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Adoraci?n Perpetua

24 horas los 365 días

Adoraci?n Perpetua significa adorar al Sant?simo Sacramento de d?a y de noche de manera ininterrumpida durante todos los d?as del a?o.

Capilla del Sant?simo

La capilla de Adoraci?n Perpetua al Sant?simo Sacramento -En Madrid, Parroquia la Encarnación del Señor-, se mantiene abierta y custodiada todos los d?as y a toda hora, desde el 13 de mayo de 2004. Los vecinos somos de la zona y hay algunos que también vienen de lejos para su Hora Santa.

“Principios Rectores de la Adoraci?n Perpetua”

1. La Adoraci?n Eucar?stica Perpetua (AEP) es mantenida principalmente por fieles seglares que adoran el Sant?simo Sacramento, expuesto en una custodia, d?a y noche, todos los d?as del a?o, sin interrupci?n.
2. La AEP es un don de Dios para su Iglesia y para este tiempo. Don que cuando es acogido porta ingentes beneficios a la comunidad y se vuelve una continua fuente de frutos y de gracias. Siendo que los adoradores se comprometen a adorar en continuidad, la adoraci?n no debe ser percibida como una devoci?n privada sino como " una oraci?n que abarca a todo el mundo, un servicio eminente a la humanidad ".
3. La AEP no es un movimiento sino que constituye una acci?n de la Iglesia, pedida y recomendada por el Magisterio.
4. Por tanto, pertenece a toda la Iglesia y de ella forman parte todos los movimientos y realidades eclesiales.
5. La AEP puede ser establecida o en una di?cesis, cuando es pedida por el Obispo, o en una parroquia cuando quien lo hace es un p?rroco.
6. La AEP no viene a suplantar otras formas de adoraci?n ni a quitar de otros lugares adoraci?n. Por lo contrario, lo demuestra la experiencia, donde hay adoraci?n perpetua se potencia la adoraci?n al Sant?simo en otros lugares de culto.
7. La capilla de AEP es un oasis de paz donde las personas acuden para recibir nuevas fuerzas respondiendo al llamado: "Venid a M?, todos los que est?is fatigados y agobiados, y yo os dar? descanso" (Mt 11:28), y para abrir una brecha en el ajetreo cotidiano para encontrar el sosiego y la paz que viene de la Presencia divina. " Detente y reconoce que yo soy Dios " (Sal 46:11).
8. Los adoradores son invitados a comprometerse con una hora semanal de adoraci?n. Gracias al compromiso continuo la capilla de adoraci?n permanece abierta a toda persona en cualquier momento. Los adoradores, como celosos custodios de la Eucarist?a, aseguran que el Sant?simo Sacramento no est? nunca solo.
9. Por medio de la Adoraci?n Perpetua, desde su Morada Eucar?stica el Se?or llama a todas las personas, sin exclusi?n alguna.
10. Las personas son llamadas a formar parte de la AEP, respondiendo libremente al primer mandamiento: "Al Se?or tu Dios adorar?s y a ?l solo rendir?s culto" (Mt 4:10). Para cada adorador adem?s se verifica que "La adoraci?n fuera de la santa Misa prolonga e intensifica lo acontecido en la misma celebraci?n lit?rgica" .
11. La cadena ininterrumpida de adoradores tiene por solo motivo y ?ltimo prop?sito que el Sant?simo Sacramento sea adorado d?a y noche. Por medio de la AEP la comunidad tributa al Se?or gran honor y gloria porque "digno es el Cordero que fue inmolado de recibir el poder, la riqueza, la sabidur?a, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza" (Ap 5:12) y de ser incesantemente adorado por todo lo que ?l hizo para nuestra salvaci?n (Cf Ap 5:9).
12. A?n cuando las personas son invitadas individualmente, al participar de la misma adoraci?n, el destino es volverse una fraternidad eucar?stica, y as? son llamados a conformar una comunidad de fe y de amor en torno a Jes?s en la Eucarist?a, sacramento y v?nculo de unidad.
13. La adoraci?n es en el silencio que resalta la majestad de la divina presencia (shekina) y que posibilita el clima de meditaci?n y de respeto hacia los adoradores. El silencio tambi?n favorece la intimidad y la escucha del Se?or as? como un aut?ntico encuentro con ?l.
14. Las personas que asumen la funci?n de coordinaci?n est?n siempre al servicio de la Iglesia. Ellas cuidan de la buena marcha de la AEP asegurando que la adoraci?n nunca se interrumpa y, al mismo tiempo, participan, secundando al sacerdote, de la formaci?n de los otros hermanos adoradores.

