Entrevista del periódico La Razón

¿Cuál es la evaluación que usted tiene de las relaciones bilaterales entre Bolivia y Chile, considerando el manejo que le dieron la presidente Michelle Bachelet y el Presidente Evo Morales?

Yo soy optimista por naturaleza, así que siempre celebro el diálogo, las buenas maneras y, sobre todo, la diplomacia presidencial inteligente y de bajo perfil.
Ojala ambos presidentes tengan la valentía necesaria, asuman los costos políticos que implicaría una negociación futura y, sobre todo, estén dispuestos a ceder (no hay negociación posible sin eso).
¿Quién hubiera creído hace unos años que el mayor acercamiento entre ambos gobiernos -después del "abrazo de Charaña" entre Banzer y Pinochet-, lo iba a protagonizar en estos meses un indígena y una mujer que sacaron de sus mangas sutilezas florentinas?

¿Cuánto ha avanzado la agenda bilateral de 13 puntos acordada por ambos gobiernos?

Las conversaciones recién se inician. Hay temas más sencillos que otros… pero no nos engañemos. Mientras no se discutan los problemas esenciales, mientras no se le ponga el cascabel al gato, siempre veremos esos acercamientos como preliminares.

¿El diálogo bilateral comercial está sujeto al restablecimiento pleno de las relaciones diplomáticas?

No sería prudente, sobre todo de nuestra parte.

¿De acuerdo a la formación estudiantil y diplomática que recibió usted, Qué posición tiene sobre la demanda boliviana de reintegración marítima?

Yo amo profundamente ambos países. Antes que los estudios de secundaria o mi formación profesional, mis afectos fundamentales (los que realmente valen la pena) están repartidos entre Bolivia -que para mí no es un concepto nacionalista sino lugares y personas entrañables-; y Chile, donde nació la persona más importante de mi vida, mi hijo Ismael. Entenderá entonces que quiero que ambos países se entiendan y se complementen.

¿Usted cree que ambos países podrían profundizar su relación comercial, si se considera que son complementarios? Y si es así, ¿en qué temas?

Creo que el agua, la energía y la tecnología se convierten en fundamentales a la hora de pensar en una relación realista, seria y de futuro entre ambos países.
Ojala que dentro de unos años Bolivia vendiera gas a Chile, pero también manufacturas (sobre los que habrá que negociar con inteligencia), y ojala que Chile le transfiriera a Bolivia innovación, tecnología e información que tanta falta hacen.

¿Cuál es la lectura que tiene Chile sobre la diplomacia de los pueblos?

Chile no es una entelequia, como no lo es Bolivia. El gobierno tiene una opinión, los partidos de oposición otra, los diferentes sectores de la sociedad chilena (los pocos que conocen esa abstracción), su propio punto de vista, en fin.
Ahora bien, en el ámbito diplomático se hace una lectura respetuosa, pero a nivel más informal se la considera un gesto más bien discursivo.

¿Cómo percibe la opinión pública la actual relación entre Bolivia y Chile a la perspectiva del diálogo bilateral?

La visión negativa que tienen sectores importantes de la población de ambos países es una realidad, no nos engañemos. Hay fuertes dosis de xenofobia, nacionalismo y racismo a ambos lados de la frontera, y esa es una combinación explosiva y peligrosa. Por eso la importancia que tienen los liderazgos responsables, fuertes de amplio respaldo como el de Evo Morales o Michelle Bachelet. Ellos no sólo tienen la posibilidad sino la responsabilidad de hacer que ambos pueblos superen su distanciamiento a través de lo que algunos analistas llaman “educación presidencial”.

¿Cómo analiza el acto conjunto que realizarán el próximo 10 de abril en Calama para rendir homenaje a Eduardo Abaroa?

Fantástico, todos estos gestos son importantes... No nos olvidemos que Abaroa es nuestro máximo héroe, pero también tiene descendientes en Chile que lo recuerdan y le rendirán homenaje. ¡Qué paradoja!
Ese acto, las visitas de militares y políticos, su asistencia a actos protocolares, el diálogo… ¡hasta las vacaciones en Arica de los pequeños sectores que pueden darse ese lujo en Bolivia!.. Todas esas cosas suman.

¿Existe una posibilidad real de que Chile decida reincorporar el tema energético en el diálogo sobre la reivindicación marítima?

Chile necesita energía y mucha, pero no cederá soberanía a cambio de ella. Quién lo crea de otra manera está mintiéndose a sí mismo. La energía es una condicionante del crecimiento chileno, pero precisamente por eso la obtendrá en otros mercados; el mundo globalizado así lo permite.
Nadie en Chile, ningún político ni ningún ciudadano, está dispuesto a caer en ese juego infantil: "Si me das, te doy… si no nada".
Cambiemos la perspectiva. Se deben conversar paralelamente sobre ambos temas sin complejos pero también sin ingenuidad.

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