lunes, 8 de marzo de 2010

La dimensión humana de la empresa














“Ninguna tecnología, no importa cuán fabulosa -ni las computadoras, ni las telecomunicaciones, ni la robótica, ni Internet- puede por sí misma disparar un cambio de ‘bueno a grandioso’.” Jim Collins, Good to Great

La semana pasada asistí a un seminario en el Hotel Princesa Sofía de Barcelona sobre “La función financiera: pautas y actuaciones en un nuevo entorno” organizado con gran acierto y profesionalidad por la Asociación para el Progreso de la Dirección, APD, en colaboración con Deloitte.

Evidentemente esta área de conocimiento no forma parte de mi expertise es por ello que fue muy interesante cuando Juan de la Torre socio de APD presentó el seminario. Debo confesar que la impresión que me llevé de la visión de los ponentes me resultó sumamente esclarecedora por lo altamente profesional de su presentación y planteo.

La visión de Jorge Bagán, socio de Deloitte sobe el nuevo rumbo que debe tomar la Alta Dirección fue interesante ya que planteaba el enfoque en la integración de los diferentes ciclos de gestión del rendimiento, mayor relevancia de modelos económicos y de información, focalización de los recursos al análisis de la información y mayor integración de información financiera y no financiera entre otros.

Asimismo puso énfasis en las dos rutas a seguir para hacer frente al nuevo entorno: una gestión estratégica y una gestión operativa con núcleo en la gestión financiera. Y cerrando su intervención apuntó a que “…es necesario brindar mayores recursos a una Alta Dirección inmersa en un laberinto de dificultades…”

Reconozco mi ignorancia relativa – he cursado un MBA – en estos fundamentales temas de gestión de negocios, es por ello que, admitiendo la importancia e impacto que tiene una eficiente gestión financiera en la vida de personas y empresas reflexioné durante estos días sobre el equilibrio entre el dominio técnico y humano que existe hoy en personas y organizaciones.

El caso es que muchas personas, entre las que me incluyo, dedicadas en un cien por cien a temas humanos y de habilidades interpersonales carecen muchas veces del conocimiento suficiente para una visión más global del mundo de los negocios. Esto supone lograr un equilibrio entre el dominio técnico y el dominio humano en las organizaciones.

Existen hoy muchas organizaciones enfocadas en su dominio técnico e invirtiendo muy poco tiempo y recursos para trabajar en “el humano” de la empresa.

Es así como muchas compañías hoy en día suelen implementar soluciones parciales confiando en sistemas técnicos cada vez más sofisticados. Por ello, no es sorprendente que la mayoría de estas soluciones no lleguen a buen puerto, puesto que no consideran las necesidades y complejidades de los seres humanos que tienen que diseñar, administrar y operar estos sistemas.

Muchos líderes que han intentado implementar cambios en sus organizaciones dan testimonio de que su mayor desafío es modificar los modelos mentales y los comportamientos de las personas para sostener los nuevos sistemas.

Es sabido que las personas y las organizaciones se enfrentan a problemas cada vez más complejos. Por ello, es preciso entender que la empresa es una organización compuesta por dos dimensiones: la dimensión técnica y la dimensión humana.
La dimensión técnica se refiere a todos los aspectos de una compañía definidos por la tecnología, los procesos, protocolos y estructuras. Estos incluyen la tecnología de la información y la comunicación, la planificación estratégica, los protocolos y procesos departamentales, y las jerarquías organizacionales.

La dimensión humana se refiere a todos los aspectos de una compañía definidos por el comportamiento de las personas dentro de la organización. Estos comportamientos y habilidades incluyen la comunicación interpersonal, el trabajo en equipo, proveer dirección y expectativas claras, realizar y mantener compromisos, efectuar reclamos efectivos que no se centren en la culpa, resolución de conflictos, negociación de compromisos y manejo de reuniones en forma efectiva.

La única manera hoy de generar éxito sostenible es construir un ambiente de trabajo que atraiga y haga posible el desarrollo de los empleados más talentosos de manera que alcancen su máximo potencial. Esto requiere un foco tanto en los comportamientos de las personas (nivel de proceso) como en el sistema de valores y las definiciones compartidas de responsabilidad (nivel de plataforma).

Es preciso entonces que las empresas se planteen cual es el equilibrio que existe entre el tiempo y el esfuerzo que están involucrando en los aspectos técnicos y humanos de la organización.

Y luego de dicha reflexión pensar reposadamente en que, quizás, sea el “factor humano” (responsable de la gestión de lo técnico) el que, en definitiva, hará exitosa o destruirá su compañía.
Por lo dicho, la única revolución que queda pendiente hoy es pasar al personal al balance; así las personas se considerarían activos, y no gastos. Quien pudiera lograr este trascendental cambio estoy seguro que se aseguraría el Nobel de Economía.