jueves, 21 de diciembre de 2006

NI CONTIGO NI SIN TÍ

Esta mañana amaneció temprano. Y tú dormías a mi lado, en silencio. Siempre me ha gustado observarte mientras dormías. Y hoy he vuelto a hacerlo, después de tanto tiempo. Después de tantos y tantos amaneceres despertándome en compañía de tu ausencia y de tu recuerdo.
Hoy las cosas eran distintas. Mi vida era distinta. Yo era distinto. Y tú permanecías igual. Ya no era lo mismo. Y yo lo he sabido en ese preciso momento. Tu pelo seguía tan suave, brillante y tan negro como siempre. Y me he ido acercando a tí mientras dormías, sin que te dieses cuenta, con la curiosidad y el deseo de un chiquillo. acariciándote con mi mirada, sobrevolando tu piel tersa y voluptuosa como un halcón sobrevuela las dunas del desierto.

Pero algo se había roto.

Yo no sabía que en todo este tiempo sin tí, mi reloj había seguido haciendo tic-tac. Creía que lo que tengo en el pecho había dejado de latir, como detenido bruscamente, en vilo, y en realidad, había estado latiendo palpitando todo este tiempo, muy bajito, muy despacio.

Cuántas veces habré deseado esto. Cuántas veces quise despertarme una mañana y darme cuenta de que había dejado de estar enamorado de tí. Tanto lo deseé que llegó el día en que creí que jamás ocurriría y que estaría condenado de por vida a sufrir el pesado silencio de un amor secreto e imposible.

Y por fin ha llegado el día en que has dejado de ser suficiente. Por fin he experimentado la sensación de querer pasar una hora sin tí, yo, que habría pasado contigo todas las horas de mi vida. Y aún así te quiero. Te quiero más que nunca, y te deseo tanto que me consume, pero ya no estoy enamorado de tí, y eso lo cambia todo.

Cuando he vuelto a mi casa al mediodía, la casa parecía vacía. Y he entrado en el dormitorio. Y me he desnudado. Y me perdido entre las sábanas, y he contemplado la forma que tu cuerpo ha dejado al levantarte, y he olido tu aroma en mi almohada.
Cuando me miré al espejo tenía la cara desencajada, lastrada por el sentimiento de pérdida. Triste como el hueco que has dejado en mi cama. Una cama vacía, llena de recuerdos de tí.

Yo estaba enamorado, pero tú nunca sentiste lo mismo por mí, y sufrí y sufrí, hasta que eso me bastó. Hasta que acepté ser sólo una sombra de lo que hubiera querido ser con tal de poder despertarme una mañana más a tu lado.

Y ahora no sé cómo comportarme. No sé no estar enamorado de tí. No sé quererte sin añorarte, Ni sé desearte sin sufrir. No sé no necesitarte, y tampoco sé estar completo sin tí. Hasta eso voy a tener que aprenderlo solo. Acaso no puedo vivir, ni contigo ni sin tí.

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