, donde seguro que se contaban estas historias, estos primeros excursionistas debían de parecer a las gentes del lugar marcianos ( o peor, vagabundos). La natural sequedad y cierta desconfianza castellana debió de hacer el resto.


         Que la leyenda del Tuerto se haya mantenido, se debe fundamentalmente a la tradición oral de la que este bloguero (¿me puedo llamar así?) ha participado. Historias contadas de padres a hijos, pero valiendo igualmente como informadores abuelos, familiares, pastores y cualquier otra persona de la tierra. También ha ayudado que las diversas obras que han tratado sobre este asunto, una vez sí y otra también, hayan citado al Tuerto como principal representante del bandolerismo del centro peninsular, siéndole adjudicado el dudoso mérito de pertenecer a lo más granado del bandidismo patrio. Muy a destacar en esta labor de rescate de estas viejas historias, que sin duda forman parte del acervo cultural, los romances que sobre el bandolero escribió Tomás Calleja y que han tenido cierta difusión en algunas comarcas donde el bandido actuó.


          En todo caso el interés por las andanzas del Tuerto ya se retomó tras su muerte. Así, el 16 de agosto de 1921, el Adelantado de Segovia nos presenta diversa información, no muy exacta por cierto, en la que entresaco lo siguiente:

El célebre bandido segoviano no se recataba de presentarse en público; dándose caso de tomar, en el trayecto, asiento en los coches de la tierra y apeándose donde le parecía. Despidiéndose cortésmente de los pasajeros que le habían reconocido, pero que guardaban muy bien de hacerlo saber para evitarse peligrosas molestias”.

         A partir de entonces, como vimos, el recuerdo del Tuerto permanece en libros, revistas y diferentes artículos. De todo ello seguiremos hablando. Manténganse atentos.

(c) Santiago Martín Arribas