miércoles, 16 de abril de 2008

Carta autobiográfica de Mallarmé a Verlaine

Mallarmé

Verlaine





Carta autobiográfica de S. Mallarmé a P. Verlaine
(Fragmento);

*
Traducción de Carlos R. Alvarado

Stéphane Mallarmé
París, Lunes 16 de noviembre de 1885.



Paso a mí.
Sí, nacido en París, el 18 de marzo de 1842, en la calle llamada hoy, pasaje Laferrière. Mis familias paterna y materna contaban, desde la Revolución, con una sucesión ininterrumpida de funcionarios en la Administración de los Registros y Catastros; y aunque ellos huebieran ocupado casi siempre altos empleos, esquivé esta carrera a la cual se me destinó desde los pañales. Encuentro un gusto mayor en sostener una pluma, para otra cosa que no sea registrar actas, como lo fué entre muchos de mis ascendientes: Uno antes de la creación del Registro sin duda, fue sindico de los Libreros bajo Luis XVI, y su nombre apareció bajo el privilegio del rey, ubicado en el encabezado de la edición original francesa del Vathek de Beckford que yo reimprimí. Otro escribía versos jocosos en los Almanaques de las Musas y los Estrenos de Damas. Conocí, de niño, en el viejo interior de la burguesía parisina familiar, al Sr. Magnien, primo lejano, que había publicado un volumen romántico, llamado sin más: Ángel o Demonio, el cual aparece algunas veces, como caro entre los catálogos de libreros que recibo.
Decía familia parisina, hace un rato, por que siempre vivimos en París; pero los origenes son burgiñones, lorenos y holandeses.
Perdí siendo muy niño, a los siete años, a mi madre, adorado por una abuela que me educó en principio; luego viví en muchas pensiones y colegios...
[...]
La explicación órfica de la tierra, es el único deber del poeta y el juego literario por excelencia: Pues el ritmo mismo del libro entonces impersonal y vivo, hasta en su paginación, se yuxtapone a las ecuaciones de ese sueño, u Oda.
He aquí, la confesión de mi vicio, desnudado, querido amigo, que mil veces rechacé, el espiritú magullado o cansado, pero eso me posee y tendré exito quizás, a no hacer esta obra en su conjunto (¡habría que ser... no se quién para ello!) pero a mostrar un fragmento de lo ejecutado, ha hacer chispear por algún lugar la autenticidad gloriosa, indicando el resto por entero al cual no le alcanza una vida. Probar por las porciones hechas que ese libro existe, y que sí conocí lo que no hube podido llevar a cabo.

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