Cómo ir vestida a la oficina

Si fuera serio, hoy estaría hablando de Zapatero, o incluso de mi antiguo compañero y jefe,  José Luis Gómez, que ha dejado la dirección del Xornal Diario, o de también compañero y jefe Bieito Rubido, actual director de ABC, y su acoso en PRnoticias... Salvando las distancias, han sido tres nombres que mis lecturas en redes sociales este fin de semana no han podido evitar. Pensaba yo por enésima vez en lo rápido que los columnistas, tertulianos, blogueros, tuiteros, foreros y demás opinadores dejamos nuestra huella tanto con personajes que pasarán a la historia, como un presidente de Gobierno, como con profesionales más o menos conocidos o anónimos tales como directores de periódicos. Pero si titulo un comentario sobre ellos con una frase simbólica, ningún buscador lo encontraría. Si lo hago con Zapatero, se perdería en el marasmo del trending topic o tema del momento. Y si titulo con Gómez o Rubido, seguramente sólo aparecía esta entrada ante los colegas más o menos ansiosos de cotilleo o ante quienes busquen datos sobre ambos periodistas en la segunda o tercera pantalla de Google (las más interesantes, créanme).

Así que he decidido titular para el buscador, perdónenme la estupidez: ¿Cómo ir vestida a la oficina?

Pues si me dejo llevar, seguiría los consejos de secretariaplus.com, que se enfrenta al dilema del cambio de estación, del calor, de los tejidos frescos, de las sandalias y de las chaquetas abotonadas para poder in sin blusa. Está bien, está bien. Sé que estoy utilizando "vestida" no "vestido". Sé que ya es la releche que el primer resultado lo ofrezca secretariaplus y no directoraplus.com o consejeradelegadaplus.com. Pero es que la red y en concreto el mundo de los blogs empieza a ser femenino y no precisamente feminista. Esto es un tema extraordinariamente importante en la política actual.

La posibilidad de que a Zapatero le sustituya en el puesto de candidato socialista Carme Chacón, o que (volviendo a salvar las diferencias) a Gómez le sustituya María Val en la dirección del periódico (ya son dos las directoras de diarios en Galicia, destacaron las crónicas) me ha recordado que, en efecto, uno de los pocos mensajes renovadores que se puede poner sobre la mesa de forma casi masiva consiste en que el puesto antes ocupado por un hombre lo asuma una mujer. Y que, aunque parezca paradójico, pueda posar en Vogue con su estiloso atuendo como lo hicieron las ministras. Porque la renovación no la encarna Esperanza Aguirre o Angela Merkel, sino más bien Cospedal, Jiménez o equivalentes. Mujer, telegénica, y que sabe cómo ir vestida a la oficina, despacho o ministerio.

Si durante siete años nos ha gobernado una cara simétrica, con ojos claros, altito y voz de galán (al que le resolvieron incluso los problemas de peinado y cejas), por qué no proponer las poses con pies descalzos de Soraya o la chaqueta de cuero de Trinidad para engalanar el cartel. El juego que han dado los modelos de la ministra embarazada no se pueden comparar con la calva sesentona de Alfredo, sobre el que jamás nadie se preguntará cómo iría vestido a La Moncloa.

El nuevo mundo femenino, el que se ha divertido con Sexo en Nueva York o El Diablo se viste de Prada, etc, etc, mueve votos, mueve la red (la de verdad, no la de gurús), y está en su perfecto derecho a representar una renovación postfeminista, digna de revista, suplemento semanal o blogger de éxito sin que le reste un ápice a su capacidad para gobernar bien o mal, igual que al hombre.

Dicen que Cataluña y el voto femenino fue lo que dio a Zapatero su segundo mandato. Si el PSOE pretende el milagro, si en las próxima generales quiere captar los votos de los nacidos entre el 90 y el 94 (más o menos), que se desengañe: no es Rubalcaba, es Chacón (o equivalente, claro), es la mujer joven, delgada, moderna, que sepa combinar los básicos de su fondo de armario con la misma habilidad que la crisis financiera y la de valores.

Y que conste que no es frivolidad. Es análisis de la demanda. Marketing político. Moda, belleza y consejos prácticos.

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