lunes, 31 de enero de 2011

LOS INDEPENDIENTES Y LOS PARTIDOS: LOS DILEMAS DEMOCRÁTICOS




En el país no llega a acompasarse la participación de los independientes en la política. Las leyes de la República establecen que para participar en el proceso electoral aspirando a cargos de elección popular se requiere del patrocinio de un partido. Una persona por sí misma no puede presentarse a las elecciones y aspirar a ser presidente, parlamentario o regidor.

LOS PRESUPUESTOS QUE ESTÁN EN LA BASE DE LA REPRESENTACIÓN POR PARTIDOS
Se estima que en una sociedad masiva ha de contarse con un equipo de personas que le den corporeidad al esfuerzo. Se piensa que un esfuerzo individual no alcanza para garantizar una representación de un sector del pueblo significativo, negándose a admitir que el interés personal de ese ciudadano pueda bastar para pretender ejercer un cargo en donde se va a hablar o a actuar en nombre del país.

Se piensa también que en un partido las aspiraciones y los impulsos propios de quienes tienen vocación por lo público se forman, canalizan y desarrollan al punto de maduración para el instante en que deba de conducirse los destinos del colectivo o de participar con capacidad decisoria en sus debates.

EL RECLAMO POR LOS INDEPENDIENTES Y LAS DISFUNCIONALIDADES QUE GENERAN
Sin embargo, esto no se acompasa con las opiniones que la prensa arropa con relación al “inmenso” valor de los independientes” frente a una supuesta incomprensible actitud de sumisión de quienes conforman los partidos.

Se le exige a los partidos que busquen cuadros fueras de sus filas, pero no se les advierte a estos que la actividad política es una de conjunto, donde los esfuerzos individuales son bienvenidos, pero donde la voluntad de uno tiene que respetar el pluralismo que se da en la agrupación y soportar las diferentes opiniones que se intercambian en ella, sin pretender que, por su valía personal, o la que cree tener el invitado, resulte que es de menor valor la decisión adoptada por el colectivo.

Cuando alguien entra a la actividad política tiene que tener la suficiente humildad para saber que su punto de vista no necesariamente tiene que primar y ello no convierte a quienes la adversan en menos ni en delincuentes ni en apañadores de irregularidades éticas.

La participación en la vida política requiere de una gran dosis de paciencia en el mismo momento en que se adoptan las políticas que se van a seguir, así como el privilegio de la tolerancia como valor.

Eso se debe a que, mientras un notable en la actividad científica o en sus expresiones de pensamiento individual no requiere sino de su propia conformidad para lanzar una idea o desarrollar una acción, en el proceso de gobierno de un país se tienen que cotejar distintos pareceres en los que cada uno tiene su propia lógica y su propio proceso de desarrollo. En la política hay que convencer a la mayoría, en el laboratorio uno puede estar en contra de todos si es que tiene la convicción que lo suyo es verdad. Isaac Newton no requirió que concordaran con él para que la ley que descubrió sobre la gravedad, fuera cierta. No hubo de someterse a votación popular, sino sólo encontrara a través del estudio el antídoto, para acabar con la tuberculosis o para combatir la poliomelitis.

LA PRESUNCIÓN DE SU PROPIA SUPERIORIDAD DE PARTE DE LOS INDEPENDIENTES
Pero el independiente que entra a política tiene que saber que cambia de campo y que, en consecuencia, al ser parte de un colectivo, es preciso que concuerde con los demás, que convenza. La conducción del país requiere de la conformidad o la aquiescencia de los gobernados. Por ello es que se necesita acuerdos y estos no sólo no son malos, sino que son necesarios.
Hace pocos días escuché una entrevista de un candidato independiente que echaba sombras, recién designado para integrar la lista parlamentaria, sobre los demás integrantes de la misma. Otra vez la presunción de “si no están de acuerdo en todo conmigo, si toda esa colectividad no se acomoda a lo que yo pienso, entonces me voy con cajas destempladas”. Naturalmente que con este proceder no se construye país. La política exige equipos y los equipos, aunque pueden tener estrellas, no pueden darse el lujo de ningunear a sus integrantes por pocas luces que les parezca a los auto-ungidos que aquéllos tengan.

Messi es un crack, pero igual necesita de Xavi, de Iniesta o de Víctor Valdés para que su equipo gane el campeonato. De la misma manera, quienes se estiman superlativamente en la sociedad peruana y quieren entrar a política, deben de comprar una pequeña dosis de humildad, la que le servirá para entender mejor la actividad en la que incursionan y va a permitir al Perú tener una mayor estabilidad en sus instituciones.

Ya que tantas luces tienen, que sepan bien las reglas de la actividad a la que ingresen y no pretendan que el mundo y los partidos en los que se avienen a candidatear, cual viejos ptolomeos, gira en torno a ellos.

LA RESPONSABILIDAD DE LOS PARTIDOS CUANDO “SUMAN” INDEPENDIENTES
Por otro lado, los partidos deben de recibirlos sin recelo. Si los llaman es porque han de saber bien de sus calidades. No sólo se les puede convocar para que pinten una lista y luego, una vez en la lid, dar paso a que sus cuadros los “maleteen”.

Claro está que lo que ha sucedido en muchos casos es que las organizaciones políticas se equivocan respecto a la representatividad o a los votos que puede “jalar” para la lista tal o cual personaje, la jugadora de voleybol, el cantante famoso, el presentador de televisión carismático, el prestidigitador asombroso, la modelo despampanante, etc. Pocos son los casos en los que se convoca a personajes de importantes conocimientos institucionales. En todo caso, tampoco muchos de esos llamados han brillado por sus actitudes cívicas. Por ejemplo, miraron hacia otro lado cuando la dictadura asoló al Perú o manifestaron en decenas de oportunidades que la política no les interesaba nada.

Sin embargo, cualquiera sea la razón por la que se integran, han de entender que la política es un esfuerzo colectivo y que la disciplina y el trabajo en equipo es esencial para la consecución de las metas. Que eso no se logra con una agregación de individualidades sin ensamblaje.

Los partidos y la ciudadanía deben de tener bien en claro estos conceptos. Bienvenidos los que deciden entrar al proceso político, pero que lo hagan sin atropellar y sin desprecio por quienes sí invirtieron su vida en el servicio a la comunidad.

Alberto Borea Odria

Fotos:Internet

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