domingo, 26 de diciembre de 2010

La Armeniense: Consuelo Suncín , Condesa de Saint Exupéry LI, LII, LIII y LIV

Querida Cipotada Chula,

Aquí están los penúltimos capítulos de las sabrosas e históricas memorias de la doctora Mireille Escalante Dimas sobre su tía Consuelo, nuestra Condesa, disfrútelas:

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Durante el día, llevábamos a mi tía Consuelo, a la PUERTA DEL DIABLO, el cual es un mirador natural, compuesto de 3 peñas, y riscos de Un mil ciento treinta y un metros de altura sobre el nivel del mar, y en la cima de una de ellas, existe una cueva en cuyas entrañas se aloja una de las peñas. Cuentan que fue un lugar donde los indígenas de Mesoamérica estudiaban astrología. Yo, me sentía orgullosa de mi tía Consuelo, más que todo, porque había escalado una posición social –desconocida en El Salvador- de alta alcurnia, y de la nobleza francesa: CONDESA. En ese entonces, no lograba concebir que mi tía Consuelo, fuera escultora, pintora y escritora –solo presentía que era una mujer excepcional, triunfadora, y especialmente, conmigo muy cariñosa.

Años más tarde, siendo aún estudiante de Derecho y aprovechando mis horas libres, le ayudé a don Salvador Salazar Arrué (Salarrué), en la Villa Montserrat, trabajándole ad-honorem como secretaria, me dictaba sus composiciones, los cuales yo trasladaba a la máquina de escribir.

Así, conocí su obra completa; él me proporcionaba prestados sus libros para que los leyera y los resumiera. Descubriendo un día, la posibilidad de publicar mi artículo relacionado sobre Salarrue y su obra, avocándome a la entonces Dirección de Publicaciones situada en el Pasaje Contreras, de San Salvador, donde me entrevisté con doña Claudia Lars, la Directora, y ella, después de leer el contenido que le presentaba, me lo publicó. Para mí, un triunfo, pues había sido reconocida a la altura de escritores jóvenes salvadoreños de nuestra patria El Salvador.

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En el año de 1962, se presentó mi tía Consuelo, a dictar una conferencia en el Circulo Deportivo Internacional, de El Salvador, sobre su vida con Antoine de Saint Exupéry y sobre el libro EL PRINCIPITO, conferencia a la que asistí. Aprovechando su estadía, le presenté mi libreta de recuerdos, donde me escribió, en la última página;

"""Cierro el libro de recuerdos de tu infancia con mi corazón,

Tu tía CONSUELO DE SAINT EXUPERY."""

Corroborando, que me consideraba aún “una niña”. Mi tía Consuelo, a pesar que nunca tuvo hijos, yo sabía que le agradaba. Mi relación epistolar con mi tía Consuelo fue más nutrida, ya que mis cartas le endulzaban el momento, Me confesaba que se sentía sola, que le gustaría tener cerca a sus hermanas… me invitaba a que me fuera a vivir con ella… pero mi hermano Edgar, explicaba que no la había dejado “sola”, pues él había recomendado a Pepe, a don José Martínez Fructuoso, para que se desempeñara con el cargo de secretario de mi tía Consuelo, la señora Condesa de Saint Exupéry.

En el año de 1972, regresó mi tía Consuelo de Saint Exupéry, a El Salvador, trajo consigo a presentar a Pepe, su Secretario don José Martínez Fructuoso, quien es el actual legatario universal de todos los bienes de mi tía Consuelo.

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Para ese entonces, su sobrino Edgar, ó sea mi hermano, había fallecido en 1968. Sin embargo mi tía Consuelo conoció a la descendencia de su sobrino Edgar –a MARLENE y MARISOL, dos preciosas niñas rubias, que vivían a unos pocos metros de la casa de mi tía Amanda en Armenia.

La estancia de mi tía Consuelo fue breve, quince días, de los cuales pasó una semana en compañía de Pepe, y de su hermana Amanda, distribuidos así: unos días en la casa de Armenia, recordando nostálgicamente su infancia, y aceptando la realidad, que su familia, cada vez, se reducía; y los otros días, en el Lago de Coatepeque, lugar donde tantas veces mi tía Consuelo había soñado despierta, inspirándose para fortalecer su ingenio e historias, “proclive a la fabulación”, según la escritora Mejicana-Francesa Fabianne Bradu.

Mi tía Consuelo, siendo madrina de matrimonio religioso de la boda de la señorita Milagro Lemus, en la ciudad de Armenia, se llevó a cabo en la Iglesia de San Silvestre- año de 1972. Posteriormente se le celebró la fiesta en la casa de Armenia de la familia Suncín, y como dicen “botando la casa por la ventana.” La “madrina”, le auguró una completa felicidad, y así ha sido, hasta la fecha, Milagro mantiene su hogar, con su esposo, y sus hijos. Recordando hasta hoy las palabras de felicitación que le pronunciara el día de su matrimonio.

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Consuelo presintió que ese año, 1972 sería el último en que disfrutaría de la compañía de sus hermanas, Amanda y Dolores. Ya estaban las tres hermanas bastantes vencidas por el transcurso del tiempo y por los achaques de la vejez. Mi tía Amanda, con leucemia, y Dolores, mi madre, con el descubrimiento de la enfermedad llamada Diabetes mellitus; mi tía Consuelo, operada no sé cuantas veces,- de la matriz, del intestino, y siempre con su dolencia, el ASMA. 