http://adoracionperpetua.info


VIAJE APOST?LICO A ESPA?A ORACI?N DEL PAPA JUAN PABLO II DURANTE LA ADORACI?N NOCTURNA Domingo 31 de octubre de 1982

?Se?or Jes?s! Nos presentamos ante ti, sabiendo que nos llamas y que nos amas tal como somos. T? tienes palabras de vida eterna y nosotros hemos cre?do y conocido que t? eres el Hijo de Dios. Tu presencia en la Eucarist?a ha comenzado con el sacrificio de la ?ltima Cena y contin?a como comuni?n y donaci?n de todo lo que eres. Aumenta nuestra fe. Por medio de ti y en el Esp?ritu Santo que nos comunicas, queremos llegar al Padre para decirle nuestro s? unido al tuyo. Contigo ya podemos decir: Padre nuestro. Sigui?ndote a ti, camino, verdad y vida, queremos penetrar en el aparente silencio y ausencia de Dios, rasgando la nube del Tabor, para escuchar la voz del Padre que nos dice: Este es mi Hijo amado, en quien tengo mi complacencia; escuchadle. Con esta fe hecha de escucha contemplativa, sabremos iluminar nuestras situaciones personales, as? como los diversos sectores de la vida familiar y social. T? eres nuestra esperanza, nuestra paz, nuestro mediador, hermano y amigo. Nuestro coraz?n se llena de gozo y de esperanza al saber que vives siempre intercediendo por nosotros. Nuestra esperanza se traduce en confianza, gozo de Pascua y camino apresurado contigo hacia el Padre. Queremos sentir como t? y valorar las cosas como las valoras t?. Porque t? eres el centro, el principio y el fin de todo. Apoyados en esta esperanza, queremos infundir en el mundo esta escala de valores evang?licos, por la que Dios y sus dones salv?ficos ocupan el primer lugar en el coraz?n y en las actitudes de la vida concreta. Queremos amar como t?, que das la vida y te comunicas con todo lo que eres. Quisi?ramos decir como San Pablo: Mi vida es Cristo. Nuestra vida no tiene sentido sin ti. Queremos aprender a estar con quien sabemos nos ama, porque con tan buen amigo presente, todo se puede sufrir. En ti aprenderemos a unirnos a la voluntad del Padre, porque, en la oraci?n, el amor es el que habla. Entrando en tu intimidad, queremos adoptar determinaciones y actitudes b?sicas, decisiones duraderas, opciones fundamentales seg?n nuestra propia vocaci?n cristiana. Creyendo, esperando y amando, te adoramos con una actitud sencilla de presencia, silencio y espera, que quiere ser tambi?n reparaci?n, como respuesta a tus palabras: Quedaos aqu? y velad conmigo. T? superas la pobreza de nuestros pensamientos, sentimientos y palabras; por esto queremos aprender a adorar admirando tu misterio, am?ndolo tal como es y callando con un silencio de amigo y con una presencia de donaci?n. El Esp?ritu Santo, que has infundido en nuestros corazones, nos ayuda a decir esos gemidos inenarrables, que se traducen en actitud agradecida y sencilla, y en el gesto filial de quien ya se contenta con sola tu presencia, tu amor y tu palabra. En nuestras noches f?sicas o morales, si t? est?s presente y nos amas y nos hablas, ya nos basta, aunque, muchas veces, no sentiremos la consolaci?n. Aprendiendo este m?s all? de la adoraci?n, estaremos en tu intimidad o misterio; entonces nuestra oraci?n se convertir? en respeto hacia el misterio de cada hermano y de cada acontecimiento para insertarnos en nuestro ambiente familiar y social, y construir la historia con este silencio activo y fecundo que nace de la contemplaci?n. Gracias a ti, nuestra capacidad de silencio y de adoraci?n se convertir? en capacidad de amar y de servir. Nos has dado a tu Madre como nuestra, para que nos ense?e a meditar y adorar en el coraz?n. Ella, recibiendo la Palabra y poni?ndola en pr?ctica, se hizo la m?s perfecta madre. Ay?danos a ser tu Iglesia misionera que sabe meditar, adorando y amando tu palabra, para transformarla en vida y comunicarla a todos los hermanos. Am?n. Amor, en primer lugar, al propio Cristo. El encuentro eucar?stico es, en efecto, un encuentro de amor. Por eso resulta imprescindible acercarse a El con devoci?n y purificados de todo pecado grave.

