lunes, 12 de abril de 2010

Adolph Ferrière (1ª parte)

A raíz de leer el libro “La escuela activa”, de Adolph Ferrière, me interesé por la vida de éste peculiar pedagogo, que no me dejo indiferente, todo lo contrario, te alienta y te da fuerzas para seguir el camino, que aunque incierto se deja ver poco a poco.
Adolph Ferrière nació en el seno de una familia de la alta burguesía de Ginebra y la vida no le fue fácil en ningún sentido, se incendio su casa en 1918, destruyendo el fruto de 20 años de trabajo, en 1919 el hundimiento de la moneda en Alemania le hace perder la fortuna que había heredado de su madre y en 1921, le confirman que su sordera le inhabilita en adelante para una tarea educativa en contacto directo y permanente con niños, pero aún así estos reveses no le impidieron luchar por sus ideas sobre la Escuela Nueva y continuar con su lucha personal para cambiar el sistema educativo.
De 1920 a 1921, se incorpora en la Escuela Nueva de Bex dónde se práctica los conceptos de la Escuela activa. A Ferrière le va mal la experiencia, y aún así, tuvo la honradez de reconocerlo: “Empiezo a entender muchas cosas. Todas ellas se resumen en una frase: no siempre se hace lo que se quiere. Vine a Bex en busca de esta técnica de la escuela activa y a confirmar mis convicciones. La técnica, apenas pude empezar a captarla, pero la experiencia, por incompleta que fuera, no hizo más que fortalecer mis convicciones”.
En 1924 se le pide que participe en la creación de una escuela internacional en Ginebra. Ferrière desea romper con los programas escolares impuestos y confía en el ingenio de los profesores para promover la actividad espontánea de los alumnos e inducirles, como trató de hacer él mismo en Bex, a elaborar su propio programa de trabajo. Pero ni unos ni otros y los padres aún menos, están en condiciones de emprender semejante aventura.
Continuará...

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