Mi tía Consuelo, y Pepe - don José Martínez Fructuoso- se desplazaron de Armenia, en compañía de Amanda, hacia el Lago de Coatepeque. Consuelo suspiraba por ese lago, cuyas aguas verde-musgo y azufradas nacían de las entrañas del volcán de Santa Ana. Su fresca brisa le calmaba el asma a Consuelo, y el baño en sus aguas las consideraba medicinales para su afección respiratoria.

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El lago siempre fue uno de los lugares predilectos, de mi tía Consuelo, cada vez que visitaba a El Salvador, siempre acudía al lago. Para ella, era un lugar atractivo, alejado del bullicio de San Salvador y de Armenia, y además un lugar “privado”, íntimo, donde podían tener su tranquila estadía sin que nadie los incomodara. En ese año, se hospedaron en el Hotel El Lago, de Coatepeque, Departamento de Santa Ana. El Salvador.

Cuando mi tía Consuelo regresaba a París, quiso llevarse consigo a mi tía Amanda, para que se tratara “la anemia profunda”, que en realidad era leucemia; pero ella fue bien clara y específica, que “quería morir en El Salvador”; y así fue, el 13 de Junio (de 1974), descansaba en paz en la Gloria del Señor. Mes que coincidía con la muerte de mi abuelo Coronel Felix Suncín Mónchez: 8 de junio (1923.) Antes de fallecer, mi tía Amanda me dijo “le temo al mes de Junio”.

Le continuaba escribiendo a mi tía Consuelo; le di esa infausta noticia. La cual aceptó con resignación. En esa ocasión, su pesar fue tan grande, que pasé mucho tiempo para volver a tener noticias de ella. En sus cartas se reflejaba su constante tristeza, y soledad; cartas que denotaban depresión, se quejaba de su destino; que los seres amados iban poco a poco, desapareciendo de su vida

Mientras tanto, yo continuaba estudiando, y examinándome, tuve la dicha de celebrar la aprobación de mi PRIMER EXAMEN PRIVADO, con mi tía Amanda y con Dolores, mi madre; y la aprobación de los restantes, DOS exámenes privados, -orales , solo con mi madre- las celebraciones consistían en almuerzos exquisitos en hoteles cinco estrellas de San Salvador. El Dr. Alejandro Escalante Dimas, mi padre, manifestó que él estaría dispuesto a celebrar UNA VEZ conmigo pero condicionándome, hasta que me entregaran el respectivo TITULO. Presenté mi tesis doctoral, la cual con mucho cariño, dediqué a mi tía Consuelo.

Mi padre, El Dr. Alejandro Escalante Dimas, cumplió con su palabra. El día que me gradué, fue noche de gala, de alegría, la fiesta la amenizó el Mariachi “Guadalupano” –el mejor de aquel entonces, quien acompañaba a la artista Lucha Villa, cuando se presentaba en El Salvador.

Dolores, mi madre, con su vida llena más de felicidad que de sufrimiento, justo cuando me entregaban el título de “Doctor en Jurisprudencia y Ciencias Sociales”, expedido por la Universidad Nacional de El Salvador el 18 de Noviembre de 1976, al siguiente día, se ingresaba en el Hospital Policlínica Salvadoreña, descansando en la Paz del Señor el 14 de Diciembre del mismo año.

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También, con mucho pesar, me vi en la necesidad de comunicarle a mi tía Consuelo, su deceso; y me permití, mandarle por correo el Recuerdo de Novenario, ya que Dolores había sido su amada hermana, la que con tanto cariño, le aconsejó, y la quería mucho, acompañándola espiritualmente en el peregrinar de su vida.
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Ya, mis cartas, no tenían objeto ser. La familia, completa había desaparecido, a excepción de su cuñado, mi padre, quien formó otro hogar, al verse “viudo”, contrajo matrimonio con la señora MARINA ALVAREZ.

Sin embargo, tuve la suerte, la dicha, la oportunidad, de viajar a Europa en 1978, y lo primero que hice, fue hablarle por teléfono a mi tía Consuelo, expresándole que quería estar con ella, que la sangre me gritaba su compañía. Así que en Abril de ese año, me comuniqué con ella, a Paris, Francia, para comunicarle que deseaba verla, porque solo ella y yo habíamos quedado de familia.

Lamentablemente ella me confesó que estaba bastante desmejorada de salud, y se iba a ingresar a un sanatorio (hospital para asmáticos) situado en las montañas de Suiza.

Cambié el destino de mi viaje, y en vez de irme a Paris, me fui a Madrid, España, donde en la Universidad Complutense me informaron, que solamente en Santander, al Norte de España, impartían cursos –como los que yo aspiraba-, trasladándome al Cantábrico.

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Me inscribí en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo; en los meses de Julio y Agosto de 1978, recibí cursos de Sociología y Prensa. Me sentía toda una profesional completa.

Había cruzado “el charco”,-el Océano Atlántico- conocí costumbres bastantes parecidas a las nuestras. Me sirvió para expandir mi cultura general.

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Salí de la "Tierra Linda" en 1979 y siempre soñé y añoré con regresar y ver a la gente querida y a los lugares que me vieron hacer muchas cosas allá hace muchos abriles ya...