VIAJE APOST?LICO A ESPA?A DISCURSO DEL PAPA JUAN PABLO II A LOS MIEMBROS DE LA ADORACI?N NOCTURNA ESPA?OLA Madrid, domingo 31 de octubre de 1982

?Dios est? aqu?! ?Venid, adoradores. Adoremos a Cristo Redentor! 1. Con estas hermosas palabras el pueblo fiel espa?ol canta su fe en la Eucarist?a. Me alegr? por ello al conocer vuestro deseo de que participase con vosotros en una adoraci?n eucar?stica. Gozoso me encuentro, junto a Jes?s Sacramentado, con vosotros, miembros de la Adoraci?n Nocturna Espa?ola, que, con tantos otros cristianos que se unen a vosotros en tantos rincones de Espa?a, ten?is una profunda conciencia de la estrecha relaci?n que hay entre la vitalidad espiritual y apost?lica de la Iglesia y la Sagrada Eucarist?a. Con vuestras veladas de adoraci?n tribut?is un homenaje de fe y amor ardientes a la presencia real de Nuestro Se?or Jesucristo en este Sacramento, con su Cuerpo y Sangre, Alma y Divinidad, bajo las especies consagradas. Esta presencia nos recuerda que el Dios de nuestra fe no es un ser lejano, sino un Dios muy pr?ximo, cuyas delicias son estar con los hijos de los hombres (Cf. Prov. 8, 31). Un Padre que nos env?a a su Hijo, para que tengamos vida y la tengamos en abundancia (Cf. Jn 10, 10). Un Hijo, y Hermano nuestro, que con su Encarnaci?n se ha hecho verdaderamente Hombre, sin dejar de ser Dios, y ha querido quedarse entre nosotros hasta la consumaci?n del mundo (Cf. Mt 28, 20). 2. Se comprende por la fe que la Sagrada Eucarist?a constituye el don m?s grande que Cristo ha ofrecido y ofrece permanentemente a su Esposa. Es la ra?z y cumbre de la vida cristiana y de toda acci?n de la Iglesia. Es nuestro mayor tesoro que contiene todo el bien espiritual de la Iglesia (Presbyterorum Ordinis, 5). Ella debe cuidar celosamente cuanto se refiere a este misterio y afirmarlo en su integridad, como punto central y prueba de aquella aut?ntica renovaci?n espiritual propuesta por el ?ltimo concilio. En esta Hostia consagrada se compendian las palabras de Cristo, su vida ofrecida al Padre por nosotros y la gloria de su Cuerpo resucitado. En vuestras horas ante la Hostia santa hab?is advertido que esta presencia del Emmanuel, Dios-con-nosotros, es a la vez un misterio de fe, una prenda de esperanza y la fuente de caridad con Dios y entre los hombres. 3. El misterio de una fe, porque el Se?or crucificado y resucitado est? realmente presente en la Eucarist?a, no s?lo durante la celebraci?n del Santo Sacrificio, sino mientras subsisten las especies sacramentales. Nuestra alabanza, adoraci?n, acci?n de gracias y petici?n a la Sant?sima Trinidad, Padre, Hijo y Esp?ritu Santo, se enra?zan en este misterio de fe. Esa misma presencia del Cuerpo y Sangre de Cristo, bajo las especies de pan y vino, constituyen una articulaci?n entre el tiempo y la eternidad, y nos proporcionan una prenda de la esperanza que anima nuestro caminar. La Sagrada