DETECTORES.

Elementos de detección para humo o temperatura. Los detectores de humo se dividen en ópticos e iónicos y los de temperatúra en térmicos y termovelocimétricos. Como norma general en ambientes limpios de humo se instalarán los detectores iónicos y en los demás ambientes los térmicos. Para una atmósfera de trabajo limpia, se pueden detectar también los detectores de monóxico de carbono (CO).

Su funcionamiento se basa en el efecto óptico, según el cual el humo visible que penetre en el aparato, afecta al haz de rayos luminosos generados por una fuente de luz, de forma que varía la luz recibida en una célula fotoeléctrica, y se activa una alarma al llegar a un cierto nivel.

Se han de evitar cambios en las condiciones de luz ambiental que puedan afectar a la sensibilidad del detector. Esto se puede conseguir manteniendo el detector en un recectáculo estanco a la luz.

Se basan en la disminución que experimenta el flujo de corriente eléctrica formada por moléculas de O2 y N2 ionizadas por una fuente radiactiva, entre dos electrodos al penetrar los productos de la cumbustión de un incendio.

Estos detectores detectan partículas visibles e invisibles generadas por la cumbusitión y su mayor eficacia se encuentra para tamaños de partículas entre 1 y 0,01 micras. Las partículas visibles tienen un tamaño de 4 o 5 micras y tienden a caer por gravedad, excepto en el caso de que haya una fuerte corriente turbulenta en columna que forme la llama.

Actúan cuando el elemento detector llega a una temperatura predeterminada.

Además de activar una alarma, este dispositivo también se emplea para actuar sobre puertas cortafuegos, persianas o cortinas cortafuegos, compuertas cortafuegos en conductos de ventilación, válvulas de oleoductos, etc. Se fabrican para temperaturas de actuación entre 70 y 225 ºC.

Estos detectores se basan en la diferencia de respuesta de dos elementos o componentes del dispositivo sensor ante un aumento de temperatura superior a un nivel determinado.

Adecuados para locales donde se pueda esperar una combustión rápida, por ejemplo de hidrocarburos. No es adecuado para almacenes, hangares, escuelas u otros locales donde se abren puertas y se enfría el local y luego actúa el termostato de la calefacción, elevando rápidamente la temperatura.

El monóxido de carbono es un gas insípido, inoloro y de una toxicidad mortal, imposible de percibir por el ser humano. Este detector le avisa de la más mínima concentración de monóxido de carbono que se pueda producir en un lugar cerrado.