miércoles, 17 de octubre de 2007

RETÓRICA ARISTOTÉLICA

En su libro "Introducción a la Psicología de la Comunicación", Simonetti, Parada y López, inician el recorrido del conocimiento de la retórica, iniciada en el siglo V a.C. y que tiene sus efectos hasta el siglo XIX. Los autores definen la retórica como "la técnica que al ser aplicada al discurso, permite convencer al oyente, incluso si aquello de lo que hay que persuadirlo es falso". La retórica genera una sistematización del proceso de comunicación desde este recurso jurídico.
Los efectos persuasivos del lenguaje nacen en Sicilia, desde los juicios populares. La persuasión proviene de lo verosímil que es la verdad aparente. Posteriormente, el Corax desarrolló el plan del discurso, creando: el exordio, la narración, la argumentación, la disgresión y el epílogo (compuesto por la introducción, la demostración y la conclusión).
Otro momento importante en el desarrollo de la retórica, es el aporte de Georgias al introducir la retórica entre los griegos en la segunda mitad del siglo V, incorporando en el proceso elementos de la poesía como la metáfora y la simetría. Georgias señala que "la retórica es el arte de persuadir a cualquiera por medio del discurso". La democracia oral de los griegos favorecía la retórica, sin embargo los griegos se adueñaron de ella transformando las peores causas en las mejores.
La obra de Platón distingue dos tipos de retóricas: la falsa y la verdadera. Según el pensador griego, la falsa sería la de hecho, y su objeto es la verosimilitud (la ilusión, el ser creído). Esta es la retórica de los sofistas, que adula, persuade y es totalmente ajena al bien.
Para Platón, la auténtica retórica es la del derecho, cuyo objeto final sería la verdad y el bien. Esta es la retórica filosófica, basada en la sabiduría y la virtud. La forma fundamental del discurso es el diálogo en búsqueda de la verdad, y el pensamiento compartido. El curso del razonamiento en el diálogo es binario: se acepta o se rechaza.
La Retórica Aristotélica concilia el discurso como un mensaje y lo divide en emisor, mensaje y receptor. Su obra está compuesta por el emisor, el receptor y el mensaje. Para Aristóteles el emisor define la retórica y su objeto. Es la forma de concebir y argumentar, forma de adaptarse al público. Por ejemplo, acerca del carácter moral de orador (ethos). El receptor es el público, carácter, costumbres y pasiones de la gente, que disponen en favor del orador a los receptores (pathos). El libro del mensaje es el discurso (logos). Se estudia la disposición de las diferentes partes del discurso, su estilo y forma de declamarlo.
Para Aristóteles, la retórica es "la facultad de conocer en cada caso aquello que puede persuadir. La retórica puede ser cultivada, pero se deben conocer sus principios". La retórica se basa en el verosímil, mediante el razonamiento se debe demostrar aquello que la gente cree posible. Para ello quien emite el discurso se vale de la lógica del sentido común: lógica de opinión pública. Aristóteles la define como "más vale un verosímil imposible, que un posible inverosímil". Con ésto, Aristóteles cree que se debe contar a la gente aquello que cree posible.
Aristóteles desarrolla el arte de la retórica como un árbol con diferentes ramificaciones. El detalle de éste abarca distintos aspectos, que a continuación entregamos.
La invención es la operación mayor. Se trata de establecer pruebas o argumentos para persuadir durante el discurso. Es el cuerpo lógico y psicológico, es el contenido. En la búsqueda de argumentos y persuasiones se debe convencer y emocionar.
Se debe convencer a través de la fuerza lógica de los argumentos, existiendo dos tipos de pruebas: las extra-técnicas (leyes, juramentos, testigos, contratos y confesiones). Son las que nos han sido impuestas, ya existían y están fuera del orador. Las técnicas son las inventadas por el orador, a partir de su propio razonamiento. Se debe recurrir a ejemplos o efitemas.
El ejemplo es la inducción: del objeto particular se infiere una clase, y de ésta se deriva un nuevo objeto particular que es ocupado en el lugar del primero. Es un argumento por analogía (o contrarios) cuya persuasión radica en la similitud de características entre hechos distintos. El efitema, en cambio es deducción. Desde ciertas premisas, se deriva una conclusión determinada. Es el silogismo retórico.
Las premisas pueden ser de tres tipos:
  • Indices seguros que son hechos obvios y evidentes. Indicio necesario, verdadero o irrefutable.
  • Signos, son hechos que sirven para entender otro hecho, por lo que requiere apoyo (por ejemplo, si alguien tiene fiebre, respira agitadamente).
  • Verosímil, hecho sobre el cual la gente está de acuerdo (hay que respetar a los viejos). El efitema es el gran argumento sobre el cual descansa la retórica. El orador persuade desde lo que el público piensa, sus conclusiones desde las premisas compartidas por el sentido común.

Para Aristóteles las emociones son la parte psicológica de la retórica. Se adapta el discurso al oyente. El orador debe ganarse al oyente y para ello debe presentarse como una persona digna de confianza y creíble. La otra alternativa, es fomentar las pasiones, apelando a los sentimientos de los que los escuchan.

La disposición es determinar el lugar y el orden de los argumentos en el discurso. El exordio y el epílogo son un llamado a los sentimientos, en cambio la narración y la demostración son un llamado a la razón. El exordio es la introducción, parte clave en la que gana la atención del público. La narración debe ser verosímil, clara y breve. En la demostración se define la causa a ser discutida, y se argumenta en relación a esta causa. En el epílogo se emociona al público, disponiendo, amplificando, atenuando, excitando pasiones y trayendo recuerdos de la memoria. La elocución es la parte estética del discurso, centrada en el lenguaje por lo que se deben elegir cuidadosamente las palabras. Aristóteles recomienda utilizar figuras retóricas y dar al estilo un aire extranjero porque ésto exalta la imaginación. Destaca el uso de la voz alta (inflexiones y ritmos), estableciendo siete cualidades en la elocución: saber, pureza, grandeza,conveniencia, ritmo, período, cultura y vivacidad.

RESUMEN DEL TEXTO DE LÓPEZ, PARADA Y SIMONNETTI. PUC EDICIONES. SANTIAGO DE CHILE. 1992.

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