Eucarist?a, en efecto, adem?s de ser testimonio sacramental de la primera venida de Cristo, es al mismo tiempo un anuncio constante de su segunda venida gloriosa, al final de los tiempos. Prenda de la esperanza futura y aliento, tambi?n esperanzado, para nuestra marcha hacia la vida eterna. Ante la sagrada Hostia volvemos a escuchar las dulces palabras: Venid a m?, todos los que est?is fatigados y cargados, que yo os aliviar? (Mt 11, 28). La presencia sacramental de Cristo es tambi?n fuente de amor. Porque amor con amor se paga, dec?s en estas tierras de Espa?a. Amor, en primer lugar, al propio Cristo. El encuentro eucar?stico es, en efecto, un encuentro de amor. Por eso resulta imprescindible acercarse a El con devoci?n y purificados de todo pecado grave. Y amor a nuestros hermanos. Porque la autenticidad de nuestra uni?n con Jes?s sacramentado ha de traducirse en nuestro amor verdadero a todos los hombres, empezando por quienes est?n m?s pr?ximos. Habr? de notarse en el modo de tratar a la propia familia, compa?eros y vecinos; en el empe?o por vivir en paz con todos; en la prontitud para reconciliarse y perdonar cuando sea necesario. Ser?, de este modo, la Sagrada Eucarist?a fermento de caridad y v?nculo de aquella unidad de la Iglesia querida por Cristo y propugnada por el Concilio Vaticano II. 4. Termino alent?ndoos, queridos adoradores e hijos todos de Espa?a, a una honda piedad eucar?stica. Esta os acercar? cada vez m?s al Se?or. Y os pedir? el oportuno recurso a la confesi?n sacramental, que lleva a la Eucarist?a, como la Eucarist?a lleva a la confesi?n. ?Cu?ntas veces la noche de adoraci?n silenciosa podr? ser tambi?n el momento propicio del encuentro con el perd?n sacramental de Cristo! Esa piedad eucar?stica ha de centrarse ante todo en la celebraci?n de la Cena del Se?or, que perpet?a su amor inmolado en la cruz. Pero tiene una l?gica prolongaci?n - de la que vosotros sois testigos fieles - en la adoraci?n a Cristo en este divino Sacramento, en la visita al Sant?simo, en la oraci?n ante el sagrario, adem?s de los otros ejercicios de devoci?n, personales y colectivos, privados y p?blicos, que hab?is practicado durante siglos. Esos que el ?ltimo Concilio Ecum?nico recomendaba vivamente y a los que repetidas veces yo mismo he exhortado (Cf. Dominicae Cenae, 3; Homil?a en Dubl?n, 29 de septiembre de 1979). La Iglesia y el mundo tienen una gran necesidad del culto eucar?stico. Jes?s nos espera en este Sacramento del Amor. No escatimemos tiempo para ir a encontrarlo en la adoraci?n, en la contemplaci?n llena de fe y abierta a reparar las graves faltas y delitos del mundo. No cese nunca nuestra adoraci?n (Cf. Dominicae Cenae, 3). Y en esas horas junto al Se?or, os encargo que pid?is particularmente por los sacerdotes y religiosos, por las vocaciones sacerdotales y a la vida consagrada. ?Alabado sea el Sant?simo Sacramento del altar!

