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MARIPOSA DE OBSIDIANA

'El pasado nunca esta muerto: ni siquiera esta pasado'

-William Faulkner-

Este proyecto nació de conversaciones que tuve con Octavio Paz en las que mencioné mi gran interés en los códices pre-hispanicos, sobre todo en su relación simbiótica entre dibujo y escritura, y por el hecho de que ya había realizado algunas versiones de códices basadas en los formatos antiguos. Pregunté a Octavio si estaba dispuesto a colaborar en la elaboración de un códice: sugirió entonces que su poema ‘Mariposa de Obsidiana’ podía ser un perfecto vehículo para ello. Tanto así que en un estrofa la diosa mariposa dice 'imágenes brotan de mi cuerpo' - y que mejor que hacer visibles esas imágenes. El gran poema en prosa de Octavio es un lamento de la diosa Itzpapálotl, la Mariposa de Obsidiana - diosa de la guerra y a la vez diosa del parto. Se representa como una mariposa con garras de jaguar: curiosa encarnación de vida y violencia. En el poema canta su derrota , eclipsada por la llegada de una nueva religión. Huellas de su presencia aun existen. Todavía hay mujeres en el norte de México que ponen un pedazo de obsidiana debajo de su lengua cuando dan a luz para salvar a sus hijos de posibles deformidades, en realidad sin saber nada del origen de esta costumbre. Los mitos asociados con la obsidiana son dos. Por un lado la obsidiana bien pulida se usaba como espejo y creían que era el alma cristalizada en roca caída del cielo; por otro la obsidiana labrada sirvió como punta de flechas, hachas y cuchillos usados en los ritos de sacrificio.

Esa diosa-mariposa, viene de un especie nocturna- Rothschildia Orizaba de la familia Saturniidae. Fue metamorfoseada en la diosa Itzpapálotl ( itztili-obsidiana, y papálotl - mariposa) llamada ‘mariposa cuatro espejos’, por las áreas transparentes de sus alas, que por ser triangulares evocan puntas de flecha.

El códice empezó tomar forma como complemento visual del poema, yuxtaponiendo signos e imágenes, incorporando símbolos antiguos y contemporáneos. Octavio hizo una grabación especial leyendo su poema y el disco fue publicado junto con el códice. Habiendo desarrollado varios iconos e imágenes en el códice, sentía que algunos de ellos debían ser explorados en otros medios. Así que comencé a hacer versiones distintas, primero en escultura, y luego en pintura, collages y relieves.

Eso me obligo a ponderar la relación entre el Arte del pasado con el actual - uno de los grandes temas que preocupa al arte contemporáneo. ¿Que era el Arte? ¿Que es? ¿En que se convertirá? ¿Hay tal cosa como el progreso en el arte? Desde luego los idiomas visuales van y vienen y hay que tomar en cuenta que el concepto de Arte es bastante reciente en nuestra historia como hacedores de imágenes. Podemos hablar de progreso en la historia de las ideas y en muchas otras cosas, pero el ni el arte ni las emociones ni nuestro sentido de la maravilla son sujetos de ese concepto. El arte es propenso a transformaciones, mutaciones. Interpreta, sublimando y expresando el mundo que le rodea. Nuestra visión del pasado es forzosamente una interpretación vista a través de un lente teñido de la traducción, no muy nítido y a menudo desenfocado. El contexto original nos escapa y aunque su luz nos envuelve, difícilmente distinguimos bien las cosas que ilumina.

‘El pasado es un país extranjero’ decía L.P. Hartley. Un sentimiento muy de la época moderna. En el mundo ancestral no había tal distinción. El pasado era una cosa actual. La obra que hice alrededor de la Mariposa de Obsidiana era un evocación de un pasado visto desde el presente, y una búsqueda de la manera inesperada que uno se filtra en el otro. Encontraba imágenes parecidos a símbolos del dios de la lluvia Tlaloc en baterías de coche y miembros de insectos que parecían plasmados en placas de circuitos electrónicas.

Dormitando temprano una mañana pensaba en las imágenes de Itzpapálotl talladas en las columnas del templo dedicado a la diosa mariposa en las ruinas de Teotihuacán. Cada imagen de la mariposa tiene dos círculos de obsidiana encajadas en sus alas. Comenzaba a trabajar en grandes piezas con formas de mariposas, entonces pensé que los círculos de vidrio negro que son la obsidiana podrían renacer como objetos contemporáneos, usando como metáfora los círculos negros de los discos de música. Esa misma mañana fui corriendo a la tienda de discos más cercana, y pedí al tendero unos 80 o 100 discos cualquiera. El insistió en preguntarme qué clase de música deseaba, que debía saberlo, que no se compraban discos así. Le dije que me daba igual la música pero sí quería que las etiquetas fueron de colores brillantes. Tal respuesta lo molestó bastante, pensando que le tomaba el pelo, así que me sentí obligado a darle una explicación amplia del por qué necesitaba aquellos discos. Solo así pude calmarlo. Después, como lo había pensado, incorporé los discos en la obra de las mariposas; además me encantó la idea de que los discos, ya rotos, escondieran adentro sonidos irrescatables. Mensajes ocultos enterrados. Oráculos mudos

Las obras hechas en torno de este tema fueron expuestas en el museo Tamayo en ciudad de México. Quería que la lectura grabada de Octavio tuviera una presencia importante en la exposición, junto a la música compuesta especialmente por Carles Santos. Por eso decidí coreografíar una danza para acompañarlas, que se ejecutaría en intervalos regulares durante la exposición. La danza, la voz de Paz y la música - un canto con voces sobrepuestas - era un arreglo para cuatro bailarines que efectuaban secuencias de poses que se disolvían en otras poses, creando entre ellas formas simétricas del insecto, mientras puesto arriba de ellas un contorsionista hacía nudos con su cuerpo envolviéndose y desenvolviéndose como si se moviera en cámara lenta.

La exposición resultó una manera de interpretación visual y una manifestación física del poema de Paz. Un encuentro de texto y contexto, fuera del tiempo y reinventado en el presente. La primera vez que Paz visitó la exposición, expresó su encanto y su sorpresa por una muestra compuesta de tantas obras diferentes hechas alrededor de su poema, y que sin embargo lograba ser un conjunto orgánico, captado como si fuera una sola obra.

Brian Nissen