comenta MAXI SÁNCHEZ
Si algo se ha aprendido de
“Manuale d`amore” es que las apariencias de los títulos de las películas también engañan. Aunque el nombre de la película nos suene bastante cursi, está a años luz de serlo y parecerlo.
Giovanni Veronesi, nos muestra la oda perfecta a un sentimiento tan hermoso como irracional e incognoscible: el amor.
La estructura del filme hace que de pronto, y sin previo aviso, se nos venga a la mente las películas de
González Iñarritu (o las novelas de
Vargas Llosa si se desea), pues las escenas se dividen en historias diferentes, que en algún momento se interrelacionan directa o indirectamente.
En el caso de
Manual de amor, se dividen en cuatro momentos que, se justifican en los cuatros estadíos del amor (según la trama),
“el enamoramiento”, “la crisis”, “la traición” y “el abandono”, cada uno de ellos interpretadas por personas de estratos sociales y culturales disímiles.
El gran mérito de esta película radica en que logra hacer que las historias no parezcan insulsas ni inverosímiles. Varonesi logra matizar los rituales y “vicios” de los jóvenes que recién se enamoran, tan bien como la actitud consuetudinaria de las parejas de mucho más tiempo de convivencia.
Un punto a favor es que el guionista
pareciera no haberse querido ahorrar nada en esta película. Pues de ello se vale el director para combinar de manera espléndida momentos de intensa carga emocional con escenas de total jocosidad. Y logra que el efecto sea el deseado colocándolas una seguida de otra, como queriendo estimular -de manera agresiva, pero efectiva- las emociones del espectador.
Los actores se han mostrado al nivel exacto de las situaciones, estando acertados en sus papeles.
Carlo Verdone,
Silvio Muccino,
Luciana Littizzetto y
Sergio Rubini entre otros, ofrecen buenas interpretaciones de personajes realmente entrañables, y con los que, todo aquel que haya estado enamorado alguna vez, se sentirá fácilmente identificado.
Las películas en torno al amor siempre han sido bien explotadas en el mundo del cine. Nadie ha
“descubierto la pólvora” en el cine actual, sobre esta materia. Tal es así que lo que marca la diferencia entre
Manual de amor y otras películas de misma temática (que, por cierto, no son pocas), es que el director logra mostrar las situaciones desde un ángulo distinto: el juego, la mofa y la jocosidad, que a veces nos llevan a momentos absurdos, pero no por ello, irreales o ridículos.
Algunos la han criticado por esa razón. Por hablar en profundidad y en clave de comedia acerca del amor, pues creen que la limita su “carácter adulto”, acusándola de caer en el
infantilismo y en lo ridículo. Lo cual es una media verdad, pues si bien la película se mete a aguas absurdas, sabe nadar muy bien ya que, sabe cuando salirse a tiempo, y como darle un colofón elegante a un ambiente, obviamente trillado.
El director busca de manera astuta la universalización de situaciones y para ello se vale de ciertos momentos de generalización en el trato de sus personajes. Ello resulta también asfixiante para sus críticos, pues creen que la hace sobrecargarse de estereotipos realmente insoportables.
Manual de amor es pues, una película de trato exquisito, para verla con el corazón y una carcajada siempre de reserva para soltarla en el momento menos esperado.