JAMES JOYCE: The Dead



En el número 15 de Usher Island hay una casa oscura y dominante, tan similar a cualquier otra construcción de esa calle, o a cualquier otra esquina del Dublín georgiano, que nadie pondría un pie en ella si confiara en el puro azar.

Cuando algún turista extraviado al final se acerca, duda al comprobar que ha llegado, nada menos, que a la casa de "Los Muertos". Salvo que sea un amante de James Joyce, claro. No se trata de ningún santuario escatológico, sino del lugar donde ocurre la acción, en la realidad y en la imaginación creativa del autor, del que se considera unánimemente como su mejor cuento. Es una historia sencilla y directa que recrea una cena de Navidad en la casa de dos de sus tías, que habitaban la mansión a principios del siglo XX. Un acto protocolario para la familia Joyce, y que todos alguna vez hemos sufrido, por una razón que las leyes de la naturaleza aún no han logrado explicar, pero que se reproduce anualmente como la migración de los estorninos.

Lo que llevó al autor a escribir esa historia es un misterio para nosotros, pero suponemos que eligió la Navidad pensando que la idea se vería reforzada al ponerla junto a una ceremonia de tránsito. Es la historia de la pérdida y del recuerdo, de la imposibilidad de redimir el pasado. El protagonista asume hacia el final lo efímero y absurdo de su existencia mientras ve caer la nieve. "Su alma caía lenta en la duermevela al oír caer la nieve sobre el universo y caer la nieve, como el descenso del último ocaso, sobre todos los vivos y los muertos."

Está escrito por una mente vigorosa, tiempo antes de que optara por dedicarse a la biométrica literaria, golpeado por el ayuno y exilio, no precisamente en ese orden. Es un testimonio de lo que Joyce podría haber sido en un universo paralelo. Tiene el impulso creativo de un Henry James pero no se ve afectado por las cómodas variedades de la imaginación, al estar sujeto a las constricciones de la memoria.

El cuento se incluye al final de su antología Dublineses . Joyce escribió ese libro consciente de que la ciudad no había tenido nunca un protagonismo literario. Quien conozca Dublín se dará cuenta hasta que punto Joyce no era tanto un pionero como un trasgresor. Aunque también, justo es decirlo, la ciudad tiene sus encantos. Es una especie de pueblo con antenas dividido por una corriente de agua. La casa de la que hablamos está justamente en la margen sur del río Liffey. Afirmar que Londres o París tienen río es repetir una obviedad, más justo sería decir, en ese caso, que el río tiene una ciudad aledaña. Pero pocos están al tanto de que en Dublín hay un río. La última vez que el Liffey estuvo de actualidad fue cuando los vikingos lo remontaron para fundar la ciudad en el año 800, y ni siquiera entonces parece que lo hayan usado para irse. Pero lo que salva a Dublín es sin lugar a dudas su gente. Si los irlandeses no fueron puestos por Dios en esta isla nadie más ha sido puesto por Dios en este mundo, aunque también tengan un toque de locura primitiva, pero eso jamás se ha considerado un defecto.

El cuento de Joyce fue llevado al cine por John Huston en un film homónimo (homónimo al libro en español y al cuento en inglés, para ser más exactos), posiblemente la mejor adaptación que se haya hecho jamás de una obra literaria. La puesta en escena obligó a una reproducción exhaustiva de la casa. El papel de Gretta fue protagonizado por Anjelica Huston.

Curiosamente, hoy en día la casa es un lucrativo negocio arrendado para fiestas, casamientos y exposiciones. Esto ha permitido recuperar el edificio de la ruina en la que se encontraba y de una inminente demolición, gracias al esfuerzo y la visión abnegada de individuos concretos. Pero esto no debe impedir llamar la atención sobre el hecho de que la literatura hoy en día, y algunos autores en particular, están asociados a un multimillonario circuito turístico y empresarial que contrasta brutalmente con la incomprensión y la miseria, literal y no literaria, que sufrieron en vida. El caso de Joyce tal vez sea el más paradigmático en este sentido. ¿Pero es que esto siempre ha sido así? Dubitat augustinus.

Yo debo confesar que estando aquí no he pasado por la casa, y tal vez no lo haga nunca, prefiero correr con los caballos de la imaginación.

Adrián Icazuriaga

Publicado originalmente en: http://www.montevideo.com.uy


Para un análisis de "Los Muertos", ver la profunda exégesis de Richard Ellmann en su monumental biografía (James Joyce, pg. 271 a 281, Ed. Anagrama)

"Mi carrera me recuerda a una ópera con una obertura fantástica. Mientras el público aplaude, exactamente después de levantado el telón, aparece un grupo de alguaciles y arrestan al violinista a causa de sus deudas (James Joyce, diario de Stanislaus Joyce, 2 de diciembre de 1907)"

"La misma naturaleza degradante e insatisfactoria de mi exilio me irrita y no veo la razón para llevarlo adelante con la sola idea de regresar algún día con dinero en el bolsillo y convencer a los hombres de letras de que, después de todo, yo era una persona de talento. (James Joyce, cara a su hermano Stanislaus)"

 
"¡Ideas, señor Carlyle, no son más que Ideas!"
Carlyle - "Hubo una vez un hombre llamado Rousseau que escribió un libro que no contenía nada más que ideas. La segunda edición fue encuadernada con la piel de los que se rieron de la primera."