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lunes, noviembre 13, 2006

EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL CONCEPTO DE LA CALIDAD

Aunque el concepto de la calidad como hoy lo entendemos surge en el siglo XX, ya, desde las primeras civilizaciones se aprecia la preocupación de los hombres por el trabajo bien hecho y por la necesidad de atender algunas normas y asumir responsabilidades:
- En los bajorrelieves del Egipto faraónico, relativos a determinados trabajos de construcción, aparece una clara distinción entre dos tipos de operarios: uno de ellos representa a los que realizan diversas tareas y el otro a los que se dedican a medir y comprobar lo que han hecho los anteriores que son, los que podemos considerar, los primeros Inspectores de la Calidad.
- El Código de Hammurabi, rey babilonio entre los años 1700-1800 a.C., incluye la Ley del Derecho del Talión, en la que se ven partidas referidas a las características de los trabajos y a los castigos que debían recibir los ejecutantes si no cumplían lo dispuesto.
Con estos dos ejemplos se pretende mostrar cómo la Calidad, desde las primeras civilizaciones, en estrecha relación con el arte y la artesanía, se concibe como el trabajo bien hecho.
Hacia el siglo XII surge la figura del artesano, que es el dueño del negocio y se caracteriza por un espíritu altamente profesional: él fija los precios y garantiza que el producto entregado cumple exactamente las especificaciones exigidas.
En la medida en que el trabajo artesanal se masifica surgen en Europa, en el siglo XIII, los primeros gremios artesanales y las corporaciones municipales que establecen una serie de reglamentos y legislaciones que vienen a normalizar y fijar una calidad en sus productos.
La revolución industrial del siglo XVIII acaba con la figura del artesano, cuya reputación y renombre avalaban la calidad de sus productos y reflejaban la confianza que sus clientes depositaban en él.
Una revolución industrial que trajo consigo la masificación de las empresas y la necesidad de la división del trabajo, potenciando así la figura de un operario con un desinterés total por el destino final del producto, con la consiguiente pérdida de calidad en el mismo.
A finales del siglo XIX se da un paso más al adoptar el sistema Taylor de "Gestión científica" y la "Producción en masa" de Ford. De este modo se separan las funciones de planificación y producción, que se organizan en departamentos autónomos sin relación entre ellos, aumentando considerablemente la productividad en detrimento de la calidad de los productos/procesos/servicios que ofrecen.
Esta situación, propicia que en 1920, el estadístico americano Shewart, exponga la necesidad de analizar estadísticamente los defectos de los productos que salían de las fábricas. Sin embargo, la doctrina de Taylor imperaba de tal forma, que las teorías de Shewart no tuvieron repercusión alguna.
Durante la segunda mitad de los años 30 aparecen los mandos de inspección; comienza así una clara diferenciación entre las funciones de fabricación e inspección que aplica el concepto de calidad exclusivamente a la inspección del producto.
La II Guerra Mundial supuso una gran convulsión en los sistemas industriales: la ingente cantidad de material bélico fabricado, obligó a las naciones a mejorar sus procedimientos de fabricación y, sobre todo, la calidad de sus productos, para disminuir así, los enormes costos que la falta de uniformidad de los mismos había supuesto a los estados en lucha durante la I Guerra Mundial.
Aparecen, de esta forma, las primeras especificaciones técnicas de productos y componentes y las primeras normas de uso militar.
En esta época el ejército norteamericano publica sus Military Standard para la recepción de sus compras; se puede decir ya, que aquí aparece el concepto de Calidad como "Conformidad a unas Especificaciones".
Tras la II Guerra Mundial, EEUU y Europa, siguiendo la concepción tayloriana, continúan desarrollando la normalización y redactando manuales de productos y actividades sin cambiar el concepto de calidad que se limitaba a la inspección. Frente a estas dos potencias Japón, apostando por la calidad como uno de los cimientos básicos de su futuro desarrollo y reconstrucción industrial, acoge a los principales maestros de la calidad (Deming, Juran) que, desoídos en EEUU, organizan la formación de los empresarios y técnicos japoneses.
De esta forma, en pocos años, los productos japoneses pasaron de ser considerados "baratos y malos" a ser productos con una relación precio/calidad excelente, desembarcando en mercados tan impensables como el de EEUU.
La primera reacción de EEUU no se hizo esperar: una copia de la metodología japonesa, T.Q.C. (Total Quality Control). Sin embargo, esta reacción no dio resultado, pues los americanos, olvidando la filosofía japonesa, se limitaron a copiar las técnicas y herramientas del T.Q.C.
A principios de los ochenta, EEUU desarrolló un nuevo modelo de gestión, T.Q.M. (Total Quality Management), que sí daba respuesta al modelo japonés y que está avalado por el premio de calidad americano: Malcom Baldrige.

La respuesta Europea ha sido el Modelo de Gestión EFQM (European Foundation for Quality Management) así como la elaboración de unas normas UNE-EN-ISO 9000, cuyo cumplimiento posibilita la obtención del Certificado de Empresa.
La mejora de la calidad de los productos en Occidente y Japón ha seguido ritmos diferentes: Mientras que en Occidente la mejora ha tenido una trayectoria evolutiva, en Japón ha seguido una trayectoria, que se puede considerar revolucionaria, basada fundamentalmente en:
- La adopción de programas formales, estructurados, de mejora anual de la calidad.
- El liderazgo, por la alta dirección, de los programas de mejora anual.
- La formación, en todo el ámbito de la empresa sobre cómo mejorar la calidad.

1 comentario:

CHIC-HANDSOME dijo...

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