Anécdotas del Superclásico del fútbol chileno

El Mercurio publicó hoy «El desconocido anecdotario del «Superclásico» , con motivo del duelo que se jugará el domingo en el Estadio Monumental David Arellano.

Entre ellas la de Víctor «Pititore» Cabrera, quien militó en Colo Colo en 1985 jugando imborrables clásicos. «En uno hice dos goles en el arco sur y en el otro le hice una «machita» (o túnel) a Pellegrini y di el pase para el último gol que hizo Caszely. Busque el video nomás comparito , que hace poco lo vi de nuevo», narra, como inflando el pecho, el «Piti».

Lo mismo hace Héctor Hoffens que, entre 1978 y 1990, supo de goles propios, broncas mutuas y mañas varias. «Yo era bien hinchapelotas . Picado. Es que si no estaba con todos lo sentidos a mil, para mí no era un clásico. Callado y sano mejor no juego», dice recordando, entre risas y asombro, lo que vio en uno de tantos derbis. «No te voy a decir el nombre, pero de lo huaso que era un compañero salió a jugar con un clavo del cuatro en el dedo índice para hostigar rivales. Nunca lo pillaron», suelta el recordado wing azul.

De alegrías -propias y colectivas-, Hoffens supo varias. Como cuando ganaron una liguilla a Colo Colo y todo terminó en una «gran jarana en el Gringo’s Bar, que quedaba allá por Pedro de Valdivia», cuenta sonriente. De festejos también supo «Pititore». «Nos íbamos derecho al nigth club Emanuelle», dice entre carcajadas.

En los 60 y 70, rivalidad había. «Éramos los peores enemigos en la cancha, y los mejores amigos afuera», explica Humberto «Chita» Cruz. «Había veces que después de un clásico nos juntábamos con Leonel en la schopería y sandwichería Munich (en Vicuña Mackenna con Santa Isabel). Ja, a mi compadre le ganábamos los clásicos y cuando jugó por nosotros, en 1970, por fin pudo ganar uno y hasta salir campeón», revela el «Chita».

Y si el pospartido era en el Munich, hubo previas de glamour revisteril. Ocurría que Colo Colo concentraba en un hotel Ritz en calle Estado, y la U en el Panamericano de la Alameda. «De repente nos juntábamos jugadores de los dos equipos en el «Bim Bam Bum», y al otro día jugábamos en contra», desclasifica Cruz.

Hay dos autogoles que con distinto final cruzan a la U. «Nunca hice un gol en un clásico, y si marqué fue en arco propio. Si hasta mi hijo contó la talla el otro día a sus compañeros», ríe Cristián Castañeda. «Lo bueno es que ganamos el partido en el Monumental con goles de Arilson y Garrido«, cierra «Scooby».

El «autogol» de Esteban Aránguiz fue, en rigor, un tiro por la culata. «Fue en los 70. En ese clásico simulé que (Leonel) Herrera me pegaba un combo y lo echaron, pero por eso debieron expulsarme a mí. Dije eso en la radio y me castigaron por dos fechas. Y para más remate, cuando don Fernando Riera se enteró que me sancionaron en el Tribunal, me castigó con dos fechas más», lamenta el «Toro», antes de contar su mejor momento en un clásico: «Nadie me quita el partido que ganamos sobre la hora después del penal que tapó (Hugo) Carballo», goza.

Lizardo Garrido, de vuelta, recuerda cómo, de todos los clásicos que ganó, aquél 4-1 en que Vladimir Bigorra, «muy amigo mío -anota-, me decía ‘por favor no vengái más por este lado, si ya van cuatro», registra el ex defensor albo.

De cabaleros, hubo uno entre los azules que no fallaba, el brasileño Liminha en los 80. «Pasaba de poner un santo a colocar cosas de brujos en sus medias. Otros ponían hojas de ruda en los zapatos o una cinta roja en la cintura», cierra Hoffens, protagonista recurrente de un anecdotario que el domingo en Pedrero anotará otro capítulo.

Fuente: El Mercurio, 28 de octubre de 2011

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