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miércoles, noviembre 15, 2006

Si el águila se renueva ¿Por qué los seres humanos no podemos hacerlo?



El águila es uno de los animales más longevos que existe, puede alcanzar hasta setenta años de vida. Pero cuando estas aves depredadoras llegan a los cuarenta años sufren uno de los momentos más críticos de su vida. Su grande y fuerte pico se curva hacia su pecho y se convierte en una herramienta inútil, sus afiladas y gruesas uñas se tornan frágiles, débiles y se doblan con facilidad, y sus plumas se vuelven duras y gruesas dificultándole el vuelo. Entonces el águila debe tomar una de las decisiones más significativas de toda su larga vida: O se deja morir con un pico torcido, frágiles uñas y gruesas y pocas plumas o se refugia en lo alto de una montaña.

Si opta por lo primero será cuestión de esperar que uno de sus más cercanos depredadores se acerqué y en la desigualdad de condiciones en la que se encuentra perderá cualquier batalla. La segunda es, volar hacia lo más alto de esa montaña y ponerse a buen recaudo por cinco largos meses. Lo primero que debe hacer es golpear una y otra vez el pico inútil en contra de las piedras hasta que éste se quiebre totalmente y caiga destrozado en varios días, luego debe esperar un par de meses a que le crezca un nuevo y más fuerte pico, con una curvatura apropiada. Una vez que tiene el pico nuevo empieza a arrancarse las garras una a una hasta eliminarlas totalmente. Luego de este proceso las uñas volverán a crecer con fortaleza y la dureza necesaria para aprehender a sus pesadas presas. Una vez concluida la operación debe proceder a sacarse las plumas una a una con su nuevo pico. Entonces un plumaje dócil y nuevo le crecerá en donde hubo un torpe plumaje.

Cinco meses habrán pasado para ello, cinco meses en que el águila se las debió ingeniar para almacenar alimento y sobrevivir en desventaja. Cinco meses después de los cuales habrá renovado su naturaleza y podrá lanzarse al vacío en un vuelo largo y sin temores. Con las alas abiertas, dejando atrás ese pasado solitario y de abandono que demoró cinco meses. Solo entonces el águila está renovada para vivir treinta años más. Solo entonces será capaz de continuar con sus días de vigilancia y de captura.

Tal como el águila, si los seres humanos tuviésemos esa capacidad de rehacernos. Pero no físicamente. Si tuviésemos la capacidad de rehacer nuestra vida, dejando olvidado el pasado que nos ata, rompiendo los recuerdos hostiles y tristes como el águila a su pico, dejando las cosas inservibles del ayer al doblar alguna esquina. Si dejásemos de echar de menos nuestra propia historia con sus recuerdos de amargura. La vida sería distinta, llegada cierta edad podríamos retomar con bríos los viejos caminos y volar, volar alto, hasta donde nadie pueda imitar nuestro vuelo.

La lección de vida del águila es algo sorprendente, imitemos a ella que detiene un tiempo su vida para continuar después de una pausa con nuevos horizonte y renovada de energía y sabiduría.

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