sábado, 29 de enero de 2011

La tríada hegeliana

El maniqueísmo, la doctrina que defiende que dos grandes fuerzas - el bien y el mal- dirigen a la humanidad, se instaló siglos ha en la sociedad en forma dicotómica y ya nunca nos abandonará. Cambiará el concepto, pero la dupla seguirá ahí. Se llamará bien-mal, guapo-feo, Madrid-Barça, listo-tonto, derecha-izquierda, PP-PSOE, rico-pobre, Heráclito-Parménides, movimiento-quietud. El nombre es lo de menos, pero la lucha de dualidades seguirá existiendo. Es la tesis-antítesis hegeliana, sólo que sin síntesis. Existirá algo y su contrario. Y el uno avanzará con el otro y viceversa. Es así. La historia nos lo ha contado a lo largo de los siglos y nosotros la hemos escuchado.
Hay una dualidad, no señalada antes, que está otorgando realidad a la síntesis hegeliana. Si la lucha de conceptos anteriores se quedaba en una disputa en la que los afectados apenas se rozaban, seguían manteniendo sus privilegiadas posiciones epistemológicas, cada bando era verdadero para sí mismo, hay una nueva dualidad que amenaza con hacer aparecer la síntesis. La historia hegeliana anuncia su verdad y el espíritu augura la llegada de su pronto presente.
Los polos que se están estirando en busca de uno nuevo que alumbra el final del camino histórico son el de Estado y el de sociedad. Desde ambos campos se está fraguando la lucha definitiva. Una cruenta batalla en la que la síntesis de los feroces enemigos, antaño amigos, alumbrará un nuevo y terrorífico concepto para la humanidad.
El Estado se ha alejado de su contrario: la sociedad (al principio no eran rivales. Después sí. Y ahora son algo más). Ha vivido de espaldas a ella, al margen, siempre distante y frío, tan lejano, que ya toma sus decisiones sin tener en cuenta a ésta. Y la sociedad está tan defraudada, tan desilusionada y enfadada que amenaza con hundir al anterior, en una suerte de rebelión social de alcance desconocido.
La pregunta es: ¿cuál es el nuevo concepto, la síntesis que puede salir de esa dualidad que ha sido erosionada por la propia realidad? El concepto puede ser caos. ¿Y después del caos? Supongo que aparece una nueva dualidad: caos-orden. Y de ahí una nueva síntesis: sociedad.
Al final aparece el bueno de Nietzsche con su legendario eterno retorno. Sí, todo cambiará para que todo permanezca. Pero, ¡cuidado¡ El cambio destrozará mucho de lo que encuentre en su camino. Sin remisión y sin piedad. Caerán ciudadanos inocentes, pobres, marginados; pero también políticos incapaces, corruptos, sinvergüenzas y analfabetos. La distancia en la polaridad se ha hecho demasiado grande. Y sólo hay una forma de que el proceso no sea irreversible. ¿Cuál? Tener otra clase política… Sí. Lo dicho, el proceso hacia la destrucción de la sociedad civil es irreversible.
No será la toma de la Bastilla. El ciudadano español no tiene conciencia política. Pero que se preparen el Bernabéu y el plató de Sálvame. No tardarán en ser asaltados.

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