lunes, 5 de mayo de 2008

Leer antes de saber leer




- Abuela, abuela, ¿me compras este cuento?
- ¡Cállate, niña! ¿para qué quieres tú un cuento? ¡si no sabes leer!
Hace unos años no pude evitar escuchar esta conversación entre una niña de alrededor de cuatro años y su abuela. Recuerdo que en ese momento me conmovió la ilusión de esa chiquilla que hojeaba un cuento de grandes tapas en la sección de librería de unos grandes almacenes. Y sobre todo me disgustó la forma en que la abuela zanjó la petición de su nieta. Si lo que quería era no comprarle el libro a la niña, ¿por qué no le dijo sencillamente la verdad? A veces somos mezquinos y mentimos a los niñ@s sin necesidad alguna, sólo porque no deseamos perder el tiempo explicándoles las cosas. El caso es que sospecho que en este caso la mujer dijo lo que realmente pensaba. Desde la poca afición que la señora debía tener a la lectura hizo un razonamiento que parece hasta lógico: si los libros se escriben con palabras y si para leer las palabras antes tienes que aprender las letras, es preciso aprender a leer antes de acercarse a un libro. Ups, su razonamiento –y el de mucha gente- viene a ser éste. Desde la escuela solemos recomendar a las familias que consideren los cuentos como posibles regalos, y muchos padres y madres reconocen que no suelen comprarles libros a sus niños. Sin embargo, en etapas educativas posteriores los padres se suelen quejar de la poca afición lectora de sus hijos. Por otra parte y cada vez más se observa un empeoramiento de las competencias lectoras de nuestros alumnos. Muchos de ellos se convierten en analfabetos funcionales: saben descifrar, pero no comprenden lo que “leen” debido a sus carencias en vocabulario y a su inexperiencia en general con el lenguaje escrito. El que a un adulto le guste o no le guste leer no reviste especial importancia, pero el ser analfabeto funcional SÍ tiene consecuencias en nuestra vida cotidiana, ya que el lenguaje escrito sigue siendo el principal medio de expresión y comunicación en nuestra sociedad. Es evidente que el manejar con destreza este lenguaje proporciona múltiples beneficios tanto a nivel escolar como en el día a día. La literatura es, sin duda, la puerta de acceso más atractiva al mundo de la lectura. ¿Cómo podemos conseguir que nuestros niños y niñas se apasionen por ella? En primer lugar, NOSOTR@S DEBEMOS SER APASIONADOS DE LA LECTURA. Si nosotros no disfrutamos de la lectura difícilmente podremos contagiarles a ellos. El siguiente decálogo resume unos consejos para fomentar la lectura en casa. Está extraído del libro “Llegir per aprendre. Guia pràctica per a fer fills lectors” de JC Girbés.

DECÁLOGO DE LA FAMILIA COMPROMETIDA CON LA LECTURA
1) Valorar el acto de leer
2) Contarles cuentos

3) Que nos vean leer

4) Hacer del libro un objeto cotidiano

5) Hablar de libros

6) Leer con ell@s

7) Hacer de la lectura una costumbre saludable

8) Regalar libros
9) Animarl@s a escribir
10) Implicarnos en el proceso


El autor también nos da la clave para conseguir hacer odiar los libros a los niñ@s.


DIEZ CONSEJOS INFALIBLES PARA QUE ODIEN LOS LIBROS

1) Destacar sus errores

2) Obligarles a leer

3) Menospreciar sus gustos

4) Imponerles lecturas
5) Pedir resúmenes

6) Controlar todo lo que leen

7) Recordarles los beneficios de leer

8) Relacionar los libros sólo con los “deberes”

9) Castigarles sin tele: la lectura no debe sustituir a otros medios, ha de ser una alternativa más.
10) Exigir lecturas inadecuadas.


¿Cuándo debemos empezar a poner en práctica –o no- estos consejos? La respuesta es clara: cuanto antes mejor. Mucho antes de que comiencen a leer, incluso mucho antes de que comiencen a hablar. Dejar que exploren libros, revistas, periódicos… es el primer paso.
Son ideales los cuentos blanditos, los de plástico para el baño, de tapas duras. Durante los primeros meses se limitaran a chuparlos, golpearlos, utilizarlos de tambor o improvisado sonajero. Poco a poco se acercaran a ellos desde otra perspectiva. A mi hija Aitana que ahora tiene 9 meses le encantan sus cuentos de texturas. Pasa las páginas con sus manitas, las toca, se sorprende ante las ilustraciones de colores chillones. A partir del texto invento juegos para ella, imito las voces de los animales, canciones, rimas… poco a poco irá fijándose en el sentido de los dibujos, en el texto narrado, en el significado. Más adelante sabrá que las letras quieren decir cosas, y entonces inventará significados para esas palabras. Y más adelante aún ya reconocerá letras e incluso palabras en mitad de ese caos de símbolos. Finalmente podrá descifrar ella sola lo que cuentan los libros. Finalmente leerá. Pero los niños y niñas “leen” mucho antes de saber leer. Aunque se equivoquen, aunque se lo inventen, aunque sólo chupen las tapas o las rallen, o las rompan. El libro no es un objeto sagrado, ha de ser un objeto de juego, de imaginación, cercano y cotidiano. Un objeto a través del cual los niños y niñas accedan al juego, a la fantasía, a la imaginación y al placer inmenso de leer un buen libro.

Bibliografía:
Llegir per a créixer. Guia pràctica per a fer fills lectors. Joan Carles Girbés. Fundació Bromera per al foment de la lectura. 2006 (Leer para crecer. Guía práctica para hacer hijos lectores)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No podría estar más de acuerdo contigo. Un libro debe ser un compañero a lo largo de nuestra vida, no un objeto de adoración intocable o, lo que es peor, un objeto de decoración. No veo yo problema alguno en que se le fomente el amor a los libro y, más adelante, a la lectura desde bien pequeños.
Aún me acuerdo de la sonrisa que se le dibujó en la cara cuando le enseñastes el cuento y vió a la rana, estaba para comérsela :)
Besos

Araceli MB dijo...

Me alegro de verte por aquí, Nuria ;) Respecto a lo del libro como objeto de decoración, Jesús ha estado en casas donde tenían libros "huecos", de esos que suelen poner en los catálogos de muebles. Yo pensaba que nadie era capaz de tenerlos en su casa!
Un besote!