sábado, 23 de diciembre de 2006

EL FANTASMA DE LAS NAVIDADES PRESENTES


Me inclino sobre el teclado del ordenador, como si todo el peso de las cosas malas ocurridas en todo un año recayera de golpe sobre mi nuca y mis hombros. A mi alrededor todos se felicitan las fiestas, se preguntan qué van a hacer en Fin de Año y se desean lo mejor pero yo me pongo los cascos y me pongo a escuchar a U2, con la esperanza de que nadie sienta el impulso de hacerme las dichosas preguntas.

Soy el Fantasma de las Navidades Presentes.

Me esfuerzo todo el año en comportarme como si todos los días fueran 24 de Diciembre, y cuando el 24 está llegando siempre siento un profundo vacío que me lleva a aislarme de los demás. Creo que en el fondo les envidio, o quizá me indigno con muchos de ellos cuando veo que se pasan el año entero fustigándose y llorando por lo mal que les va en la vida, y por estas fechas siempre se dan cuenta de que tienen todo lo que quieren y necesitan, y son capaces de despedir el año con alegría y felicidad sinceras, conscientes de lo afortunados que son de tener una familia unida, de tener a alguien a su lado que los quiere y con quien desean pasar el resto de sus vidas.

Algunos mañana no cenaremos con nuestras familias, ni tendremos el consuelo de saber que al menos ellos son felices y están unidos, ni tampoco tenemos a nadie que nos haga olvidarlo con besos entre tragos de champagne, palabras bonitas y promesas de amor eterno. Algunos mañana tendremos una oportunidad única de saborear unas auténticas navidades amargas, con la certeza de que ni siquiera son las primeras navidades de mierda que pasamos. No tengo intención de contagiar mi mal humor a nadie, pero a veces querría irme a dormir a principios de Diciembre y no despertarme hasta el ocho de Enero.

Por favor, despertadme cuando todo esto haya acabado.

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