“Sobre el Misterio y Culto de la Eucaristía”

“La Iglesia y el mundo tienen gran necesidad del culto eucarístico. Jesús nos espera en este sacramento del amor” […] “…Seamos generosos con nuestro tiempo al ir a encontrarlo en la adoración y contemplación, llenos de fe y listos para hacer reparación por las grandes faltas y crímenes del mundo. Que nuestra adoración nunca cese”. En la oración durante la inauguración de la Capilla Perpetua de San Pedro –en el Vaticano- el Papa rezó para que todas las parroquias del mundo tengan Adoración Perpetua.

Juan Pablo II


Presencia Real de Nuestro Se?or Jesucristo

En la sant?sima Eucarist?a, presencia real de nuestro Se?or Jesucristo en el Sacramento del altar. Cada vez que el sacerdote renueva el sacrificio eucar?stico, en la oraci?n de consagraci?n repite: ?Esto es mi cuerpo? Esta es mi sangre?. Lo dice prestando la voz, las manos y el coraz?n a Cristo, que ha querido quedarse con nosotros y ser el coraz?n latente de la Iglesia. Pero tambi?n despu?s de la celebraci?n de los divinos misterios el Se?or Jes?s sigue vivo en el sagrario; por eso lo alabamos especialmente con la adoraci?n eucar?stica, como record? en la reciente exhortaci?n apost?lica postsinodal Sacramentum caritatis (cf. nn. 66-69). M?s a?n, existe un v?nculo intr?nseco entre la celebraci?n y la adoraci?n. En efecto, la santa misa es en s? misma el mayor acto de adoraci?n de la Iglesia: ?Nadie come de esta carne ?escribe san Agust?n?, sin antes adorarla? (Enarr. in Ps. 98, 9: CCL XXXIX, 1385). La adoraci?n fuera de la santa misa prolonga e intensifica lo que ha acontecido en la celebraci?n lit?rgica, y hace posible una acogida verdadera y profunda de Cristo.

Benedicto XVI nos habla acerca de la adoraci?n eucar?stica en el Angelus del domingo 10 de junio de 2007, Solemnidad del Corpus Christi.


El Papa critic? al mundo moderno por adorar a “falsos ?dolos de poder“

Ante 200 mil j?venes, en Par?s, el Sumo Pont?fice compar? al mundo moderno con el de la antiguedad. Pregunt? si el dinero no desv?a al hombre de su verdadero destino. "?No ha creado nuestro mundo moderno a sus propios ?dolos?", dijo, recordando a los antiguos paganos que adoraban estatuas de oro y plata. "?Acaso no ha imitado, quiz?s inadvertidamente, a los paganos de la antig?edad, al desviar al hombre de su verdadero fin, de la alegr?a de vivir eternamente con Dios?", agreg?. "?Acaso el dinero, la sed de posesiones, de poder e incluso de conocimiento no desv?an al hombre de su verdadero destino?"

Benedicto XVI, Domingo 14 de Septiembre de 2008


Venid a M? todos los que est?is agobiados y fatigados que yo los aliviar? (Mt.11 28-29)

Bendito sea Dios

Bendito sea Dios.
Bendito sea su santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo, Dios y Hombre verdadero.
Bendito sea el Nombre de Jes?s.
Bendito sea su Sacrat?simo Coraz?n.
Bendita sea su Precios?sima Sangre.
Bendito sea Jes?s en el Sant?simo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Esp?ritu Santo Par?clito.
Bendita sea la excelsa Madre de Dios, Mar?a Sant?sima.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepci?n.
Bendita sea su gloriosa Asunci?n.
Bendito sea el nombre de Mar?a Virgen y Madre.
Bendito sea San Jos?, su cast?simo Esposo.
Bendito sea Dios en sus ?ngeles y en sus Santos.