Cuando nos decidimos a comprar un acondicionador de aire podemos hacerlo atendiendo a su nivel sonoro, dimensiones de las unidades interior y exterior, tipo de compresor, tipo de refrigerante utilizado, rendimiento, condiciones límites de trabajo, estética, consumo, etc.

De las características que nos podemos encontrar en las hojas de especificaciones técnicas proporcionadas por los fabricantes, subrayaremos dos, el rendimiento y el consumo.

El coeficiente que nos indica un alto o bajo rendimiento se denomina COP o coeficiente de eficiencia energética, se obtiene dividiendo la capacidad frigorífica, expresada en watios, entre el consumo eléctrico, también expresado en watios. Cuanto mayor sea el valor de este COP, mayor rendimiento obtenemos de ese acondicionador.

Debido a la sociedad en la que vivimos, los usuarios cada vez más nos fijamos en el bajo consumo de todo aquello que compramos. Según este factor podemos encontrarnos con la siguiente clasificación:

Los acondicionadores convencionales funcionan como un sistema de "todo-nada". El usuario selecciona una temperatura, cuando ésta es alcanzada el compresor se para y vuelve a arrancar cuando la temperatura ha variado. Por lo que, el compresor está continuamente parando y arrancando.

Los que utilizan un sistema inverter de regulación, optimizan el rendimiento de la máquina reduciendo su consumo energético. El sistema inverter, al no parar y arrancar continuamente el compresor, mantiene el funcionamiento de la unidad a una capacidad óptima, tal que las oscilaciones de temperatura de la habitación son mínimas, por lo que el confort aumenta.