martes, 28 de septiembre de 2010

¿Qué son mil millones de años?

Decía Darwin, en el capítulo X de El origen de las especies, que poca gente sabe "lo que realmente significa un millón [de años]". ¡No digamos ya mil millones! Ésta es una de las razones por las cuales la teoría de la evolución resulta intuitivamente difícil de asimilar, incluso hoy que sabemos que la Tierra es mucho más antigua de lo que se creía en el siglo XIX, y que por tanto la evolución ha tenido inmensos períodos de tiempo para actuar.

He recordado esa observación de Darwin al enterarme de que ya podemos consultar en internet cuándo dos especies compartieron un ancestro común. En timetree.org descubriremos, por ejemplo, que el antepasado común a la mosca (Musca domestica) y al Homo sapiens existió hace unos mil millones de años. (Los cálculos arrojan resultados muy distintos según el método utilizado, desde 560 hasta 1.400 millones. Pero para simplificar adoptaremos este número redondo.)

Desde luego, nuestra primera reacción ante este dato es de incredulidad. ¿Cómo es posible que hayamos podido evolucionar desde un ser tan simple como una mosca en sólo mil millones de años? Sin embargo, existen ciertos cálculos sencillos que nos pueden ayudar a representarnos la verdadera escala de este período de tiempo.

No sé si se puede cuantificar de algún modo la complejidad de un ser humano en comparación con una mosca. El cerebro humano tiene unas 100.000 millones de neuronas; la mosca, unas 250.000. Así que podríamos decir, en cierto modo, que el cerebro humano es 400.000 veces más complejo que el de una mosca. Por supuesto, esto no pretende responder a ningún concepto riguroso, se trata sólo de un ejercicio para poner a prueba nuestra capacidad de representarnos grandes cifras.

Ahora bien, nuestra primera tendencia es pensar que 1.000 millones de años es poco tiempo para que un organismo multiplique por 400.000 su grado de complejidad, porque intuitivamente tendemos a considerar la razón 1.000.000.000/400.000 = 2.500. Es decir, que los descendientes del ancestro de la mosca deberían haber aumentado su dotación de neuronas en 2.500 anuales para llegar a convertirse en hombres, de manera constante. Aunque físicamente no sea imposible, desde luego parece poco verosímil.

El error procede de que nos es mucho más fácil pensar en términos lineales que en exponenciales. ¿Por qué no calcular el crecimiento acumulativo que se requeriría para multiplicar una cantidad por cuatrocientos mil en mil millones de años (10 elevado a 9)? Esto es:

400.000 = (1 + c)^(10^9)

Donde c es el crecimiento anual en porcentaje. (Es la fórmula del interés compuesto, claro.) Pues bien, bastaría un crecimiento anual del 0,000000013 % para conseguir un cerebro 400.000 veces más complejo que el de una mosca... Si tenemos la paciencia de esperar mil millones de años.

Bien es cierto que la evolución tal vez no sea tan gradual como creía Darwin. Insisto en que esto es un mero ejercicio numérico, que no demuestra obviamente nada sobre la propia evolución, sino sobre la falta de entrenamiento mental que nos aqueja a la mayoría de nosotros.

Eso sí, la teoría de la evolución me gusta, entre otras razones, por una cosa que tiene en común con la teoría económica liberal: Que algunas objeciones en contra se basan en nuestra limitada capacidad para imaginar procesos en los que intervienen millones de años -o millones de individuos tomando decisiones. (Y además, dicho sea incidentalmente, y diga lo que diga Dawkins, la idea de Dios no es incompatible con la teoría de la evolución. Pero sobre este tema volveré otro día.)