martes, 25 de marzo de 2008

Poligínicas, sincrónicas y poliándricas-diacrónicas

Ana Black

Pedro, querido amigo, dirás que en mala hora te ofrciste a ayudarme en el estudio de este documento. Supongo que cada vez que bajas tu correo y te topas con mi nombre debes pensar, tan fino siempre, que soy una lata. Pero es que Pedro –e insisto en lo de querido amigo– hay detalles que no me cuadran, como el asunto de las redes familiares poligínicas, sincrónicas y poliándricas-diacrónicas a las que se refiere este Proyecto de Ley de Protección a la familia, la maternidad y la paternidad.

Ya supe, gracias a ti, que poliginia es un régimen familiar en el que el hombre tiene varias esposas al mismo tiempo y que poliandria es el estado de la mujer casada simultáneamente con dos o más hombres (¡Dios me guarde el lugar!). Ahora, lo de sincrónicas y diacrónicas, no sé, no le jallo entendimiento. Mi diccionario sólo habla de diacronía, término que describe como: “desarrollo de hechos a través del tiempo” y de sincrónico dice que “sucede al mismo tiempo”. No me extraña que esta terminología loca termine siendo, según quienes suscriben la exposición de motivos, la culpable de todos los males que padecemos (miseria, desocupación, subocupación, analfabetismo, promiscuidad, altas tasas de mortalidad infantil, inseguridad social, maternidad precoz, subestimación de la ancianidad, inutilización del tiempo libre, elevada tasa anual de divorcios, mendicidad infantil, etc.). Una sociedad que se genera en las redes familiares poligínicas, sincrónicas y poliándricas-diacrónicas no puede más que estar pelando bola.

Al puerperio, que ya en su versión original es una palabra tan malsonante como el mismo periódo post parto al que alude, lo llaman, nada más y nada menos que pauperio. Depauperante degeneración.

Hablan con insistencia de “personas humanas”; dime, querido Pedro, ¿es que hay personas animales, vegetales o minerales y yo no me había enterado?

No sé, pero me da la impresión de que este proyecto de ley introduce revolucionarios conceptos que –llevados al lenguaje coloquial– sonarían como: matrimonios chucutos, concubinatos a medias, uniones alternas y divorcios bajo cuerda. Todo, eso sí, para proteger a la familia.

El proyecto me lo he leído no sé cuántas veces, sobre todo la exposición de motivos que, entre otras grandes sorpresas obsequia esta maravilla: “El artículo 75 Ejusdem consagra el postulado mediante el cual ‘el Estado protegerá a las familias como asociación natural de la sociedad (sic) y como el espacio fundamental para el desarrollo integral de las personas’. (…) Es decir, el constituyente abandona la concepción cristiano occidental de la familia, entendida esta como única, universal y matrimonial para aceptar la pluralidad de esta institución natural, cuya oscura verdad no es otra, que el diseñar este nuevo concepto sobre la base del derecho a copular; vale decir, a la satisfacción de las necesidades sexuales en primer lugar y de las espirituales en segundo lugar entre un hombre y una mujer. (Opinión del Dr. D'Jesús ).”

¡Pedro¡ ¿Entendí mal o eso significa que lo que veníamos haciendo hasta ahora, ya sabes… aquello… era ilegal e inconstitucional o, simplemente, que a partir del momento en que esta ley sea promulgada nos vamos a dejar de cómicas y, en lugar de estar buscando pareja para –y que– encontrar la estabilidad emocional y constituir una familia, lo haremos, abierta y descaradamente para hacer cositas de manera poligínica, sincrónica y poliándrica-diacrónica…en primer lugar?

Pedro… ¿estás ahí?

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